lunes, 22 de julio de 2013

PATRONOS E INTERCESORES DE LA JMJ.



La JMJ está bien cuidada desde el cielo
Algunos son de sobra conocidos, como santa Teresa de Lisieux, o el Beato Juan Pablo II. De otros no tenemos tantos datos, pero tienen historias de amor a Cristo apasionantes, como la de una joven que quiso preservar su pureza ante una violación, otra que ofreció su enfermedad por la conversión de su madre, o un muchacho que murió de una paliza por no quitarse el escapulario. Son tantos, que la JMJ ha tenido que dividirlos entre Patronos e intercesores
Patronos
Nuestra Señora de la Concepción Aparecida
Protectora de la Iglesia y de las familias
Corría el año 1717. Tres pescadores pidieron la intercesión de la Virgen para poder sacar las redes del Río Paraíba con algo de pescado, pero, en lugar de peces, en las redes encontraron una imagen de Nuestra Señora de la Concepción, de terracota. Por eso la llamaron la Aparecida. Durante años, la imagen se quedó en casa de uno de los pescadores, pero la multitud de personas que iban a orar creció tanto que, en 1834, comenzó la construcción de la primera basílica. En 1930, fue proclamada Reina y Patrona de Brasil, por Decreto del Papa Pío XI, y en 1955 comenzó la construcción de la basílica nueva. En 1980, Juan Pablo II la consagró y la declaró el mayor santuario mariano del mundo, y el Papa Francisco ha incluido una visita en su agenda para la JMJ, el día 24 de julio.
Beato Juan Pablo II
¡Amigo de los jóvenes!
El Papa Juan Pablo II fue el gran impulsor de las Jornadas Mundiales de la Juventud desde que comenzasen, en Roma, en 1984. Nacido en Wadowice, Polonia, en 1920, es considerado el Papa de los jóvenes por la intensa relación que siempre tuvo con ellos: se esforzó en comprenderlos, dialogar con ellos, y los invitó a reconocer su lugar y su misión dentro de la Iglesia. Es célebre su frase, en la Vigilia de Oración de la Jornada Mundial de la Juventud en Roma, en el año 2000: «Queridos amigos, en vosotros veo a los centinelas del mañana».Una reliquia que porta unas gotas de su sangre -la misma que se utilizó durante la ceremonia de su beatificación- ya está de peregrinación por Río de Janeiro y podrá ser venerada por los peregrinos en los Actos Centrales.
San Sebastián
Soldado y mártir de la fe
Nacido en Francia en el año 256, Sebastián fue soldado del emperador Diocleciano, quien, desconociendo que era cristiano, le nombró jefe de la guardia imperial. Como soldado, cumplía con la disciplina militar, pero no participaba en los sacrificios paganos. Como cristiano, visitaba a los encarcelados por causa de su religión. Acabó por ser descubierto, y el emperador le condenó a morir asaeteado, pero las flechas no le mataron, por lo que el emperador, desconcertado, mandó que lo azotaran hasta morir. Los soldados, esta vez, cumplieron sin errores la misión. Los cristianos lo recogieron y lo enterraron en la Via Apia, en la célebre catacumba que lleva su nombre.
San Antonio de Santana
Heraldo de la paz y de la caridad
Es el primer santo brasileño, canonizado en 2007 por el Papa Benedicto XVI en Sao Paulo. Fray Galvao fue un fraile de la congregación franciscana que ayudaba a sanar a los enfermos usando papeles como píldoras, con oraciones dirigidas a la Virgen María. Este santo franciscano, nacido en Guaratinguetá en 1739, renunció a una buena posición social para seguir su vocación religiosa. Vivió la mayor parte de su vida religiosa en Sao Paulo, donde fundó, entre otros, el monasterio de Nuestra Señora de la Luz.
Santa Teresa de Lisieux
Patrona de las misiones
Santa Teresa del Niño Jesús y de la Santa Faz: santa Teresita, nació en Alençon, Francia, en 1873. Hija de un matrimonio Beato, Luis Martin y Maria Celia Guérin, Teresa sintió la llamada a la vocación religiosa desde muy pequeña. A los 15 años, ingresó en el Carmelo de Lisieux, donde vivió dando un gran valor a la oración y a los pequeños actos. Proclamada Doctora de la Iglesia por Juan Pablo II en 1997, su doctrina habla que son los actos sencillos y hechos con amor los que llevan al camino de la santificación. Fue proclamada Patrona de las misiones en 1927, pese a no haber abandonado nunca el convento, por su profundo deseo de ser misionera desde el claustro, y su oración y ofrecimiento por las misiones.

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