lunes, 25 de marzo de 2019

* RAFA SERNA




Me ha costado escribir este artículo pues admiraba y admiro a Rafael González Serna al que tuve el privilegio de conocer en una Tarde de Toros en Villaluenga del Rosario allá por 2014.

Por eso con un prudencial tiempo después de su fallecimiento he querido dejar por escrito mi sentimientos hacia un hombre de Fe auténtica que amaba la Vida y que ahora, junto Jesús de la Sentencia y la Virgen del Rocío que era y es su Esperanza, ya descansa en Paz.

Jesús Rodríguez Arias 


RAFA SERNA



Lo conocí en Villaluenga del Rosario, más concretamente en su original e histórica Plaza de Toros, un soleado 28 de junio de 2014. Estaba allí apoyando a su hijo Rafa en una clase práctica donde compartió cartel con Ignacio Bonmati, Emilio Silvera, Carlos Corradini, Miguel Pacheco y Pablo Mora que torearon astados de la prestigiosa ganadería “Torrealta”.

Iba acompañado junto a algunos amigos y por las causalidades de Dios nos sentamos casi juntos. Allí en medio de una Tarde de Toros según Villaluenga del Rosario surgió una amena conversación en la que me fue desgranando parte de sus querencias que hay que confesar algunas eran compartidas. Fueron unas horas, que pasaron volando, pero que pude comprobar la grandeza y la hondura de Rafael González Serna. Horas que nos hablamos de tú a tú, sin hacer atisbo por mi parte de su fama consolidada durante años. Simplemente dos aficionados que estaban superando unas dolencias pues se da el caso que ese primer y único encuentro se produjo tan solo dos meses después de mi intervención quirúrgica en Madrid. Nos despedimos con un abrazo y con intercambio de teléfonos con la lógica correspondencia de vernos cuando visitáramos tanto la capital hispalense como Villaluenga…

Sé que su enfermedad fue a más, que la sentencia casi estaba escrita aunque él se resistiera. Por eso me impresionó tanto su magnífico Pregón de la Semana Santa de Sevilla en 2016, al que escuché en reiteradas ocasiones y con el que me emocioné profundamente hasta hacer que las lágrimas recorrieran mis mejillas y bien saben los que me conocen lo duro que soy a la hora de llorar. Me emocionó su sensibilidad, su amor a Sevilla, su profunda Fe que queda más demostrada cuando el dolor, los padecimientos, la enfermedad, se hacen presentes en tu día a día. Ese Pregón no fue un simple Pregón fue una Exaltación a la Esperanza que quedó resumida en esa conversación tan íntima, tan personal ante Jesús de la Sentencia, un diálogo mirándose a los ojos del alma. El Pregón de Rafa Serna ha quedado grabado para la historia de Sevilla como uno de los grandes y en la retina de la memoria de nuestro corazón de todos los que lo escuchamos en la lejanía y nos hizo sentir su mensaje tan cercano.

Siempre he ido informándome de cómo le iba y os debo confesar que me llegó y de qué manera su Pregón a la Virgen del Rocío en la conmemoración del centenario de su coronación canónica. Ya se percibían los rasgos de una enfermedad que paulatinamente iba a más pero eso no fue óbice para que abriera las puertas de la gloria y ofreciera una completa y detallada exaltación a la Virgen del Rocío y a la Peregrinación que la rodea días antes a Pentecostés. Nuevamente la emoción se hizo presente a base de profundos sentimientos declamados a viva voz en medio de un profundo silencio.

Sí, puedo decir que conocí en persona a Rafa González Serna, que estuvimos horas hablando de nuestras cosas, que quedamos en vernos aunque Dios quiso que ese encuentro, por uno o por otro, no se produjera aunque os confesaré que lo he tenido muy presente en sus momentos de gloria, cuando su Sevilla le devolvió parte de lo que él le entregó a corazón lleno, así he seguido con interés y preocupación su estado de salud que me llegaba por amigos en común. El día que murió lo sentí en el alma porque se fue un bético universal, cofrade de los de Fe, un rociero que amaba a la Virgen, un taurino que se embelesaba al ver a su hijo torear, un padre dedicado, un marido enamorado, un hermano de sus hermanos y amigos de sus amigos, un sevillano por siempre entregado, macareno en los cinco sentidos, que hizo de la Esperanza su refugio, su norte, su destino, dejándonos un testimonio de vida de los que quitan el sentío y dan razones para seguir sus pasos, recorrer como él hizo este luengo camino de la mano de Dios que es Padre y también Hijo.

Descansa en Paz Rafa, descansa que ya dejaste los arenales de la vida, ya disfrutas como nadie de tu Virgen que es Rocío de la mañana.

Jesús Rodríguez Arias

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