Ya estamos de nuevo en Cuaresma. ¡Cómo pasa el
tiempo y los años! Puedo decir, que con las vivencias y la madurez instalada en
mi vida, que he ido experimentando cambios significativos en mí sobre la forma
de vivir y gozar la Cuaresma.
Sí, he dicho gozar, porque este tiempo es único
para tener verdaderas experiencias de fe por medio de llegar a las
profundidades de nuestra vida espiritual mediante los, imprescindibles, Retiros
Espirituales, meditaciones, lecturas donde puedas llegar a tocar con los dedos
los misterios más recónditos de nuestra fe, prepararnos para que cuando llegue
la Semana Santa sepamos lo que estamos conmemorando y que no es otra cosa que
la Pasión, Muerte y Resurrección de Nuestro Señor Jesucristo.
Con el pasar de los años he podido transitar por
todos los caminos que se aprende lo que debe significar para un cristiano, un
católico, el sentido de la Cuaresma.
Cómo cofrade, desde pequeño, he disfrutado de la
Cuaresma, no cómo un tiempo de reconversión espiritual, sino el del laborioso
trasiego de repartos de túnicas, preparativos burocráticos y de protocolo
propios de esta fechas en una Hermandad: Repartos de boletines, invitaciones
Triduo Cuaresmal, lo relativo a la Salida Penitencial, se nota que siempre he
estado en Secretaría, ayudar y trasladar enseres para montaje de altares,
disfrutar de conciertos de marchas y cuantas actividades rodean a este
importante tiempo litúrgico, cosas y trabajos que son muy necesarios para
desarrollar una buena labor en torno a la Religiosidad Popular que tan importante
es para mantener un serio espíritu y sentido devocional en nuestros pueblos y
ciudades.
Con el tiempo he ido pasando páginas en mi vida y
lo que antes era enorme trasiego, trabajo y disfrute ahora se ha convertido en
serenidad, meditación, espiritualidad, dar sentido a lo que significa el ayuno
y la abstinencia en el sentido más explícito del término.
Ahora, en plena maduración de la fe, en plena
reconversión espiritual, en pleno proceso de apertura a Dios y cuanto significa
para la Iglesia, el mundo, nuestro día a día y en la historia de la humanidad
la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesucristo, puedo decir sin temor a engaño
y a engañarme que vivo y gozo la Cuaresma porque es un periodo de tiempo que el
Señor te da para conocerte más para así conocerlo mejor.
Por supuesto que me gusta, aunque ya no participe
tan directamente, todo el trasiego cofrade, todo el trabajo que tan
honrosamente realizan nuestras Hermandades y Cofradía; sus Cultos, el olor a
incienso, los altares, la Salida Penitencial, la Música así como los Pasos de
Misterios donde se representa un momento pasional del Señor así como los Palios
que albergan y cobijan a la Dolorosa Madre de Dios que ve como fustigan,
hieren, humillan, sacrifican y dan muerte a su Hijo.
Su Hijo Jesús, el que nació allá en una gruta de
Belén, que predicó la Palabra del Padre, realizó Milagros a los ojos atónitos
de tantos, que reunió en torno a él a muchos sencillos hombres a los que
convirtió en apóstoles, que fueron capaces de darlo todo por anunciar el
Evangelio, el Reinado de Dios aquí en la Tierra, en convertirse en pescadores
de hombres para alcanzar la inmensa felicidad que es saberse hijo de Dios. Ese
Jesús, que hizo tanto y tanto bien fue entregado al padecimiento más atroz,
muriendo en medio del escarnio para resucitar de entre los muertos y darnos
Vida y sentido pleno a nuestro existir.
Aunque con el paso del tiempo he ido aparcando
cosas en mi vida y he cogido los nuevos caminos que Dios me ha ido indicando
para llegar a comprender tantas cosas...
Son, tan solo, cuarenta días los que Dios y la
Iglesia nos invita a aparcar muchas de nuestras prisas, agobios, disfrutes para
por medio de la oración, la meditación ante y con el Señor, de una reflexión
íntima que nos haga llegar a vivir con plenitud todo cuanto significó el paso
por la tierra de Jesús de Nazaret, Su Mensaje, Su Obra y Su Vida.
Os animo a que incienso penetre en vosotros y
eleve nuestras almas hacia lo más sublime y trascendental que es Dios.
Pido, muy especialmente, por Su Santidad Benedicto
XVI que hoy ha empezado su última Cuaresma como Sumo Pontífice de la Santa
Madre Iglesia, para que Dios lo ayude e ilumine siempre, porque los servicios
prestados en torno a la Misión encomendada ha dado bueno y abundantes frutos.
Somos muchos los que le profesamos admiración y agradecimiento porque gracias a
él, valioso instrumento del Señor, nos ha acercado los Misterios más
insondables de la fe, de cuanto significa tener a Dios como Padre Protector y
lleno de Amor hacia todos sus hijos, hacia todos nosotros.
¡Tan solo cuarenta días para cambiar de “vida”!
¡Merece la pena el intentarlo!
Jesús Rodríguez Arias
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