sábado, 10 de marzo de 2012

"HAY QUE DAR LA CARA, AUNQUE TE LA PARTAN".


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    Iglesia | La Gaceta

    "Hay que dar la cara, aunque te la partan"

    10 MAR 2012 | Carmelo López-Arias
    Fernando Ferrín Calamita, juez suspendido por la presión del ‘lobby’ gay.

  • Fernando Ferrín Calamita, juez de Familia en Murcia, fue expulsado de la judicatura por retrasar, maliciosamente según la primera condena, prevaricadoramente según el Tribunal Supremo, la adopción de una niña por la pareja lesbiana de su madre. Su libro testimonio Yo, víctima de la cristofobia (LibrosLibres) ha llegado a las librerías a la vez que Baltasar Garzón era absuelto por ese mismo Tribunal Supremo tras unos fundamentos de la sentencia que apuntan a una prevaricación ‘de libro’.
    -¿Por qué esa diferencia?
    -Lo políticamente correcto exigía mi condena, mientras que en el caso de Garzón, su absolución, a fin de evitar convertirle en una especie de mártir para la progresía internacional. Cuando la política entra en la justicia, esta sale por la ventana.

    -¿Prevaricó usted?
    -La ley dice que el juez de familia, que es quien conoce de una adopción, podrá ordenar la práctica de cuantas diligencias estime oportunas para asegurarse de que resultará beneficiosa para el menor. Estaba plenamente facultado para nombrar un defensor judicial de la menor y unos peritos a quienes dirigir preguntas complementarias.

    -Luego no hay prevaricación...
    -La prevaricación supone apartarse de la ley de forma arbitraria y grosera, sin que la decisión quepa bajo ninguna interpretación dentro del ordenamiento jurídico. De modo que, si no hay un criterio científico unánime sobre la cuestión, no hay delito.

    -¿Y lo hay?
    -Unos dicen que carecer de una de las figuras de referencia, paterna o materna, es irrelevante. Otros sostienen lo contrario. Yo quería indagarlo, de buena fe.

    -¿Cuál fue entonces la base de su condena?
    -Se creó un nuevo derecho: el derecho a adoptar. Hasta ahora era el niño el que tenía derecho a ser adoptado e injertado en una familia que le permitiese el desarrollo armónico de su personalidad, a lo que tiene derecho conforme a nuestro ordenamiento jurídico. Ahora el interés superior del menor queda sacrificado al de los mayores.

    -¿Por qué esta confusión?
    -Mientras asistimos a la vulneración de los derechos humanos básicos, clásicos -la vida, la libertad religiosa, la educación de los hijos según nuestras convicciones-, surgen derechos nuevos: al divorcio, al aborto, a tener hijos… o a adoptar.

    -¿Es por el matrimonio homosexual?
    -En Portugal está permitido, pero no la adopción. Por algo será. En cambio, a mí se me dice que una cosa lleva la otra.

    -¿No es así?
    -No. Una cosa es que la ley permita el matrimonio entre personas del mismo sexo, y otra distinta que ese matrimonio pueda adoptar. Esto último está subordinado al interés superior del menor. Ha de demostrarse que es beneficioso para este.

    -¿Habría sido condenado sin presión mediática y sin cobardías ante ella?
    -No. El 23 de julio de 2008 se reunieron en Madrid colectivos de género y LGTB y acordaron denunciarme ante el CGPJ. El 25, su Comisión Permanente, reunida con carácter de urgencia en día festivo, acordó abrirme expediente por haber atribuido la custodia de unas menores al padre, y no a la madre, porque tenía una relación sentimental con otra mujer, y entender que ello perjudicaba a las pequeñas.

    -Pero hubo dos expedientes más...
    -El más mediático, un supuesto retraso injustificado (siete meses: ¡habría que procesar al 90 % de los jueces!) en una adopción. Las vocales feministas del CGPJ querían más, venían a decir que no estaba en mis cabales. El Tribunal Superior de Justicia de Murcia me abrió un tercer expediente para comprobarlo.

    -¿Puede un católico ser juez en España? 
    -Puede y debe, como en cualquier otra profesión. Hay que dar la cara, aunque te la partan. Aunque yo no tengo ningún mérito, pues me vino todo rodado: no era consciente de dónde me metía. Me limité a cumplir mi trabajo. A hacer lo que creí que debía hacer. El propio tribunal reconoce que era un caso novedoso.

    -¿Por qué “víctima de la cristofobia”?
    -La querella que terminó con mi condena equipara ser del Opus Dei (que no lo soy) con ser católico, y ser católico con ser homófobo. Hoy por hoy, entre las causas de abstención y recusación no está ser católico. Pero eso es en teoría, porque en la práctica prosperó la alegación y fui apartado del caso de forma ilegal y arbitraria.

    -¿Animaría usted a un joven católico a ser juez? 
    -La justicia está politizada. El derecho que se aplica no es el que se estudia en las facultades. Se aplica en tanto sea oportuno. Si no lo es, no se aplica, y punto. Pero el que crea tener esa vocación debe seguirla.

    -Aunque usted advierte en su libro...
    -...de que el de juez es un puesto de enorme responsabilidad, muy difícil de conciliar con la vida familiar y con una vida de relación con Dios. Es muy absorbente. No hay que hacer lo que yo hice.

    -¿A qué se refiere?
    -Ponerla en primer lugar. Yo no podía tener nada pendiente. ¡Paradójicamente, en primera instancia me condenan por retardo malicioso, y luego agravan la condena!...

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