No suelo reproducir en mi blog los artículos que publico en SAN FERNANDO COFRADE aunque hoy por ser hoy voy hacerlo como mi modo especial de conmemorar el día de la Inmaculada Concepción de María.

ANTE
EL PRIMER SAGRARIO
Cuando
te miro, me miras y así pueden pasar las horas que pasan sin apenas darme
cuenta.
Cuando
te hablo de forma atropellada, abstraído en multitud de pensamientos, donde
rasgos de mi vida van apareciendo como si de flashes se trataran, donde puedo
admitir que veo todo menos a ti porque en esos momentos de soledad, de
silencio, es -cuando más presente se hace mi Yo, en ese preciso momento me
ordenas categóricamente que calle, que guarde silencio, que no piense en nada,
que me abstraiga de todo para que la Paz que desprendes se vaya introduciendo
en mi desértico corazón y en la penumbra que da el silencio la niebla que
habita en mi pensamiento se vaya disipando poco a poco hasta que los
refulgentes rayos de sol me hagan ver desde la claridad.
¡¡Cállate
y te encontrarás!! ¡¡Y al encontrarme, Te Encuentro!!
Esta
necesaria desintoxicación del espíritu necesita su tiempo por lo que no debemos
plantearnos cuanto llevamos o nos llevará el conseguirlo. Debemos pensar que la
medición de la hora es terrenal y por lo tanto finita, tenemos que pensar que
para Él no existe el tiempo, el lugar, la hora o la distancia porque es Señor
de Cielos y Tierra, de la Vida y de la Muerte y estando en Su Presencia debemos
concienciarnos que estamos ante el Señor de nuestro “preciado” tiempo.
Ya
noto como la paz, el sosiego, la tranquilidad se van instalando en mi interior
desposeído de tantas intoxicaciones que no me dejaba ver el monte cuando lo
tenía a solo un palmo de mi cara.
En
ese preciso instante es cuando veo claro que no tengo nada que decir y mucho
que escuchar. Es cuando me hablas directamente al corazón con Palabras de
Verdad despojando de mi ser lo que creía bueno y me estaba perjudicando
gravemente, dejándome en la desnudez de un niño que necesita las amorosas manos
de su madre para que lo vista con ropa recién lavada. Sólo Tú eres capaz de
hablar al alma para que se entere el corazón que es el que manda en nuestro ser
para que siendo simples mortales emprendamos a diario nuestro camino hacia la
santidad que es una forma de decir la eternidad.
Decía
mi querido y buen amigo, hermano en el alma, Padre José Antonio Medina
Pellegrini, en la presentación de “Diario de un blog”, que en mi vida, en mis
escritos, veía un claro deseo de eternidad. ¡Y es verdad! En Dios he puesto mi
vida terrenal y en Dios quiero vivirla cada instante porque sé que es la única
forma de alcanzar la eterna inmortalidad.
Sentado
en ese solitario banco delante del Sagrario en la penumbra donde todo está en
silencio, donde no se escucha ni siquiera la propia respiración, donde ese
preciso momento, ese precioso instante, todo es del Señor, es cuando
experimento la verdadera felicidad, lo que significa libertad, lo que es vivir
con plenitud el sentido más amplio de la Verdad.
Estando
frente a Él es donde se disipa hasta desaparecer el Yo para que experimente
desde lo más hondo del corazón que es el Tú, es el Vosotros, lo que en realidad
vale la pena vivir así como desvivirse por nuestros hermanos que pueden estar cerca
o lejos, que pueden opinar o no como nosotros, pensar de una u otra manera, que
pueden ser reyes o mendigos pero todos son hijos de Dios, todos merecen ser
tratados igual porque todos tienen la alta dignidad que les confiere el
Altísimo a la más preciada de sus criaturas.
Frente
al Sagrario se pueden ir las horas sin darte apenas cuenta porque en el mismo,
en el Tabernáculo, está depositado el Cuerpo de Jesús que nos espera todos los
días e instantes de nuestra vida para
que cuando nos pongamos en Su Presencia obre maravillas en nosotros, haga el
milagro que necesitamos de despojarnos de nuestras ataduras y volver hacernos
Libres en la Verdad.
Hoy
domingo 7 es la antesala del día mariano
por excelencia porque en la Santa Madre Iglesia celebramos y conmemoramos el
dogma de la Inmaculada Concepción de María que cada 8 de diciembre reviste
nuestros corazones de blanco de pureza y azul inmaculado.
