martes, 12 de febrero de 2013

ME CONSIDERO UN CAZADOR VOLUNTARIO DE SOLEDADES.





“Cazador voluntario de soledades”. Leí esta definición en el libro de Reyes Calderón: “Los crímenes del número primo” y me impresionó mucho porque, meditándolo como a mi me gusta hacer, reconozco que cada día que pasa me voy conviritiendo en uno de ellos.

No sé si la enfermedad, los claroscuros de estos apagados y fríos días hacen que mi ánimo se inspiren hacia la soledad. No debe ser así cuando ya llevo algún tiempo en esa “huída” de todo lo que significa relevancia social, protagonismo, deferencias máximas para alcanzar y ver en “mi soledad” lo que es verdaderamente imprescindible en mi vida y lo que se puede quedar en las cunetas del camino.

Cuando has probado la dureza de la vida, lo arisco que puede volverse todo, cuando la salud falla hasta hacerte una madeja de lana deshilachada, cuando has sido depositario de veleidades, traiciones, insultos, humillaciones de personas en las que confiabas y creías que te unía lazos firmes de amistad, cuando ves que en la Sociedad que nos hemos instalado se lleva a cabo el dicho: “Tanto tienes, tanto vales”, cuando todo cuanto te rodea te va asqueando hasta hacer del existir una insufrible experiencia, entonces y solo entonces miras fijamente a Dios y le pides ayuda, ayuda para saber que es lo que tiene que permanecer en la vida y lo que debe desaparecer de la misma.

Esto hace, esto ha hecho, que con cuarenta y tres años me haya convertido en un “cazador voluntario de soledades” donde están instalados las personas que verdaderamente quieres y te quieren por ser quien eres, simple y llanamente, donde no existen tratos de favor, la relevancia social queda restringida al máximo, donde la valía del ser humano no se mide por la cuenta bancaria o por el cargo, efímero, que pueda ostentar en un momento determinado.

El Padre te va enseñando que vivir y gozar de esa soledad no es óbice para seguir trabajando por el Reino, por donar tu tiempo y “tu” prestigio en favor de los demás, de servir a Dios en todos los momentos de la vida y ver Su Bendito Rostro en todas las personas y cosas en que se posen tus ojos.

Hace tiempo que le decía a un amigo que me encuentro muy a gusto en la Misión que me ha encomendado el Señor con este blog porque trabajas a diario por propagar Su Mensaje, por dar a conocer testimonios de vida que nos hacen ser fuertes y decididos ante los embites que tengamos que enfrentarnos por defender con coherencia nuestra fe en todo momento y lugar aunque haciéndolo desde un segundo o tercer plano donde no tengas más reconocimiento que lo grato que es el deber cumplido.

Mi participación, en primera línea, quedó atrás hace tres años cuando abandoné, por decisión propia, el importante cargo que ostentaba en una Institución relevante. Me costó el hacerlo porque he pasado y me he formado como cristiano y como persona en ella aunque la coherencia de vida lleva ímplicita estas cosas.

Desde entonces, cual cazador voluntario de soledades, he evitado la luz y he preferido el ostracismo. He decidido que mi nombre ya no se asemeje con mi cara y que, cada vez, pueda vivir en el sosiego que da al alma esa sublime soledad donde está Dios instalado y que lo llena todo. He decidido vivir, hemos decidido vivir mi mujer y yo, instalados en esa “atalaya del olvido voluntario” aunque para algunos, los que te persiguen sin ton ni son siempre estás presente en sus aburridas vidas.

Me considero un hombre entregado a la misión evangelizadora que ha querido confiarme el Padre y por eso no puedo decir que no a lo que me pidan, sea en lo público o en lo privado, ese es el motivo principal de que cuando me llamó el Arcipreste de San Fernando, Padre D. Alfonso Gutiérrez Estudillo, para proponerme el ser nombrado como miembro de la Comisión del Corpus en San Fernando, en representación de la Iglesia, no pudiera negarme aunque eso significara el dejar la “atalaya del olvido voluntario” en la que habitaba ya hace mucho tiempo. Ruego a Dios que esté a la altura de la confianza depositada en mí así como me ilumine en todo lo que tenga que realizar por el alto fin por el cual trabajamos.

Pero  no dudad que en cuanto tenga cumplida la Misión que Dios me ha querido conferir vuelva a “mis cuarteles de invierno” a mi querida y, siempre, añorada atalaya del olvido voluntario.

Y como buscador voluntario de soledades he encontrado el paraíso aquí en la tierra en Villaluenga del Rosario donde he encontrado la paz, la felicidad, el dulce sosiego, la acompañada soledad. Allí en medio de la sierra, he encontrado un pueblo donde el olor a leña rodea el ambiente como su particular perfume, el frío de sus inviernos contrasta con la calidez de sus casas, donde la hospitalidad es un bien generalizado.

No huyo sino que voy en camino, en la búsqueda del bien, de lo mejor que nos puede ofrecer el ser humano, los que nos puede ofrecer este mundo el cual construimos a diario con nuestras obras.

Le pido a Dios que se haga siempre en mí su voluntad y que en la soledad o dentro de ingente cantidad de personas sea capaz de ser un buen discípulo suyo y vea en los otros a mis hermanos a los que debo servir siempre.

Jesús Rodríguez Arias


1 comentario:

  1. Me identifico con usted, pues es "huir" a mis 54 años lo siento muy dentro de mi, y me alegra haber encontrado una respuesta a afirmación que hacen de mi y que incluso alguna vez hago yo mismo. De ahora en adelante diré, con su permiso, :
    "No huyo sino que voy en camino, en la búsqueda del bien"

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