domingo, 21 de julio de 2013

LA EUCARISTÍA NO ES UN SIMPLE CUMPLIMIENTO.

Bien sabe Dios que no quería escribir en este Su Día ningún post. No es bueno cansar a mi queridos y fieles amigos, hermanos en la fe y seguidores de este blog.

Pero ayer ocurrió un hecho que si no lo comparto con vosotros sería un auténtico desagradecido. La Gracia no se puede ocultar y cuando eres iluminado por ella  en tu interior tienes que hacerlo público, gritarlo al exterior para que todos lo sepan.

Muchas veces vamos a Misa, pero ¿Cuantas veces celebramos la Eucaristía?

Hay que cumplir el precepto, tenemos que ir aunque no tengamos muchas ganas, la adelantamos o atrasamos porque nuestro interés está en otras cosas... ¡Cumplir y mentir!

A la Santa Misa hay que ir un espíritu y corazón necesitado de recibir la Gracia de Nuestro Señor, participar activamente de ella y estar abiertos para que Jesús se introduzca en nosotros.

Hace ya algún tiempo que cuando voy a Misa celebro la Eucaristía. Cierro mis ojos y me encomiendo a Dios para que inunde cada rincón de mi pobre ser. Este Acto Sacrificial me hace romper con todo y noto que mi espíritu se deja llevar por el Padre que hace Obras maravillosas en mí. Siento en lo más profundo de mi ser como me voy vaciando desde dentro hasta hacer que el pozo negro de mis necedades se convierta en un campo verde lleno de esperanza y amor que está preparándose para recibir al Cordero Pascual. 

¡Comulgar no es cualquier cosa! No es un rito y menos una costumbre. Comulgar es depositar el Cuerpo de Jesús Vivo en mi cuerpo que se convierte por un tiempo Sagrario Suyo. Yo, inmundo y lleno de miserias soy el nuevo tabernáculo que ha elegido Cristo para instalarse. ¿Veis lo que Dios nos ama?

Ayer me volvió a ocurrir esto cuando acudimos a celebrar la Eucaristía en la Iglesia del Santo Cristo de San Fernando. Nos pusimos en el lado donde está la Capilla Sacramental y ante Él, ante Jesús, recé con fruición antes, durante y después de la Santa Misa. 

El potente torrente de la voz clara y llena de espiritualidad del Padre D. Rafael Pinto Vega, Párroco de la misma, fue el revulsivo que servía de acompañamiento a los rezos, las meditaciones, escuchar meditativamente las Lecturas y el Evangelio y disfrutar desde el gozo espiritual su gran homilía. No sé cuanto duró la Misa porque a la Eucaristía se tiene que ir sin reloj, sin los criterios del mundo. Yo no voy a una Misa porque dure mucho o poco. Tiene que durar lo que debe durar; unos días más y otros menos aunque los efectos que causen en mí deben ser los mismos. ¡Que errados estamos si ponemos los criterios de la Tierra para las cosas del Cielo!

Según iba avanzado la Santa Misa notaba en mi un auténtico desgaste espiritual y un gozo inabalcable y difícil de poder explicar con pobres y limitadas palabras. Notaba como poco a poco me vaciaba por dentro, que Dios me preparaba para poder recibir lleno de Gracia el Cuerpo de Su Amado Hijo.

¡Y así fue! El recibir el Sacratísimo Cuerpo de Jesús fue un auténtico revulsivo en mi interior porque lo negro se había convertido en blanco brillante que inundaba todo mi ser. 

Después de comulgar me fui a mi lugar delante del Sagrario que está permanentemente en la Iglesia y le hablaba, lo gozaba, le daba las gracias de Jesús a JESÚS, de sagrario temporal a Sagrario Permanente, de cuerpo y alma anhelante de Cristo al Hijo de Dios hecho Hombre que había vuelto a sacrificarse por todos  nosotros por medio de la celebración de la Eucaristía.

El hilo para el mayor de los Encuentros fue la Santa Misa y la voz de este buen Sacerdote que se entrega a diario por medio de sus feligreses y los demás a Dios Padre Lleno de Eterna Misericordia. Está de enhorabuena el Barrio del Cristo de San Fernando de contar con un Cura tan dinámico, tan trabajador, tan volcado en su Ministerio y tan especialmente espiritual.

Ayer al terminar la Eucaristía me sentía vino nuevo en odre viejo. Mi espíritu se había rejuvenecido por Gracia de Dios aunque mi cuerpo se convertía en vieja tinaja que debe soportar la fuerza y vitalidad de mi ser y alma renovados por Cristo Jesús.

No quería que pasara hoy domingo, día del Señor sin compartir estas humildes experiencias con todos los que quiero y sé que me quieren y me estiman porque así, también, le estoy dando culto a Dios.

¡De bien nacidos es ser agradecidos! Y yo lo estoy todos los días de vida a mi Jesús, mi Señor, mi Dios, mi Mayor Hermano y confidente.

Os deseo un Feliz Domingo, Día del Señor.

Recibid un fuerte abrazo y que Dios os bendiga.

Jesús Rodríguez Arias

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