Este tiempo de conversión, de búsqueda interior,
de perfeccionamiento espiritual, de oración entregada, este tiempo de
privaciones voluntarias en favor y por encomienda a los demás, este tiempo
cuaresmal que estamos viviendo con intensidad debe reflejarse, no sólo en
cuarenta días sino en el resto de nuestras vidas. No quiero, ni entiendo la
Cuaresma como un tiempo de profunda tristeza, de preparación hacia el luto de
un atroz padecimiento así como una consabida muerte de cruz. Para mí la
Cuaresma puede convertirse en eterna porque vivo en esa oración, en esa
búsqueda permanente, en ese perfeccionamiento espiritual que tanto bien me hace
y me prepara para intentar ser un digno aspirante a discípulo de Cristo Nuestro
Señor.
Para aquel que ha sido tocado por los luminosos
rayos de Dios, los que hemos sentido su Bondad y Misericordia infinita, los que
hemos logrado ser depositarios de Su Gracia y de Ella no queremos, ni podemos,
separarnos ni un segundo, los que hemos tenido la oportunidad de conocer lo que
es el bien, el amor del Padre que es verdad y vida, sentimos nítidamente cuando
el Mal se hace presente y quiere organizarlo todo según su insidiosa condición.
El Maligno existe, es un peligro evidente y
cotidiano en el cual podemos caer todos en sus despreciables garras que llenan
la vida de podredumbre, maledicencias, ignominia y sed de venganza. Muchos
quieren, prefieren, mirar para otro lado como si la historia no quisiera ir con
ellos, quieren anular al Mal ignorándolo y así se consigue justo lo contrario a
lo pretendido. El Maligno se apodera de esos corazones vacíos de amor, presos a
los vicios y a las cadenas que someten al hombre a un relativismo que desemboca
en la despiadada nueva religión llamada: Laicismo donde se venera a otros
dioses efímeros y crueles y se quiere aniquilar a Dios que es Misercordioso,
todo Bondad y Amor absoluto. El Mal se aprovecha de los corazones débiles para
perpetrar su ruindad y sus víctimas, mayoritariamente, son personas que no
tienen una condición perversa sino que se han dejado embuir por las falsa
promesas de quien es Falsedad.
Los “poderes del mal” llevan mucho tiempo
intentando dirigir el devenir diario del mundo. La crisis que estamos
soportando, hace ya algunos años, no lo es simplemente en el campo económico
sino que podemos calificarlo de un cambio radical del modelo de Sociedad: En lo
económico, en lo social y en lo moral. Si analizamos con detenimiento los
diversos aspectos que estoy desarrollando podremos observar como se está
produciendo dicho cambio de modelo de vida. Todo esto está dirigido por los
llamados “poderes del mundo” que representan al Mal y las marionetas son los
poderes políticos, sociales y económicos que están instalados en toda la
humanidad.
Pero no podemos ni asustarnos, ni venirnos abajo,
ni escondernos, ni mirar para otro lado porque, nosotros, tenemos a nuestro
lado a Dios que es el Poder sobre todo poder, es el mejor aliado y punto de
apoyo ante los insidiosos ataques que recibimos a diario y que se están
manifestando con toda crudeza por las campañas de despretigio y de ataque a la
Santa Madre Iglesia así como nuestro Santo Padre como representante máximo de
la Iglesia Católica en el mundo.
Contra Dios, contra Su Iglesia, no han podido por
mucho que lo hayan intentando, por mucho que hayan enseñado las “zarpas del
Mal” y hayan intentado contrarrestar o aniquilar a todos cuantos profesamos,
defendemos y evangelizamos por todo el orbe mundial.
Para que gane el mal solo se tiene que dejar de
hacer el bien. Nosotros no podemos entrar en la vorágine que nos marca el
mundo, no podemos entregarnos a los “placeres” terrenos que son muchos y
apetecibles, no debemos girar nuestra vida en esa cadena de críticas,
murmuraciones, hastíos, deslealtades, corruptulas, envidias, zafiedades...
Aunque cuesta, y mucho, cuando nos hagan un mal
les debemos responder con el bien. Cuando nos hieran, insulten, mofen,
humillen, persigan, critiquen, cuando nos hagan un mal, debemos responder con
perdón, mansedumbre, sencillez, alabanza, entrega, servicio, amor, oración y
ofrecimiento a Dios Nuestro Señor para que todos esos que están intentando
maltratarnos gocen del conocimiento de todo lo que nos dejó dicho Cristo Jesús
y así salvarlos de esas zarpas que tiene el mal y cuyo único antídoto se llama:
DIOS.
Las zarpas del mal son vencidas con la fuerza
invencible de acoger y sentir el Abrazo Nuestro Padre Celestial.
Bien y mal son dos monedas muy diferentes. La
primera tiene validez eterna y la segunda es efímera y siempre suele estar
“fuera de curso legal”.
Mis queridos hermanos: PAZ Y BIEN.
Jesús Rodríguez Arias
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