La Patrona jerezana salió ayer en procesión para cumplir con la secular tradición que guarda esta advocación en la ciudad La calle Merced fue alfombrada por los jóvenes cofrades
FRANCISCO ABUÍN JEREZ | ACTUALIZADO 25.09.2016 - 01:00
Septiembre, el mes de Nuestra Señora de la Merced, tuvo ayer su momento más señalado con la procesión de la Patrona jerezana. Fue una jornada típicamente septembrina, calor a mediodía y temperaturas más suaves conforme el sol se fue ocultando. El ambiente fue el de costumbre en un día de fiesta local que, pese a caer en sábado, volvió a tener esa atmósfera tan especial que le proporciona este día tan marcadamente mariano en Jerez en el estreno del otoño.
En la procesión de ayer, la normalidad volvió al paso. La Virgen lució, como siempre, bajo su templete tras la excepción de 2015; aquella decisión de dejar esa preciosa pieza en casa fue una llamada para alertar sobre la situación precaria del templo mercedario. Pasado un año y dado el avance de las obras y, sobre todo, ante la magnífica respuesta que han tenido las acciones emprendidas, no podía ser de otra manera que la Virgen saliera con todo lo que le caracteriza en su procesión, devolviéndole su clásica estampa. La fachada está restaurada y asentada para muchos años, se están acometiendo los trabajos en parte de las cúpulas; aún queda mucho pero el avance es constante. Otro detalle fue el crucifijo situado en el pecho de la Virgen, evocando el Año de la Misericordia.
Media hora después de las seis,la Agrupación Musical de San Juan abrió plaza ante la cruz de guia de la Hermandad del Transporte que precedió a las diferentes representaciones, la más numerosa, como es costumbre, la de las asociaciones, agrupaciones y hermandades de gloria, penitencia y sacramentales de la ciudad, con estandarte y varas. Una elevada participación que también es característica en esa cita; no en vano, la relación de la Orden mercedaria con el mundo cofrade local es muy estrecha, tanto que la basílica siempre tiene las puertas abiertas para lo que haga falta, como fue el caso de la Hermandad de la Buena Muerte que durante cinco años estuvo saliendo de ese templo hasta que el pasado día 10 volvió a Santiago.
El paso, adornado con centenares de varas de nardos - en su mayoría donadas por devotos- agrupadas en los singulares centros situados en las esquinas, fue mandado por el capataz Martín Gómez que igualó dos cuadrillas de costaleros. Andando de frente, las pequeñas andas sí fueron al compás musical de la banda municipal, que volvió tras las andas después del paréntesis de 2015, -aun bastante corta-, una ausencia motivada por el conflicto laboral que mantenía con el Ayuntamiento.
El grupo 'De la Fragua' cantó en la salida de la Virgen y ante el paso, el obispo José Mazuelos estuvo acompañado por sacerdotes y canónigos catedralicios junto a los presbíteros mercedarios. Ante ellos se situaron las representaciones institucionales con la corporación municipal como la más destacada y a cuyo frente estuvo la alcaldesa junto con el gobierno municipal, formando también concejales del PP.
Volvieron a verse y vivirse los detalles que adornaron los primeros momentos de la procesión, como las alfombras de flores que se instalaron en la calle Merced por parte de grupos de jóvenes de diversas hermandades; y la parada ante la Peña Tío José de Paula que hizo su acostumbrada ofrenda flamenca a Nuestra Señora de la Merced.
El mes de la Virgen seguirá tras el día de ayer. El pasado año se recuperó la octava, que este año se vuelve a convocar. Como novedad, los días 1 y 2 de octubre, el fin de semana próximo, la Patrona estará de besamanos.
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