lunes, 18 de septiembre de 2017

DESDE EL CALVARIO A TODO EL MUNDO, CON LOS OJOS FIJOS EN JESÚS: LA EXALTACIÓN DE LA SANTA CRUZ




El 14 de septiembre es fiesta grande en el Calvario: se celebra la solemnidad de la Exaltación de la Santa Cruz. En Jerusalén, en una capilla de la Crucifixión repleta, los frailes franciscanos celebraban la liturgia que requería ornamentos rojos. Rojas las vestiduras de los sacerdotes, roja la sangre de la pasión de Cristo, muerto en la cruz para la redención del mundo.
La fiesta de la Exaltación de la Santa Cruz tiene orígenes antiguos: se celebró por primera vez el 335 y en los siglos posteriores también incluyó la conmemoración de la recuperación de la Vera Cruz por parte del emperador Heraclio en 628, de manos de los persas. Sin embargo, en realidad esta efeméride no estaba vinculada a este acontecimiento, sino a la consagración de la iglesia del Santo Sepulcro en Jerusalén.
Esta festividad es una de las más importantes ligadas a la cruz del Señor, junto con la del 7 de mayo por la Invención (descubrimiento) de la Santa Cruz por parte de Santa Elena y la de la adoración de la cruz durante los oficios de Viernes Santo. Actualmente, solo en Jerusalén (y en otros pocos sitios de tradición popular) se celebra aún la fiesta de la Invención de la Cruz, mientras que la Exaltación del 14 de septiembre se conmemora todavía en todo el mundo.

El centro de la fiesta es el sacrificio de Cristo muerto en la cruz. Cristo que en la cruz padeció el sufrimiento más atroz y así nos enseñó cómo debe amarse: hasta entregar la vida.
El vicario custodial fray DobromirJasztal habló en su homilía del significado de la solemnidad: «Son precisamente estos brazos abiertos, preparados para abrazar a todo el mundo – creyentes y no creyentes – los que dan a todos la misma posibilidad de cuestionar el camino recorrido en la vida. Debemos compararlo con su amor supremo, capaz de renovarnos como hombres y discípulos». Ante la cruz de Jesús se establece la comunicación entre cielo y tierra, entre el Dios que salva y el hombre necesitado de salvación. «Jesús en la cruz dice pocas palabras, pero sin embargo habla a todos – continuaba el vicario custodial -. Aquí en el Calvario y en cualquier lugar del mundo en el que se vuelve la mirada hacia la cruz, se percibe solo su silencio que ofrece consuelo al afligido, esperanza al que ve caer el mundo a su alrededor, fuerza al que es tentado. Mirando la cruz se nos ofrece otra oportunidad para renovarnos, convertirnos y renacer».

Al final de la celebración la reliquia de la Santa Cruz se trasladó en procesión hasta la capilla de la Magdalena, donde uno por uno los fieles pudieron adorarla. El himno a la cruz, Vexilla Regis acompañaba solemnementeel momento. 
Durante la misa, fray Cyrillie, un fraile de la Custodia, renovó sus votos temporales. Llegado hace pocos días a Jerusalén para estudiar teología en el seminario teológico internacional, procede de Togo. «Estoy realmente feliz por la renovación de mis votos en esta fiesta de la invención de Jesús – comentaba -. Besar la cruz es hacer memoria de su cruz, un momento de gran alegría».
«Es la primera vez que asisto a una celebración de la Custodia de Tierra Santa y estoy muy emocionada», contaba una peregrina de Italia, que asistía con su marido y un grupo de fieles. Huda, una anciana parroquiana de San Salvador, no se pierde nunca ninguna celebración. «Es mi iglesia, quiero estar aquí», explicaba.

Beatrice Guarrera

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