martes, 10 de mayo de 2016

LA PATRULLA CANINA; POR LAURA GARÓFANO



Esta semana ha culminado con medio Cádiz inundado por las lluvias, pero también ha sido noticia porque por vez primera los agentes de la Policía Local de Cádiz han mostrado su malestar con el nuevo Equipo de Gobierno por su tibieza a la hora de defender la labor de los agentes en el cumplimiento de las leyes, empezando por las que emanan del propio Ayuntamiento de Cádiz: las ordenanzas municipales.
El malestar es tal que incluso no han dudado en señalar al Jefe de la Policía Local, que no es político. Pero a juicio de los agentes no les ha defendido como consideran que debería haberlo hecho tras la multa impuesta a un gaditano que subió a Youtube el vídeo de la intervención de tres agentes contra un vendedor sin licencia de pescado, en el Barrio de la Viña. Porque el intendente firmó la instancia enviada a la Subdelegación en la que los agentes solicitaban que se investigara el vídeo –y la catarata de insultos que le seguía-, pero el Ayuntamiento se lavó las manos y sostuvo que la denuncia había sido a título personal.

El momento Pilatos del equipo de gobierno de José María González ha sido apoteósico. No importa que se venda pescado sin licencia, contraviniendo las ordenanzas municipales. No importa si ese pescado, que no cuenta con ninguna garantía sanitaria, provoque alguna intoxicación alimentaria. Lo importante aquí es la necesidad. Si la hay, está justificado que se vendan hasta tortillas, con o sin papas, porque hay que buscárselas y lo demás no importa, excepto la Ley Mordaza.

No importa que a los agentes de la Policía Local se les haya insultado, que se tire por tierra su trabajo, o que se les hay dejado por mentirosos. Aquí lo que importa es amagar y no dar: un ponerse de canto para quedar bien con una parte de su electorado, descuidando a aquellos que pagan sus impuestos precisamente para que se les garantice que otros que no los pagan no ejerzan competencia desleal. Pero eso no importa: aquí lo que importa es la necesidad social.
Será que Podemos entiende que las fuerzas de seguridad deben trabajar de una manera holística, es decir, que antes de actuar deben de hacer un balance chupi zen de los pros y contras de actuar o no de una determinada manera, y que si es para sacar unas perrillas en negro, vendiendo productos alimenticios de quien sabe dónde, que es mejor que no actúen, o que hagan la vista gorda, porque la gente se tiene que buscar la vida.
En éstas está el Equipo de Gobierno, en los trabajos y gestión periféricos en lugar de en ocuparse de los asuntos básicos. Léase por ejemplo hacer análisis de 17 grifos en Loreto en lugar de mantener y limpiar los imbornales para que no se inunde La Viña, la Calle Nueva y zonas aledañas cuando se está en alerta amarilla por lluvias. Para actuar ayudando a los gaditanos en estos casos también está la Policía Local, cuya labor es para lo bueno, y por supuesto, también para lo malo, aunque a veces no guste.
Resulta extraña la concepción que tiene Podemos de la labor que deben tener las fuerzas de seguridad. Hace pocos meses, y ante la posibilidad de que España enviase soldados a Mali para luchar junto a Francia contra el Daesh, Pablo Iglesias mostró su oposición manifestando que, ojo, que es que podían volver en cajas de madera. Pues claro: es su profesión. Son soldados. Igual que un carnicero se puede cortar con el cuchillo, un futbolista lesionarse o un médico contagiarse de mononucleosis pasando consulta. Que sí, que la Guardia Civil, los policías, los militares pueden –y deben- ejercer labores humanitarias. Y de las otras, también: de las que entrañan riesgos. De las que no gustan. Las que le gustan a Podemos son las de bajar gatitos de los árboles, rescatar ancianas y controlar el tráfico. Porque todo es chupi guay, todo el mundo es bueno, hay que buscarse la vida. El único canal de televisión que muestra la realidad, con rigor, es La Tuerka. Y el Clan, porque la Policía Local de Cádiz y el resto de fuerzas del orden tienen que ser ahora como La Patrulla Canina.

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