martes, 23 de julio de 2013

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN.

Lectura del santo evangelio según san Juan 15, 1-8

En aquel tiempo, dijo Jesús a sus discípulos:
- Yo soy la verdadera vida, y mi Padre es el labrador. A todo sarmiento mío que no da fruto lo arranca, y a todo el que da fruto lo poda, para que dé más fruto. Vosotros ya estáis limpios por las palabras que os he hablado; permaneced en mí, y yo en vosotros. Como el sarmiento no puede dar fruto por sí, si no permanece en la vid, así tampoco vosotros, si no prmanecéis en mí. Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ése da fruto abundante; porque sin mí no podéis hacer nada. Al que no permanece en mí lo tiran fuera, como el sarmiento, y se seca; luego lo recogen y los echan al fuego y arden. Si permanecéis en mí, y mis palabras permanecen en vosotros, pedid los que deseáis, y se realizará. Cone sto recibe gloria mi Padre, con que deis fruto abundante; así seréis discípulos míos.

II. Compartimos la Palabra

Hoy celebramos la fiesta de Santa Brígida, una de las patronas de Europa. Primero, la tendremos en cuenta a ella, su vida, su familia, donde ella se santificó. Luego, veremos la base evangélica sobre la que cimentó su vida, el párrafo evangélico correspondiente litúrgicamente a la fiesta de hoy. 
  • Santa Brígida

Santa Brígida fue madre, viuda, religiosa y fundadora. Su matrimonio duro 28 años y tuvo 8 hijos, cuatro hombres y cuatro mujeres. De los 4 hombres, uno fue religioso; dos, buenas personas; y el 4º, Carlos, una de las ovejas negras de la familia. Sólo al final de su vida se arrepintió. De las 4 mujeres, una fue santa, Santa Margarita de Suecia; otras dos, religiosas; y la 4ª, otra oveja negra que dio bastantes disgustos a sus padres. Una familia donde coexistió el bien y el mal, quizá como la mayoría de las familias y comunidades del tipo que sean. Santa Brígida supo no desesperarse nunca, dar tiempo al tiempo, tener paciencia y dar siempre el mejor de los ejemplos junto a sus consejos, por maternales, cercanos y certeros.
Mantuvo siempre las mejores relaciones con Dios por medio de la oración, la reflexión, el culto y las peregrinaciones. Al final, abrazó la vida religiosa, en la que siguió teniendo visiones celestiales y muchas obras de caridad. 
  • Dios, el cuidador y podador. El hombre, el sarmiento

Jesús muestra hoy al Padre como viñador, como el que prodiga sus desvelos pensando en los frutos. No se puede obviar que, a veces, éstos exigen cortar, arrancar ramas secas; pero predomina en él su oficio de cuidador y podador. Por eso, prefiero verle como el Padre que, al atardecer reunía a Brígida, a su marido e hijos, a veces un tanto agitados, preocupados por multitud de cosas, para, con una paciencia similar a la que Jesús mostraba con sus discípulos, hablarles y recordarles que el Padre, el labrador, el viñador, era él. Y que ellos y ellas, las ramas, eran sus hijos e hijas; que debían tener confianza, que tenían que fiarse de él, que sabía lo que hacía. Que, incluso en momentos de clara y pecaminosa esterilidad, seguían siendo sus hijos. Que se dejaran cuidar, si fuera necesario que se dejaran podar, y siempre que se dejaran querer sin creerse nunca mayores de edad mientras permanecieran en el hogar.
En otros momentos, Jesús les hablaría con la misma cercanía y confianza, presentándose a sí mismo como la vid, el tronco, la base que garantiza la permanencia a la que el sarmiento tiene que quedar fijo en la cepa. Y, con inmenso cariño, insistiría: “Sin mí no podéis hacer nada”, bueno, se entiende. Y Brígida se dio cuenta de que, a la luz de las palabras y ejemplo de Jesús, más que de “imitación” de Cristo, de lo que se trataba era de permanecer anclados en él, unidos a él: “permaneced en mí”; “permaneced en mi amor”; “que vuestro fruto dure y permanezca”. Brígida, viviéndolo, se santificó; hoy, la Iglesia nos ofrece su ejemplo para que nosotros lo vivamos también.
Fray Hermelindo Fernández Rodríguez 
La Virgen del Camino 

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