martes, 23 de julio de 2013

¿EN EL VERANO DESCANSAMOS DE TODO?


La bonita, por donde se mire, época estival hace que todo cuanto nos rodea nos parezca mejor, los ánimos se relajan, la gente sonríe más, tenemos mejor color y ganas de vivir la vida a cada instante. El calor, el mejor tiempo, de una sensación agradable para nuestro existir. 

En verano casi todo ha concluído. Los cursos académicos, pastorales, de actividades han finalizado y pocos son los que organizan reuniones u actos porque saben, de antemano, que la asistencia se verá muy sesgada porque los demás tienen otras prioridades. 

¿Y cuales son esas prioridades que hace que nos olvidemos de casi todo? 

Puedo entender que el cansancio de un año de trabajo, para el que lo tenga, un año de mil cosas hacen que nuestros cuerpos y mentes necesiten el necesario reciclaje que ofrece el descanso, pero eso no son motivos suficientes para olvidarnos de todo. 

Por ejemplo: ¿Por qué se suspenden las Eucaristías mensuales en determinadas instituciones? ¿Por qué están de vacaciones la mayoría de sus miembros? ¿Por qué se suspenden la Adoración al Santísimo los Primeros Jueves o Viernes de Mes? ¿Es que acaso Dios se ha marchado también de vacaciones? 

Creo que debemos desligar lo que es el descanso y la ausencia de actividad en todo lo concerciente a formación académica o de otras consideraciones de las eminentemente espirituales. 

¿O es que cuando nosotros vamos a la playa, estamos en el campo, con nuestras familias de viaje, Dios no nos acompaña? ¿O lo dejamos en casa como la abuela o el perro? 

Disculpad que sea tan incisivo o tan mordaz, pero lo que quiero con este post es despertar conciencias adormecidas por el calor o el sopor que da el verano. 

Para las cosas de Dios no hay, no debe haber, vacaciones. Él está siempre a nuestro lado, nos acompaña en nuestro caminar diario, nos espera en el Sagrario a que lo visitemos estemos donde estemos. Hay muchas Iglesias y muchos Sagrarios aunque un solo Dios. 

Que nuestra evangelización diaria no mengüe, no se apague, ni se diluya en estos tiempos de máxima relajación donde el culto al cuerpo, al tiempo, a las legítimas aficiones impera o quieren imperar a campo abierto. 

No podemos permitir ser sometidos a la indolencia y al olvido de lo trascendetal por muy en verano que estemos. Nuestra misión, nuestro apostolado no puede ni debe quedar aparcado por una fecha concreta en el calendario. Porque parece que en el mes de junio, a lo máximo, todo debe terminar para dejar “libres” los meses de julio y agosto. Los dejamos tan libres que dejamos  hasta Dios al cual le damos vacaciones de nuestra vidas. 

Os hablo desde la óptica personal y más íntima. He ejercido múltiples responsabilidades en distintas instituciones y en casi todas se notaba el bajón o, incluso, la inactividad en estos meses veraniegos donde la playa, las barbacoas, las reuniones con los amigos eran el objetivo a perseguir. 

Desde hace años no ejerzo ninguna responsabilidad concreta en ninguna de dichas instituciones, ni la ejerzo ni la pienso ejercer a medio plazo, después de entrar en una etapa de tranquila y esfervecente maduración en la fe, momento que estoy disfrutando junto al Señor y muchos hermanos míos que al calor de Dios, con sus testimonios y sus obras, hacen de nuestro apostolado un verdadero camino hacia la santificación. 

Puedo decir que en el carisma que estoy totalmente involucrado, en este apasionante y dedicado apostolado de evangelizar en internet me encuentro muy a gusto. El ejercicio del mismo exige constancia y dedicación porque el mensaje que se traslada llega a los más recónditos confines de la Tierra en un clic. 

Ser bloguero católico es serlo durante las veinticuatro horas del día los trescientos sesenta  y cinco días que tiene el año porque estamos llamados a llevar la Palabra, Mensaje y anunciar el Reino de Dios a todos y no olvidemos que internet es una plataforma de comunicación universal. Los internautas que desempeñamos nuestra particular evangelización en la red, que los hay desde Sacerdotes, reliogiosos, religiosas, laicos, lo hacemos gozando y disfrutando de Dios en todo momento. Llevar el Mensaje de Jesús a todos los rincones de la Tierra está reñido con el hastío y el cansancio por eso un cristiano, un católico coherente no aparca su fe cuando se va de vacaciones, simplemente porque no puede. Es tan grande la necesidad de Cristo, está tan lleno de Dios que el “olvidarlo” no sería descanso sino amodorramiento en el espíritu que degenera en desasosiegos e inquietudes espirituales. 

Ser bloguero católico significa el tener una Familia que vive la Fe en comunión más allá de nuestros horizontes y que siempre está presente en tu vida en lo bueno y en lo malo. 

Quiero traer a mi recuerdo y oraciones a todos los que siguen trabajando con denuedo en su Ministerio, en la misión que tenga encomendada dentro de la Santa Madre Iglesia o en los órganos y Movimientos Eclesiales, los cuales no entienden de descanso porque la Fe y su compromiso forma parte de su calendario perpetuo que no entiende de veranos, ni de primaveras, otoños o inviernos. 

Estamos en verano, disfrutemos de esta época del año y hagamóslo en compañía de Dios porque Él siempre está con nosotros. ¡No queramos distraernos y olvidar al Señor durante los días de descanso. ¡Él no se lo merece! ¡Y nosotros tampoco! 

Recibe, mi querido hermano, un fuerte abrazo y que Dios te bendiga. 

Jesús Rodríguez Arias

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