jueves, 14 de septiembre de 2017

INTERESANTE ENTREVISTA A MONS. ZORNOZA, OBISPO DE CÁDIZ Y CEUTA


El obispo de cádiz y ceuta

P.M.D
-¿Qué espera de este 750 aniversario de la diócesis?
-Una renovación de la fe y del sentido de Iglesia. Creo que es la oportunidad idónea, porque cada jubileo, año santo o alguna de estas conmemoraciones supone volver a las raíces, un acto de conversión; de hecho, la clave del jubileo es recibir las indulgencias que da la Santa Sede, lo que supone un acto de conversión. Cuando eso se hace masivamente, puede ser un impulso muy bueno para renovar la fe e identificarnos cada vez más con la Iglesia.
-¿Para qué debe servirle a la Iglesia de Cádiz esta conmemoración?
-En primer lugar para dar gracias a Dios; es decir, tener una memoria agradecida de lo que es nuestra historia y nuestra fe. Somos el último eslabón de una cadena que lleva 750 años en la diócesis y que ha dado testimonios, santos, mártires o cultura, pues solo hay que ver la cantidad de iglesias, retablos y esculturas que tenemos y que hablan de la obra que a lo largo de la historia ha hecho la Iglesia. La gente, por ejemplo, va a visitar el patio o la capilla de Hospital de Mujeres; y eso es fruto de una obra caritativa de mucha envergadura que se hizo en su día.
En segundo lugar, este es un momento de conversión, una parada para corregir nuestros defectos y para intentar ser más fieles.
Un tercer aspecto sería ser más evangélicos; escuchar la voz de Dios, para lo cual nosotros tenemos también que ser capaces de hacer una gran reflexión para la que vamos a intentar poner los medios con una programación catequética incluida en los actos.
Otro punto que creo que debe ser un fruto de este jubileo es crecer en nuestra identidad cristiana y en la comunión eclesial. Vivimos una época de un relativismo tremendo, que nos lleva muchas veces a confundir, a perder nuestros límites de identidad y a mimetizarnos con el mundo y con criterios a veces muy 'antievangélicos'. Esto nos debe ayudar a ser más fieles al Evangelio, y a vivir más en comunión con la Iglesia, con el Papa, los obispos, los sacerdotes...
Y la última consecuencia que debe tener el año jubilar es que nos haga más capaces de dar testimonio de la fe y llevarla a los demás. Si Dios nos concede todo esto podremos darnos por contentos.
-¿En qué momento le llega a la diócesis este acontecimiento? ¿Cómo está, a grandes rasgos, la Iglesia de Cádiz?
-Veo que hemos iniciado un camino de renovación pastoral que es lento pero que va teniendo ya puestas sus bases. La vida ordinaria de la Iglesia tiene que mantener la enseñanza, la catequesis, la liturgia, la caridad... y luego llegar a los distintos estratos de los de dentro y de los de fuera, cada uno de forma distinta. Se ha hecho mucho trabajo durante mucho tiempo, pero en este momento en que la Iglesia está pidiendo una gran renovación pastoral no es fácil encontrar caminos nuevos; y en eso estamos. Ha sido mi empeño desde que estoy aquí.
Creo también que aquí hay una sensibilidad muy grande y se hace un esfuerzo encomiable en la caridad, lo que supone un testimonio muy gratificante siendo ésta una Iglesia muy pobre y con unas carencias de estructuras y de posibilidades muy grandes.
-En el mes de junio presentó un ambicioso programa de actos por este aniversario ¿Se está cumpliendo hasta ahora lo previsto?
-Empezamos ahora con la apertura de la puerta santa, y creo que las previsiones van bien. Cuando preparamos este programa sabíamos que era ambicioso, pero no es idealista; es decir, nos limitamos a cosas que vimos asequibles, aunque no están del todo cerradas. Y parece que se van confirmando las previsiones y podremos hacer el programa previsto.
-¿Tendrá Cádiz entonces la gran exposición en la Catedral que no pudo ver en el Bicentenario?
-Sí, todo va en camino. Se están dando los pasos oportunos y creo que sí. Al igual que las publicaciones que estaban pensadas y que se está trabajando ya en ello.
-El programa de actos incluye un vía crucis en Cádiz y una magna en Ceuta. ¿No son demasiadas magnas y procesiones extraordinarias las que estamos celebrando en los últimos tiempos?
-Yo en este asunto me dejo aconsejar; y creo que si no hubiera sido por esta última magna que se dedicó a la Virgen del Rosario, el antecedente se remonta a 2012; y estamos en 2017; y cuando se hagan estas procesiones será 2018... Creo que la efeméride merece que tenga una consideración importante; y por otra parte las hermandades se sienten muy agradecidas de poder participar en este acontecimiento y poder manifestar así su fe. Hay que integrar a todos los miembros y grupos de la Iglesia para que se sientan partícipes en este jubileo. Y en el horizonte tampoco veo, hasta dentro de mucho tiempo, que haya ninguna otra oportunidad para repetir actos así.
-Va a cumplir seis años desde su llegada a la diócesis. ¿Está contento el obispo en Cádiz?
-Estoy feliz. Me siento muy bien acogido y mi pretensión es ser pastor y padre y poder animar la fe, dentro de las dificultades culturales y ambientales en las que vive hoy la Iglesia. Este momento no es nada sencillo para vivir la vida de la Iglesia.
-¿Y tiene la percepción de tener una diócesis comprometida con su Iglesia? ¿Está la gente implicada? ¿O percibe cierta apatía?
-Según qué cosas. Hay algunos asuntos que son culturales donde a lo mejor se pierde un poco de sensibilidad a la hora de dar testimonio cristiano; y hay otros que sí. También es muy importante, y esa es labor de la Iglesia, motivar esa respuesta de fe. Y esa motivación supone propuestas que puedan ilusionar; y creo que se está generando una corriente en la que se va implicando gente y se va generando una ilusión.
-Este 750 aniversario se complementa con los 600 años de la creación de la sede de Ceuta. ¿Es fácil ser obispo de una diócesis dividida entre dos continentes?
-Una de las características de esta diócesis es la dispersión territorial; pero mis antecesores lo han vivido así y yo lo asumo también. Otras diócesis tendrán otras dificultades. Vivimos en una colaboración muy estrecha; en realidad son dos diócesis que funcionan con vasos comunicantes: un solo seminario, un solo consejo presbiteral, unas delegaciones... Ellos mantienen su identidad como diócesis para muchas cosas, pero en otras cuestiones todos vivimos en unión. A mí me supone hacerme presente allí, y procuro estar al menos una vez al mes o mes y medio. Sencillo no es, pero se puede hacer.
-¿Y existe alguna posibilidad de que se planteara dividir de nuevo Cádiz y Ceuta?
-No habría que dividir, porque son dos diócesis que sólo están unidas en la cabeza del Pastor. Habría simplemente que nombrar un obispo de Ceuta. Pero hablamos de una población de 80.000 u 85.000 habitantes, la mitad musulsama... es difícil. Sobre todo porque hay que tener en cuenta que en el momento en que funcionara por sí sola necesitaría unos servicios e infraestructuras como seminario y todos los recursos. Y eso lo hace muy complicado. Pero en cualquier caso, a mí no me corresponde.

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