martes, 3 de mayo de 2016

A BOCADOS; POR LAURA GARÓFANO.





Acaba de inaugurarse la temporada de búsqueda y captura de ese biquini o bañador y nos vemos obligados a enfrentarnos a nuestro propio cuerpo, con la luz blanca e inclemente de un probador. Un cuerpo pálido, ignorado durante meses, que no tendrá marcas blancas: se habrán borrado durante el invierno. A partir de ahora, además de ponernos a seudo dieta, trabajaremos denodadamente para conseguir un cuerpo bronceado, que será lo que consigamos al finalizar el verano. Un cuerpo bronceado, pero con marcas blancas.

Quizá algunos logren estas marcas antes de las nuevas elecciones generales, previstas para el 26 de junio. Decía Pedro Sánchez la semana pasada que estábamos obligados, ‘abocados’, a unas nuevas elecciones. Lo de que están obligados a unas nuevas elecciones se sabía. Lo que no sabíamos, y que hemos aprendido estos meses, es que los partidos políticos están más bien a bocados: a mordisco limpio. Lo del bien común es un ‘bla bla bla’.

A bocados hemos estado también los españoles en los últimos tiempos. Literalmente. Por ejemplo, la crisis nos ha hecho cambiar nuestros hábitos de consumo. Ya no se adquieren las grandes marcas conocidas como antes, y en el supermercado se opta también por las marcas blancas, que prometen igual calidad a menor precio. Y cuando lees los datos del fabricante, compruebas que en ocasiones hay productos que están hechos, precisamente por las mismas grandes empresas que comercializan los mismos productos.

A los españoles nos vuelven a poner en la misma tesitura de hace unos meses. Coja usted su papeleta, mesa a o mesa b, enséñeme el dni, vota. Lo mejor de todo es que el resultado va a ser el mismo. No habrá mayorías absolutas y el tablero de juego quedará pintado exactamente igual que el que hemos tenido meses atrás. Un dèja vu en toda regla que volverá a dejar en evidencia a nuestros políticos.

Lo más revelador de estos meses es la nula capacidad de diálogo de nuestros dirigentes y su nivel de intolerancia. De todos. También hemos tenido otro dèja vù: Pedro Sánchez ha vuelto a decir que, tras el 26 de junio, y sea cuales sean los resultados, no dialogará con el PP. Pedro Sánchez no se enfrenta a unas elecciones: se enfrenta a una ruleta rusa. Porque corre el riesgo real de que la alianza Podemos-IU fagocite al PSOE. Con 90 escaños, obtuvo los resultados más bajos de toda la historia del partido socialista. Y Susana Díaz ya ha avisado: no contempla un resultado peor. Solo espera ganar, y ha criticado los intentos de su secretario general de formar gobierno, preguntando que con qué Podemos pactaría el PSOE, si con el que apoya a Bódalo, el edil que agredió a un concejal socialista de Jódar, o con el que dice que Otegi es un hombre de paz y se lo lleva al Parlamento Europeo.

Al final, los juegos de palabras son los que triunfan. Nos volvemos locos por ponernos morenos, pero con marcas blancas. Vamos al supermercado y las compramos. Vamos a unas segundas elecciones e indudablemente la llave volverá a estar en las que algunos denominan marcas blancas, y las sitúan a derecha o izquierda según la ideología del narrador. Presumiblemente en estos partidos estará la clave de nuestro futuro como país. 

Mientras, la vida en la calle sigue y comenzamos a trabajarnos las marcas blancas, como manda el inicio del buen tiempo. El nivel de hastío en la ciudadanía es tal que en los eventos sociales de estos meses (bodas, bautizos, comuniones) ya no se habla ni de política. En unos meses hemos pasado de volver a hablar de política en todas partes a no hacerlo en absoluto. Ya hemos descubierto que aun si nos quedamos quietos, de todas maneras nos pondremos morenos. Para ponernos a bocados, que se pongan los políticos, que lo hacen estupendamente.

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