Se ha visto reforzada más si
cabe tras los catastróficos efectos de la DANA que ha asolado a gran parte de
España hace dos semanas cebándose especialmente en la zona del Levante español.
Atrás ha quedado la ineficaz coordinación que ha hecho que haya centenares de
muertos, pueblos literalmente destrozados, localidades que han visto que el
efecto acción-reacción no se ha dado en esta zona donde hoy en día todavía
persiste el barro, automóviles, muebles y utensilios amontonados amén del
peculiar olor a muerte y desesperación.
Desde el martes veintinueve de
octubre se siente el dolor de una zona devastada en todos los sentidos, con
centenares de personas que han fallecido ahogadas y sin poder hacer nada por
salvar la vida. Desde fuera se ha visto como se han lanzado a la calle los
Cuerpos y Fuerzas de Seguridad del Estado, especial relevancia a la Guardia
Civil, Policía Nacional, Policía Local, FF.AA. y demás servicios de emergencias
que tenían competencias en la comunidad valenciana. Pero se ha echado de menos
la enérgica actuación de todos los medios que tiene a su disposición el estado
por medio del gobierno que ha ido campeando el temporal de la peor manera
posible, excusándose tras la premisa que la acción debía llevarla la comunidad
autónoma valenciana en cuestión que hacía sonrojar a propios y extraños
mientras los pueblos convivían con barro, amasijos de coches, muebles, enseres,
bajos, garajes abandonados y la muerte.
Mientras seguían los dimes y
diretes institucionales se sucedían las peticiones de miembros de la guardia
civil, policía nacional, militares, que pedían permiso para ir a la zona cero de
forma voluntaria que veían con desesperación como su predisposición humanitaria
quedaba congelada ante la inacción de los máximos responsables de sus
respectivos ministerios.
Entonces fue cuando el pueblo
harto de tanta incompetencia de quienes dicen servirlos se fueron todos a una
en ayuda de los que más estaban sufriendo a limpiar lodo, haciendo llegar
comida y cuanto necesitaran los que por culpa de un efecto meteorológico los
habían dejado sin absolutamente nada. Millones de anuncios peticionarios de
alimentos, ropa, agua, así como lo más necesario para sobrevivir se fueron
sucediendo día tras día en nuestra querida y noble España.
El presidente valenciano,
tiempo habrá valorar como gestionó esta catástrofe natural, hay que reconocer
que ha estado a pie del barro desde el minuto uno, así como políticos de
tendencias distintas los que gestionan los intereses de este país. Una imagen
que quedará para la historia es la de los Reyes de España dando la cara ante el
pueblo soberano en medio de un estado de ánimo demasiado tenso. Tanto Don
Felipe como Doña Letizia estuvieron al pie del cañón escuchando lo que tenían
que decirle, con barro en la cara, mientras compartían el dolor de los
afectados, de las víctimas, mientras el jefe del ejecutivo se marchaba deprisa
y corriendo pues al ver tan enardecido a ese pueblo al que tendría que haber
representado desde el principio. Esa imagen y la frase “si necesitan recursos
que los pidan” formaran parte de su epitafio como político por más tiempo que pueda
pasar.
Sí, el pueblo salva al pueblo.
Lo ha hecho desde siempre. El espíritu solidario de nuestros compatriotas es
inmensamente mayor a cualquier institución propiamente dicha. Mientras los
políticos se pelean, el pueblo actúa. Cuando muchos que deberían representarlos
no lo hacen, el pueblo se representa solo y lucha con ahínco por su propia
supervivencia.
Esto que ha pasado en Valencia
nos debe hacer pensar que tanto el poder ejecutivo como legislativo deben
cambiar y en vez de formar parte de una privilegiada clase social convertida en
lucrativa profesión deberían ser elegidos los mejores preparados que tengan
como único interés el servicio público, limitar constitucionalmente los
mandatos, y cuando se cumplan adiós muy buenas, gracias por los servicios
prestados y a sus santas o laicas casas. Esto también iría dirigido para
parlamentos, diputaciones y corporaciones locales. No queremos políticos
profesionales, sino que sirvan al pueblo.
Y mientras tanto las listas de
espera para ir como voluntarios aumentan siguen habiendo recogidas de productos
básicos donde toda la sociedad está inmersa y dentro de ella nuestras HH.CC.
Jesús Rodríguez Arias
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