miércoles, 24 de diciembre de 2014

* ¡FELIZ NOCHEBUENA!





Aunque, como he dicho en otras ocasiones, no suelo compartir en "Sed Valientes", los artículos que publico en los medios en los cuales colaboro aunque hoy voy hacer otra excepción y os hago llegar el artículo que he publicado el pasado domingo en SAN FERNANDO COFRADE.

Os dejo con mi particular "Cuento de Navidad así como un brindis personal e íntimo".



HOY QUIERO BRINDAR…

¡Quién lo diría con estas son ya ochenta navidades!

Me imagino que estarán al llegar, como siempre, como todos los años, y lo harán con sonrisas, con júbilo, con ganas de reencontrarse hermanos con hermanos, primos con primos para hablar de todo lo que ha acontecido durante este año, que parecía que no iba a terminar nunca, de sus proyectos y también de sus recuerdos.

Creo que los recuerdos unen pues son vivencias compartidas en el tiempo que elimina las aristas y nos deja con el dulzor de los buenos momentos.

En mi casa siempre se vivió la Navidad como una auténtica fiesta, como una gran celebración pues mis padres, y mi centenaria abuela, nos inculcaron a mis hermanos y a mi el amor por ese pequeño bebé nacido en Belén en un frío portal solo al amparo del calor de sus padres.

Nos explicaban con palabras sencillas la sublime trascendencia del Nacimiento de un Niño que venía al mundo para salvarnos con y desde el Amor, que mirando a sus ojos llenos de ternura se podía ver lo que es en realidad la misericordia, la caridad, la entrega, el servicio, el perdón… Su mirada era y es la de Dios con nosotros porque desde que Jesús naciera hizo que Dios se presentara ante el mundo con rostro y carne  humana.

Y su sola llegada cambió radicalmente al mundo, lo sigue cambiando y lo continuará haciendo porque siendo tan sencillos sus mandatos que difícil son aplicarlos y hacerlos nuestros porque en definitiva aunque el devenir de la historia haya cambiado mucho casi todo no ha podido ablandar nuestros pétreos corazones que siguen tan gélidos como hace dos mil años.

En el hogar de mi infancia no habían grandes ni suculentos manjares, no se gastaba un dineral en poner las mesas más suntuosas, porque entre otras cosas no había, no éramos esclavos de eso que llaman consumismo que no es otra cosa que idolatrarnos a nosotros mismos y olvidando a aquél que nada tiene y que es fiel reflejo del Niño nacido en Belén.

Allí mis padres, abuela, mis hermanos, familiares, amigos y algún que otro vecino nos congregábamos para celebrar el Nacimiento ante un portal cuyas santas figuras estaban hechas en agrietado barro de los años, montajes y desmontajes, que llevaban encima. Un caldo sin fondo, pestiños o tortas hechos en casa y una copita de anís como único lujo eran los manjares a compartir entre tantas bocas y un mismo corazón porque todos estábamos unidos a Jesús al calor de la Familia porque en mi niñez era la Familia la que daba el auténtico calor, el verdadero sentido al hogar.

Antes de esa “cena” asistíamos a la que siempre fue la Misa del Gallo a las doce de medianoche donde acogíamos al recién nacido en nuestro interior por medio de la Eucaristía. Después reunión familiar en casa para celebrar la venida del que desde ese momento empezará a dar su vida al mundo. Mi madre con su suave voz de terciopelo rompía a cantar, ante la honda emoción de todos, “Noche de Paz”.

Ese villancico y no otro me ha acompañado siempre en mi vida porque crecí con él, me hice hombre, me casé con mi mujer, tuvimos a nuestros hijos hasta que estos se fueron de casa para formar sus propias familias y así hasta hoy, hasta ahora, que queda tan poco para que todos lleguen y alrededor de ese Nacimiento de agrietadas piezas de barro de mi niñez se volverá a celebrar, como si el tiempo se hubiera detenido, el Nacimiento del Niño Jesús, del Hijo de Dios, que fue concebido por obra y gracia del Espíritu Santo para iluminar el corazón de todos nosotros que caminamos como ovejas perdidas hasta que somos encontrados por este augusto partocillo divino y entre su brazos, a los pies del pesebre, seguimos hoy, como ayer y como siempre, encontrando nuestro descanso.

