viernes, 27 de mayo de 2016

"REZAREMOS POR EL ESTADO ISLÁMICO"

Ayuda a la Iglesia Necesitada


 



El Año de la Misericordia es acogido con alegría entre los cristianos del mundo árabe

Artículo publicado en el nº 2.990 la revista Vida Nueva

Oliver Maksan (AIN).- El Año Santo de la Misericordia es acogido con alegría por los católicos en el mundo árabe, desde Marruecos hasta Irak. El padre Dankha Issa es monje de la Orden Caldea en Alqosh. Cientos de refugiados cristianos han encontrado asilo en la ciudad, después de que sus pueblos fueran conquistados por los yihadistas durante el pasado verano. Esta ciudad antiquísima y plenamente cristiana se encuentra situada al norte, en el Kurdistán iraquí. Solo 15 kilómetros separan su monasterio de la Virgen María “guardián de las plantas” del frente del Estado Islámico (ISIS). Desde los montes de Alqosh se pueden ver por la noche las luces del los milicianos islamistas. 

“Estamos agradecidos al Santo Padre por haber proclamado el Jubileo. Para nosotros, es un tiempo de gracia, nos da nueva esperanza. Esperemos que este Año apague el fuego del odio y nos traiga la paz”, cuenta este sacerdote, que en junio tuvo que huir de Mosul ante al avance del ISIS. Para él, es importante que los cristianos de Alqosh experimenten de un modo sincero la bondad de Dios, que perdona los pecados: “Dios nos perdona, pero esto también significa que hemos de perdonarnos los unos a los otros. Incluso a los miembros del ISIS, que tanto mal nos han causado. Hemos de amar a nuestros enemigos”. 

El padre Dankha sabe que esto no es fácil: “Humanamente, no es posible, pero en la fe es más fácil. Dios lo puede todo”. Él no desespera y reza para que se conviertan los yihadistas: “Esperamos que Dios abra y ablande los corazones de estos hombres para que terminen con sus actos asesinos. Recemos para que expulse de sus corazones el odio y entre en ellos el amor”. Su convento desea hacer sentir a los refugiados la misericordia de Dios durante este Año. “Como hemos hecho hasta ahora –concluye–, les proporcionaremos alimentos y otras cosas similares. Pero especialmente queremos rezar juntos, sobre todo el rosario”. 

En el Líbano, el padre Raymond Abdo quiere que el Año Santo sirva de motivo para dar una respuesta cristiana a la persecución: “Misericordia significa no permitir que odiemos a esas gentes. Necesitamos valentía para rezar por ellos y amarlos: cuando persiguen a Cristo no saben lo que hacen. Esto es lo que Jesús hizo en la Cruz”. Según este carmelita de Trípoli, lo decisivo en este Año es amar también a personas que profesan otras religiones, empezando cada uno en su ámbito. En su caso, en la escuela en la que da clases, el 65% de los alumnos son musulmanes: “He de respetarlos como a los cristianos: esto es para mí misericordia”.

Vivencia especial en Tierra Santa 

También en Gaza, Palestina, despierta mucho interés el Jubileo. La Franja ha sido escenario de varias guerras entre israelíes y palestinos durante los últimos años, con cientos de muertos, miles de heridos y decenas de miles de personas sin hogar. En ningún otro lugar el conflicto entre israelíes y palestinos es tan brutal como aquí. Más de 1,8 millones de personas viven en este terreno densamente poblado. Solo hay unos 1.300 cristianos, y el número de católicos apenas supera los 160. El padre Mario da Silva es párroco de la comunidad católica de la Sagrada Familia. Desde hace algunos años, este religioso brasileño del Instituto del Verbo Encarnado (IVE) vive en la ciudad. Aquí ha vivido varias guerras.

“Este Año Santo –comenta– es una gran oportunidad. Los cristianos podemos aprender de nuevo lo que significa la misericordia de Dios y reflexionar sobre la realidad del pecado. Necesitamos del perdón de Dios. Tenemos la oportunidad de experimentar de nuevo el sacramento del Perdón”. Por ello, desea ofrecer durante el verano ejercicios espirituales que se centrarán en la misericordia de Dios. También sus homilías dominicales de este año tendrán su eje en el tema del perdón.

“Desde el primer momento que pasé en Gaza –abunda– sentí, por supuesto, el odio que experimentan las personas dentro de sí por la política israelí. Este odio nace de la injusticia que las personas sufren aquí día a día. Entre los cristianos, probablemente, no esté tan extendido porque el perdón forma parte de nuestra fe. Pero también ellos conocen esa sensación. Esto es humano. Las guerras, la destrucción, las elevadas cifras de desempleo… Esto corroe a las personas. Pero, como sacerdote, no veo mi principal tarea cambiar la situación política. No está en nuestras manos, a pesar de que la Iglesia llama por su nombre a la injusticia. Lo que sí podemos hacer es ayudar a convertir los corazones”.

En Egipto, el padre Beshoi es, desde hace algunos meses, párroco en Azareia, una población cristiana cerca de Assiut. Ese sacerdote católico copto quiere acercar el sacramento del Perdón de nuevo a sus feligreses: “Entre nosotros hay mucha venganza, debido a la lesión del honor familiar. El motivo a veces es nimio, pero el conflicto se agudiza hasta que se producen muertes. Y eso que en nuestro pueblo solo viven cristianos, que se han adaptado a la cultura islámica que nos rodea. En el islam, el único legislador es Diosque castiga cuando no se cumplen sus mandamientos. Yo quiero cambiar esa mentalidad. Deseo acercar a mis hermanos a Dios, como padre misericordioso que nos perdona. Esta es también la razón por la que hemos de perdonarnos unos a otros. El Año Santo me viene como anillo al dedo”.

Sobre todo entre los jóvenes y adolescentes del lugar, sacudidos por muchos problemas: “Muchos consumen drogas porque se sienten no queridos e incomprendidos. Deseo mostrarles que Dios les ama y les está esperando con los brazos abiertos. Sé que Dios puede hacer milagros en las almas. Recientemente me vino a ver un hombre de casi 60 años para confesarse, ¡por primera vez en toda su vida! Espero que se produzcan muchos milagros pequeños durante este Año”. 

También en el extremo occidental del mundo árabe se celebra el Jubileo, aunque en Marruecos apenas viven católicos y en su mayoría son extranjeros. Con esperanza viven las religiosas del Carmelo de Tánger. “Hemos recibido el Jubileo con alegría y agradecimiento. Es una gracia grande que queramos vivir en comunión con toda la Iglesia. Con toda nuestra pobreza y debilidad, y conscientes de nuestros pecados, estamos de camino hacia el Padre, cuyo abrazo necesitamos”, dice la priora, María Virtudes, religiosa española. 

Las hermanas comenzaron el Jubileo con una vigilia de oración: “Adoramos al Señor en la Eucaristía. Cantamos, alternándonos, las estrofas del himno que se compuso con ocasión del Año Santo y también hemos dedicado largos ratos a la adoración en silencio. Con la Virgen hemos estado en comunión con toda la Iglesia”.

No hay comentarios:

Publicar un comentario