lunes, 8 de diciembre de 2014

* ANTE EL PRIMER SAGRARIO.

No suelo reproducir en mi blog los artículos que publico en SAN FERNANDO COFRADE aunque hoy por ser hoy voy hacerlo como mi modo especial de conmemorar el día de la Inmaculada Concepción de María.



ANTE EL PRIMER SAGRARIO



            Cuando te miro, me miras y así pueden pasar las horas que pasan sin apenas darme cuenta.

            Cuando te hablo de forma atropellada, abstraído en multitud de pensamientos, donde rasgos de mi vida van apareciendo como si de flashes se trataran, donde puedo admitir que veo todo menos a ti porque en esos momentos de soledad, de silencio, es -cuando más presente se hace mi Yo, en ese preciso momento me ordenas categóricamente que calle, que guarde silencio, que no piense en nada, que me abstraiga de todo para que la Paz que desprendes se vaya introduciendo en mi desértico corazón y en la penumbra que da el silencio la niebla que habita en mi pensamiento se vaya disipando poco a poco hasta que los refulgentes rayos de sol me hagan ver desde la claridad.

            ¡¡Cállate y te encontrarás!! ¡¡Y al encontrarme, Te Encuentro!!

            Esta necesaria desintoxicación del espíritu necesita su tiempo por lo que no debemos plantearnos cuanto llevamos o nos llevará el conseguirlo. Debemos pensar que la medición de la hora es terrenal y por lo tanto finita, tenemos que pensar que para Él no existe el tiempo, el lugar, la hora o la distancia porque es Señor de Cielos y Tierra, de la Vida y de la Muerte y estando en Su Presencia debemos concienciarnos que estamos ante el Señor de nuestro “preciado” tiempo.

            Ya noto como la paz, el sosiego, la tranquilidad se van instalando en mi interior desposeído de tantas intoxicaciones que no me dejaba ver el monte cuando lo tenía a solo un palmo de mi cara.

            En ese preciso instante es cuando veo claro que no tengo nada que decir y mucho que escuchar. Es cuando me hablas directamente al corazón con Palabras de Verdad despojando de mi ser lo que creía bueno y me estaba perjudicando gravemente, dejándome en la desnudez de un niño que necesita las amorosas manos de su madre para que lo vista con ropa recién lavada. Sólo Tú eres capaz de hablar al alma para que se entere el corazón que es el que manda en nuestro ser para que siendo simples mortales emprendamos a diario nuestro camino hacia la santidad que es una forma de decir la eternidad.

            Decía mi querido y buen amigo, hermano en el alma, Padre José Antonio Medina Pellegrini, en la presentación de “Diario de un blog”, que en mi vida, en mis escritos, veía un claro deseo de eternidad. ¡Y es verdad! En Dios he puesto mi vida terrenal y en Dios quiero vivirla cada instante porque sé que es la única forma de alcanzar la eterna inmortalidad.

            Sentado en ese solitario banco delante del Sagrario en la penumbra donde todo está en silencio, donde no se escucha ni siquiera la propia respiración, donde ese preciso momento, ese precioso instante, todo es del Señor, es cuando experimento la verdadera felicidad, lo que significa libertad, lo que es vivir con plenitud el sentido más amplio de la Verdad.

            Estando frente a Él es donde se disipa hasta desaparecer el Yo para que experimente desde lo más hondo del corazón que es el Tú, es el Vosotros, lo que en realidad vale la pena vivir así como desvivirse por nuestros hermanos que pueden estar cerca o lejos, que pueden opinar o no como nosotros, pensar de una u otra manera, que pueden ser reyes o mendigos pero todos son hijos de Dios, todos merecen ser tratados igual porque todos tienen la alta dignidad que les confiere el Altísimo a la más preciada de sus criaturas.

            Frente al Sagrario se pueden ir las horas sin darte apenas cuenta porque en el mismo, en el Tabernáculo, está depositado el Cuerpo de Jesús que nos espera todos los días  e instantes de nuestra vida para que cuando nos pongamos en Su Presencia obre maravillas en nosotros, haga el milagro que necesitamos de despojarnos de nuestras ataduras y volver hacernos Libres en la Verdad.

            Hoy domingo 7  es la antesala del día mariano por excelencia porque en la Santa Madre Iglesia celebramos y conmemoramos el dogma de la Inmaculada Concepción de María que cada 8 de diciembre reviste nuestros corazones de blanco de pureza y azul inmaculado.

