A Cayo Lara, el plomo de Argamasilla, el antisistema sistemáticamente obsesionado por imponer su propio sistema –desmoronado por la realidad histórica–, no le convence la comparecencia de Rajoy en el Congreso, bastante tardía en mi opinión, «porque se va a limitar a dar su versión». Se refiere el pelma de Argamasilla de Alba a su versión del «caso Bárcenas». No entiendo bien su disgusto. Si Rajoy comparece y habla, lo lógico es que el Presidente del Gobierno explique en la Cámara Baja su versión, no la de Pep Guardiola, por poner un ejemplo santificado por el buenismo. Cayo Lara, como buen manchego, es un certero cazador de escopeta. Perdiz que vuela a menos de cincuenta metros de distancia de donde se ubica Lara, perdiz que cae como una pelota sobre los campos de cereales o los esqueletos de las viñas. Y no mencionemos a los conejos y las liebres, sus grandes especialidades cinegéticas. En ese aspecto, dueño de una pericia superior a la de su compañero de armas, Diego Cañamero, afanoso cazador de piezas menores en «El Coronil» y su sevillana comarca, y del que dicen que se pone tan nervioso cuando yerra un disparo que se disculpa inmediatamente con el propietario de la finca. «Lo siento, señor marqués. Se me ha ido de ala». Y si algún día yo le ruego a Cayo Lara que me hable de la perdiz roja y brava, aguardaré expectante su versión, no la de Cañamero, y menos aún, la de Manolita Chen, que en paz descanse.
Bárcenas ha demostrado ya que es un mentiroso. Actúa con el impulso arrebatador de la venganza, que es impulso cegador e inconcreto. Rajoy, en ocasiones, parece tener menos carácter que el mítico duque de Osuna. «Las venas con poca sangre, los ojos con mucha noche». No lo disculpo. Creo que tendría que haber hablado hace tiempo y sin miramientos. Pero confío en Rajoy y nada en Bárcenas, como creí más en Felipe González que en Javier De la Rosa, faltaría más. Lo que haya de cierto o de invento, o de omisión o de fantasía en esos papeles tan raros se aclarará muy pronto. Y Bárcenas, por supuesto, es todavía un presumible delincuente hasta que la Justicia no demuestre lo contrario. Pero en cualquier caso, el Presidente del Gobierno ha accedido a hablar para dar su versión, no la que Cayo Lara desea. Exigir la presencia de un político para que exponga la versión de otro sólo se le puede ocurrir al tostón estalinista de Argamasilla. Aunque triunfe su venganza
No hay comentarios:
Publicar un comentario