lunes, 9 de mayo de 2016

CARTA ABIERTA A PABLO IGLESIAS; POR JUAN GARCÍA INZA.


Carta abierta a Pablo Iglesias
            Ya que eres tan populista me vas a permitir que te llame de tú. Parece que el usted no va con tu estilo.  Voy a intentar hacer una elemental radiografía de tu personalidad,  bien definida, aunque un tanto enrevesada.
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            Eres listo, dinámico, agresivo, cínico, subido al altar del yo endiosado, es decir, totalitario. Eres un hombre del momento presente en el que, como dice Iker Casillas en una entrevista (XL Semanal, 8.5.16)), parece que lo que se lleva ahora es ser chulo, prepotente y egocéntrico. Con tu coleta, tu mochila al hombro, y tu sonrisa estudiada y permanente, tratas de absorber al que tienes delante, y al mundo entero, sin pensarlo dos veces. Tus sentencias pueden llegar a ser dardos envenenados hacia personas y organizaciones que no casan con tu ideología, y que eliminarías de un plumazo si de ti dependiera.
            Has dicho hasta la saciedad que eres marxista-Leninista, en definitiva comunista científicamente convencido.  Pero muchos se quedan del marxismo con lo llamativo,  con la teoría de la defensa del proletariado, del pueblo, del pobre,  a costa de eliminar al resto igualando a todos por lo bajo.  Habría que repasar un poco lo que pretende tu programa para no dejarnos engañar.    Traigo aquí algunas breves nociones sobre la teoría marxista a modo de información: El comunismo es una ideología social caracterizada por el control y planificación colectiva de la vida comunitaria, la abolición de la propiedad privada sobre el trabajo y los medios de producción, y la eliminación de las clases sociales. La doctrina comunista, cuya base es la colectivización de la propiedad, fue fundada por los pensadores socialistas alemanes del siglo XIX Karl Marx y Friedrich Engels como una interpretación revolucionaria de la historia: un permanente conflicto por el excedente material, cuyo inicio se debe a la aparición de la propiedad que pone fin al comunismo primitivo y separa a la sociedad en clases de acuerdo a su forma de adquisición de recursos. Según el marxismo, las diferentes relaciones de producción que vinculan a los hombres requieren de la explotación, y estas relaciones generan con el tiempo las condiciones para ser reemplazadas por otras formas de explotación superiores, en una secuencia revolucionaria de modos de producción. Sin embargo, esta lucha de clases se extingue luego de que su última etapa, la sociedad capitalista, entra en una crisis interna que sólo puede resolverse a través de una revolución comunista.  Para llegar a este fin debe organizarse un partido comunista que conquiste el poder político estableciendo un período de dictadura del proletariado hasta que desaparezcan las clases sociales y el Estado pueda abolirse, aunque esta interpretación sólo es compartida en la actualidad por los marxistas-leninistas.
                Sobre la esencia del marxismo-leninismo diremos: Los filósofos se han limitado a interpretar el mundo: de lo que se trata es de transformarlo. (Karl Mar).   Los Estados modernos en gobiernos democráticos prescinden de leviatanes hereditarios, pero no han encontrado manera de prescindir de las desigualdades de riqueza y poder respaldadas por un sistema penal de enorme complejidad. Con todo, la vida del hombre ha transcurrió durante 30.000 años sin necesidad de reyes ni reinas, primeros ministros, presidentes, parlamentos, congresos, gabinetes, gobernadores, alguaciles, jueces, fiscales, secretarios de juzgados, coches patrulla, furgones celulares, cárceles ni penitenciarias (Marvin Harris).  Cualquiera que haya estudiado la historia sabe que la desobediencia es la primera virtud del hombre. Es por la desobediencia y la rebelión que se ha progresado (Oscar Wilde). Y,  por supuesto, el marxismo es ateo, materialista, intrascendente.
            Hay que trasformar el mundo, y con esa trasformación el hombre ya se vuelve bueno de por sí. Y para todo ello hay que utilizar la desobediencia por sistema.  Y la mentira como arma política:  "La falta de transparencia es una gran ventaja política". Es decir, la mentira –o la ocultación de la verdad– es una esencial arma política, comenta Juan Ramón Rallo.
                Pero no quiero ahondar en la teoría que propalas en tus manifiestos y parlamentos. De esto sabes más que yo.  Sencillamente quiero afirmar que una persona así, con un programa de esta envergadura, y con unos medios poco éticos, no es de fiar. Lo que tú pretendes es subir al sillón más alto del poder, y desde allí dinamitar todo lo que no esté de acuerdo con tus teorías, aunque se hunda el mundo, como pasa en Venezuela y otros lugares. Los pobres subsidiados son los mejores aliados de la utopía marxista.
            Pienso que no es fácil que otros lleguen a un acuerdo contigo. Porque tu lema es “o todo o nada”, a no ser Izquierda Unida que se conforma con ser “fagotizada” antes de desaparecer en su soledad.  Y así es como se destruye la democracia. Las libertades las administras tú con tu proyecto. . La opinión pública es la que dictas tú. Y la libertad de expresión es para que tú puedas decir lo que te convenga, no los demás.
            Para mí no hay más libertad que la que se fundamenta en la Verdad, como dijo Jesucristo. Aunque sé que la religión, en especial la católica, para vosotros es una “monstruosidad” que hay que eliminar, tengo que decir que la Doctrina Social de la Iglesia aporta la auténtica solución a los problemas que tú y los tuyos podáis denunciar. Cada cual es libre de apoyar a quien quiera, pero con cabeza, y que nos atengamos a las consecuencias.
Juan García Inza

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