            Cuando nos ponemos delante de María, la que es la Madre de Dios y nuestra, lo hacemos ante el Primer Sagrario porque en sus virginales entrañas concibió y estuvo hasta Su Nacimiento Jesús que es el mismo que está cobijado entre las paredes del  Sagrario de cualquier Iglesia del mundo.

            Si extrapolamos la situación que vivió la joven María que concibió en su Virginal Vientre al Hijo de Dios, que fue capaz de sacar su embarazo hacia adelante con el apoyo de Dios,  de San José, Su Esposo, de su Familia, a pesar de todos los pesares, de las dificultades y de incluso dar a luz en una pobre gruta hecha pesebre y sufrir desde el principio persecución. La Virgen María fue una mujer de fe y también valiente como lo son todas las mujeres que pese a dificultades y presiones llevan a cabo su embarazo por más dificultades que le pueda acarrear porque saben que lo que llevan en sus vientres es una vida y que la misma es el don más importante que pueden dar.

            En esta sociedad acuciada por la “cultura de la muerte” donde por todos los lados se induce a la mujer para que aborte porque el hijo que lleva en sus entrañas molesta y se ha convertido en un ser que se puede desechar, en este mundo donde hay más viejos que jóvenes por obra y gracia de nuestra propia comodidad que es una forma que decir, de nosotros mismos, os hago una pregunta: ¿Os imagináis el mundo, la vida, si a María le hubiera invadido el miedo y hubiera abortado a Jesús, nuestro Salvador?

            Pero, gracias a Dios, no pasó porque Ella tenía fe, valor, confianza, entrega  en el Padre Celestial así como un Amor por cada poro de la piel del Niño que llevaba en su Vientre. Cristo tenía que nacer y también morir como lo hizo para salvarnos desde la única manera que se puede: ¡Desde el Amor!

            A todas las mujeres embarazadas les animo a seguir con sus embarazos, que tomen como guía a la Virgen María y verán que con Su Ayuda y la de todos los que estamos dispuesto a ello darán a luz a sus respectivos hijos y que se convertirán desde ese preciso instante en la esperanza y futuro de un mundo triste que necesita de su alegría y esperanza que pueden aportar.

            Mañana, muchas ya esta tarde, se expondrán en Solemne Besamanos las benditas imágenes de la Virgen María donde muchas Iglesias permanecerán abiertas para que los hijos se acerquen a ver a Su Madre y de paso al Hijo concebido sin pecado original.

            María, primer sagrario, nos recibirá con el Amor entregado de una Madre para cobijarnos a todos y cada uno de nosotros que necesitamos de sus caricias, de su consuelo, de su amor, de su comprensión porque somos demasiados los que andamos cabizbajos, perdidos en nuestra particular calle de la Amargura.

            ¡Amargura!

            No lo sé pero siempre sale Tu Nombre.
            No sé lo que tienes y has hecho en mi vida, pero me has cautivado.
            No sé tantas cosas aunque siempre te tengo a Ti.

            ¡Amargura!

            Mañana esté donde esté volveré a mirarte a los ojos,
            y de nuevo comprenderé que aunque no esté contigo
            siempre lo estoy porque dos corazones no se separan si uno no quiere.
            ¡Y yo no puedo separarme de Ti, Madre!

            ¡Amargura!

            Que sales al encuentro de cada corazón que se acerca a suplicarte,
            a decirte, a implorarte, a darte gracias y ofrecerte tanto...
            Y Tú, con Dulce Mirada, con expresión suplicante y acogedora,
            nos dices que estemos tranquilos porque Ella sabe que su Hijo,
             Afligido por el peso de la Cruz, nunca nos abandonará.

            ¡Amargura!

            Cómo cada 8 de diciembre me postro a tus pies y te digo:

            ¡Dios te salve María, Pureza Virginal!
            ¡Llena de Gracia, de Amor y de Bondad!
            !Qué contigo las amarguras no son tales si vivo a cada instante en Tu Amargura!

            ¡¡Felicidades Madre!!
           
            ¡¡Felicidades inmaculado tesoro del alma mía!!

            Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo, que Dios y que María, nuestra Madre Inmaculada,  te bendiga.

            Jesús Rodríguez Arias


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