...Y después de la Misa del Gallo nuestra Familia, que es nuestro hogar, volveremos a unirnos y reunirnos junto al portal y desde lo más hondo de mi alma escucharé la voz melodiosa de mi madre, que hace tanto tiempo que está en el portal eterno,  cantar “Noche de Paz”...

Permitidme que desde mi tribuna en SAN FERNANDO COFRADE alce la copa y haga un brindis:

“Hoy quiero brindar por este medio, por el referente de diario cofrade en esta bendita Isla de León y que gracias a él sus noticias se expanden por las calles digitales hasta hacerlas llegar a lo más recóndito de un pequeño-gran mundo globalizado

Quiero brindar por su “alma mater”, es decir, su director mi querido hermano José Carlos Fernández Moscoso así como todos los colaboradores y articulistas de este medio en el que me encuentro tan feliz y que siento verdadero hogar.

Quiero brindar por el apostolado cofrade por la labor evangelizadora que tiene encomendada, por los que se entregan a diario por su Hermandad dedicándole horas y horas sin querer, ni necesitar, protagonismos estériles, reconocimientos suntuosos, dignidades impropias o intereses meramente personales. Hoy quiero brindar por los cofrades, los de siempre, los que dan sentido y forman parte del patrimonio inmaterial de toda Corporación Nazarena.

Quiero brindar por todos cuánto aportáis a diario vuestro granito de arena para que San Fernando sea grande, los que defienden su cultura, sus tradiciones, su mayoritario sentir religioso y se dejan algo más que la piel por defenderla de intoxicaciones que vienen desde el “exterior”.

Quiero brindar por la Santa Madre Iglesia que nos une y nos acoge como una madre.

Quiero brindar por nuestro Pastor Diocesano, Mons. D. Rafael Zornoza, que se desvive a cada segundo por sus ovejas, por la Curia, los sacerdotes, diáconos que conforman nuestra Iglesia en la Diócesis de Cádiz y Ceuta.

Quiero brindar por tantos laicos que con su trabajo hacen tanto bien a tantos necesitados.

Hoy especialmente quiero brindar por los presentadores de mi libro “Diario de un blog” que ha supuesto una experiencia única en este difícil y alentador año: Brindo por Antonio Benítez Román, primer presentador en Villaluenga del Rosario, brindar por Néstor Mora y todos los integrantes de “Blogueros con el Papa” por permitirme presentarlo en el IV Encuentro Internacional celebrado en Cádiz y finalmente a mis queridos y buenos hermanos: José Carlos Fernández Moscoso, Agustín Rosety Fernández de Castro y el Padre José Antonio Medina Pellegrini que junto al Padre D. Rafael Pinto Vega hicieron que la presentación del libro en San Fernando se convirtiera en un acto único y muy especial.

Hoy quiero brindar por la Familia de mi querido hermano en la eternidad Ignacio Bustamante Morejón, por su viuda Pepa, sus hijas Gracias y Macarena, sus hermanos, hermanos del alma, amigos por haber aportado tanto en mi vida y que doy gracias eternas a Dios por teneros cerca.

Hoy quiero brindar por Manolo Silva Camacho, él sabe por qué

Hoy también quiero brindar por mi Hermandad de los Afligidos a la que le restan días para terminar su 75 aniversario y que es la Hermandad de mi vida aunque ahora la misma me tenga algo separada física, nunca de corazón, de ella.

Hoy quiero brindar por vosotros mis queridos y buenos hermanos que me leéis semanalmente, que me apoyáis, que incluso me criticáis, por ser tan leales con todos los artículos que escribo y por ser merecedor de vuestro interés.

Hoy quiero brindar por el Niño que dentro de unos días nacerá de nuevo en nuestros corazónes y nos dará una nueva e importante oportunidad para salvarnos.

Hoy quiero brindar….”

Con este particular Cuento y este personalísimo brindis os quiero desear a todos una Feliz, santa, caritativa, cristiana Navidad porque el Niño Jesús nos mira fijamente a lo más profundo de nuestro ser y nos dice a todos y cada uno de nosotros: ¡Sed valientes y vivid en Mí!

Recibid, mis queridos hermanos, un fuerte abrazo y que el Niño Dios que está a punto de nacer os bendiga.


Jesús Rodríguez Arias

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