lunes, 11 de noviembre de 2024

LA DIGNIDAD DEL PUEBLO

 



Se ha visto reforzada más si cabe tras los catastróficos efectos de la DANA que ha asolado a gran parte de España hace dos semanas cebándose especialmente en la zona del Levante español. Atrás ha quedado la ineficaz coordinación que ha hecho que haya centenares de muertos, pueblos literalmente destrozados, localidades que han visto que el efecto acción-reacción no se ha dado en esta zona donde hoy en día todavía persiste el barro, automóviles, muebles y utensilios amontonados amén del peculiar olor a muerte y desesperación.

Desde el martes veintinueve de octubre se siente el dolor de una zona devastada en todos los sentidos, con centenares de personas que han fallecido ahogadas y sin poder hacer nada por salvar la vida. Desde fuera se ha visto como se han lanzado a la calle los Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, especial relevancia a la Guardia Civil, Policía Nacional, Policía Local, FF.AA. y demás servicios de emergencias que tenían competencias en la comunidad valenciana. Pero se ha echado de menos la enérgica actuación de todos los medios que tiene a su disposición el estado por medio del gobierno que ha ido campeando el temporal de la peor manera posible, excusándose tras la premisa que la acción debía llevarla la comunidad autónoma valenciana en cuestión que hacía sonrojar a propios y extraños mientras los pueblos convivían con barro, amasijos de coches, muebles, enseres, bajos, garajes abandonados y la muerte.

Mientras seguían los dimes y diretes institucionales se sucedían las peticiones de miembros de la guardia civil, policía nacional, militares, que pedían permiso para ir a la zona cero de forma voluntaria que veían con desesperación como su predisposición humanitaria quedaba congelada ante la inacción de los máximos responsables de sus respectivos ministerios.

Entonces fue cuando el pueblo harto de tanta incompetencia de quienes dicen servirlos se fueron todos a una en ayuda de los que más estaban sufriendo a limpiar lodo, haciendo llegar comida y cuanto necesitaran los que por culpa de un efecto meteorológico los habían dejado sin absolutamente nada. Millones de anuncios peticionarios de alimentos, ropa, agua, así como lo más necesario para sobrevivir se fueron sucediendo día tras día en nuestra querida y noble España.

El presidente valenciano, tiempo habrá valorar como gestionó esta catástrofe natural, hay que reconocer que ha estado a pie del barro desde el minuto uno, así como políticos de tendencias distintas los que gestionan los intereses de este país. Una imagen que quedará para la historia es la de los Reyes de España dando la cara ante el pueblo soberano en medio de un estado de ánimo demasiado tenso. Tanto Don Felipe como Doña Letizia estuvieron al pie del cañón escuchando lo que tenían que decirle, con barro en la cara, mientras compartían el dolor de los afectados, de las víctimas, mientras el jefe del ejecutivo se marchaba deprisa y corriendo pues al ver tan enardecido a ese pueblo al que tendría que haber representado desde el principio. Esa imagen y la frase “si necesitan recursos que los pidan” formaran parte de su epitafio como político por más tiempo que pueda pasar.

Sí, el pueblo salva al pueblo. Lo ha hecho desde siempre. El espíritu solidario de nuestros compatriotas es inmensamente mayor a cualquier institución propiamente dicha. Mientras los políticos se pelean, el pueblo actúa. Cuando muchos que deberían representarlos no lo hacen, el pueblo se representa solo y lucha con ahínco por su propia supervivencia.

Esto que ha pasado en Valencia nos debe hacer pensar que tanto el poder ejecutivo como legislativo deben cambiar y en vez de formar parte de una privilegiada clase social convertida en lucrativa profesión deberían ser elegidos los mejores preparados que tengan como único interés el servicio público, limitar constitucionalmente los mandatos, y cuando se cumplan adiós muy buenas, gracias por los servicios prestados y a sus santas o laicas casas. Esto también iría dirigido para parlamentos, diputaciones y corporaciones locales. No queremos políticos profesionales, sino que sirvan al pueblo.

Y mientras tanto las listas de espera para ir como voluntarios aumentan siguen habiendo recogidas de productos básicos donde toda la sociedad está inmersa y dentro de ella nuestras HH.CC.

Jesús Rodríguez Arias


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