Cuando
nos ponemos delante de María, la que es la Madre de Dios y nuestra, lo hacemos
ante el Primer Sagrario porque en sus virginales entrañas concibió y estuvo
hasta Su Nacimiento Jesús que es el mismo que está cobijado entre las paredes
del Sagrario de cualquier Iglesia del
mundo.
Si
extrapolamos la situación que vivió la joven María que concibió en su Virginal
Vientre al Hijo de Dios, que fue capaz de sacar su embarazo hacia adelante con
el apoyo de Dios, de San José, Su
Esposo, de su Familia, a pesar de todos los pesares, de las dificultades y de
incluso dar a luz en una pobre gruta hecha pesebre y sufrir desde el principio
persecución. La Virgen María fue una mujer de fe y también valiente como lo son
todas las mujeres que pese a dificultades y presiones llevan a cabo su embarazo
por más dificultades que le pueda acarrear porque saben que lo que llevan en
sus vientres es una vida y que la misma es el don más importante que pueden
dar.
En
esta sociedad acuciada por la “cultura de la muerte” donde por todos los lados
se induce a la mujer para que aborte porque el hijo que lleva en sus entrañas
molesta y se ha convertido en un ser que se puede desechar, en este mundo donde
hay más viejos que jóvenes por obra y gracia de nuestra propia comodidad que es
una forma que decir, de nosotros mismos, os hago una pregunta: ¿Os imagináis el
mundo, la vida, si a María le hubiera invadido el miedo y hubiera abortado a
Jesús, nuestro Salvador?
Pero,
gracias a Dios, no pasó porque Ella tenía fe, valor, confianza, entrega en el Padre Celestial así como un Amor por
cada poro de la piel del Niño que llevaba en su Vientre. Cristo tenía que nacer
y también morir como lo hizo para salvarnos desde la única manera que se puede:
¡Desde el Amor!
A
todas las mujeres embarazadas les animo a seguir con sus embarazos, que tomen
como guía a la Virgen María y verán que con Su Ayuda y la de todos los que
estamos dispuesto a ello darán a luz a sus respectivos hijos y que se
convertirán desde ese preciso instante en la esperanza y futuro de un mundo
triste que necesita de su alegría y esperanza que pueden aportar.
Mañana,
muchas ya esta tarde, se expondrán en Solemne Besamanos las benditas imágenes
de la Virgen María donde muchas Iglesias permanecerán abiertas para que los
hijos se acerquen a ver a Su Madre y de paso al Hijo concebido sin pecado
original.
María,
primer sagrario, nos recibirá con el Amor entregado de una Madre para
cobijarnos a todos y cada uno de nosotros que necesitamos de sus caricias, de
su consuelo, de su amor, de su comprensión porque somos demasiados los que
andamos cabizbajos, perdidos en nuestra particular calle de la Amargura.
¡Amargura!
No
lo sé pero siempre sale Tu Nombre.
No
sé lo que tienes y has hecho en mi vida, pero me has cautivado.
No
sé tantas cosas aunque siempre te tengo a Ti.
¡Amargura!
Mañana
esté donde esté volveré a mirarte a los ojos,
y
de nuevo comprenderé que aunque no esté contigo
siempre
lo estoy porque dos corazones no se separan si uno no quiere.
¡Y
yo no puedo separarme de Ti, Madre!
¡Amargura!
Que
sales al encuentro de cada corazón que se acerca a suplicarte,
a
decirte, a implorarte, a darte gracias y ofrecerte tanto...
Y
Tú, con Dulce Mirada, con expresión suplicante y acogedora,
nos
dices que estemos tranquilos porque Ella sabe que su Hijo,
Afligido por el peso de la Cruz, nunca nos
abandonará.
¡Amargura!
Cómo
cada 8 de diciembre me postro a tus pies y te digo:
¡Dios
te salve María, Pureza Virginal!
¡Llena
de Gracia, de Amor y de Bondad!
!Qué
contigo las amarguras no son tales si vivo a cada instante en Tu Amargura!
¡¡Felicidades
Madre!!
¡¡Felicidades
inmaculado tesoro del alma mía!!
Recibe,
mi querido hermano, un fuerte abrazo, que Dios y que María, nuestra Madre
Inmaculada, te bendiga.
Jesús
Rodríguez Arias
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