Enrique Chuvieco
“O Jesús era el que decía ser o fue realmente un pirado. Hay que tomar una decisión. Y yo creo que Jesús fue el Hijo de Dios”. Así de contundente se mostró Bono (Paul David Hewson, Irlanda 1960), líder indiscutible de la banda de rock más polifacética e influyente de las últimas décadas, en una entrevista el pasado mayo en la cadena radiofónica FOFT (Focus on the Family) en Nueva York, donde el grupo graba su decimotercero trabajo de estudio, tras cuatro años sin pisar los estudios desde No line on the horizon.
Decir Bono es decir U2. Aunque la banda irlandesa esté formada por The Edge, Larry Mullen y Adam Clayton, él es la voz del grupo, que desde sus inicios ha manifestado, eso sí intermitentemente, su idiosincrasia cristiana en entrevistas y canciones desde que en 1980 apareció su primer disco, Boy.
En la citada conversación, el tan carismático como provocador en el hablar Bono afirma que, en su “locura”, el Evangelio “es sencillo”, pues “nace un bebé en un pesebre, en un tiempo particular y en una comunidad particular… Así que no hay que ir a la Universidad o hacer un doctorado para entender esto, basta con ir a la persona de Cristo”.
La rebeldía de los 90
No obstante, Bono y el resto de los componentes del grupo (salvo Clayton que siempre se declaro agnóstico) pasaron en la mitad de los 90 por una crisis de fe que les llevó a los excesos del alcohol, el sexo, las drogas, al divorcio de The Edge y a una fractura con el grupo carismático al que pertenecían, como ha reconocido Bono: “Fui buscando el espíritu y encontré alcohol; fui en busca del alma y compre algo de moda; quería encontrar a Dios, pero me vendieron religión”, en alusión a los telepredicadores estadounidenses.
En Achtung Baby (1991), asistimos a un sonido industrial deshumanizado, que nos presenta fotos provocativamente sexuales de su cantante. La lujuria campea en algunos de sus temas y aparece un perfil femenino de Cristo en el corte One, que luego sería banda sonora en la película En el nombre del Padre (1993), como nos informa José Segovia en un completo articulo sobre el grupo.
Con Zooropa (1993), los vemos travestidos de glam-rock, lanzando mensajes contradictorios en sus conciertos desde las pantallas. Bono se vistió de diablo, dijo, inspirado por Las Cartas del diablo a su sobrino, de C.S. Lewis. La grandilocuencia exuberante de Bono convierte su puesta en escena en una pantomima, con una verborrea crípticamente frívola en sus alusiones al Ángel caído.
Este aparente devaneo de U2 parece evidenciar su dolor interno por haber perdido claridades pasadas. Ocasionalmente se abre una grieta para quedar toda la herida al descubierto, como en el tema The Wanderer (El predicador), donde Bono denuncia la futilidad de una vida sin Dios, al que pone su voz en el disco el cantante evangélico Johnny Cash: “Salí allí fuera/en busca de experiencia/probar y tocar/y sentir lo más posible/que el hombre pueda/antes de arrepentirse”.
Así parece encarnarlo Bono, con cuyo Pop (1997) cierra la trilogía de los noventa en la que el grupo buscó ávidamente experiencias más acordes con el carro del éxito en el que estaban montados, que concluyeron en lugares vacíos de esperanza y verdad, resortes que los habían movido desde sus inicios en los ochenta.
Cómo empezó todo
U2 nace en un colegio de Dublín llamado Mount Temple. Era la única escuela no confesional, pero más de cien alumnos se reunían cada mañana para orar. Allí se conocieron los miembros de la banda y allí Bono encontró a un profesor cristiano que luego sería pastor anglicano y oficiaría en 1982 su boda con una de sus compañeras, Alison Stewart, con la que está todavía casado, de cuyo matrimonio han nacido cuatro hijos y a la que ha dedicado numerosas canciones.
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