Por monseñor Ángel Rubio, obispo emérito de Segovia
El obispo emérito de Segovia, monseñor Ángel Rubio, vuelve a escribir uno de sus habituales decálogos, una práctica pastoral que ha aplicado durante años y en la que resume asuntos importantes de la vida espiritual en solo diez puntos breves
En Alfa y Omega ya recogimos su Decálogo para el Año Teresiano, que puede consultarse pinchandoAQUÍ. Ahora, monseñor Rubio escribe sobre la cuaresma del Año Jubilar de la Misericordia. El Decálogo va dirigido a todos los católicos y especialmente los fieles de las diócesis en las que ejerció su misión pastoral, Segovia y Toledo, así como a los miembros del Movimiento de Cursillos de Cristiandad, del que es Consiliario Nacional.
1.- La Cuaresma de este Año Jubilar debe ser vivida como momento fuerte para celebrar y experimentar la misericordia de Dios, acercándose al Sacramento de la Reconciliación, vivir momentos de intensa oración y redescubrir el sentido de la propia vida y experimentar en carne propia la grandeza de la misericordia.
2.- Debe ser para todos un tiempo favorable para salir por fin de nuestra alienación existencial, gracias a la escucha de la Palabra y a las obras de misericordia, compartiendo todo desde los niveles más profundos.
3.- Nunca se deben separar las obras de misericordia, las corporales de las espirituales. Mediante las corporales tocamos la carne de Cristo en los hermanos y hermanas necesitados y con las espirituales tocamos más directamente nuestra condición de pecadores.
4.- Es urgente y necesario testimoniar la misericordia en este mundo contemporáneo amenazado por un peligro inmenso, por la ciencia y la técnica que nos dominan. El comportamiento de Dios hacia el pecador es una fuerza que resucita a una vida nueva.
5.- Nadie puede dar a los demás lo que no tiene aunque se trate de un amor inmerecido. Cuando recibimos el perdón de los pecados y experimentamos el amor de Dios entonces ya tenemos qué debemos comunicar: la misericordia.
6.- Vivir la indulgencia jubilar significa experimentar la santidad de la Iglesia que participa a todos de los beneficios de la redención de Cristo porque el perdón es extendido hasta las últimas consecuencias a la cual llega el amor de Dios.
7.- Hay que cultivar «la revolución» de la ternura especialmente en los Viernes de Cuaresma para curar las heridas con nuestra solidaridad y fraternidad y hacer gestos de amor desinteresados. La iniciativa 24 horas para el Señor se celebra los días 4 y 5 de marzo.
8.- Vivir la Cuaresma es caminar hacia la Pascua, pasar por la muerte de Cristo hecha en nosotros mortificación o muerte al pecado, conversión penitencial y confesión hasta purificar y aumentar el amor que nos hace vivir según la resurrección de Cristo a una vida nueva.
9.- Con el realismo de nuestra propia vida hemos de hacer de los sufrimientos diarios, necesidades, cansancio, soledad, insatisfacción, enfermedad, tristeza, etc. el paso, la andadura y el camino hacia la plenitud gozosa de la vida que debemos ir construyendo ya, y que debemos buscar y esperar más allá de todo.
10.- Hemos de vivir siempre con alegría evangélica. Debe ser como un signo de nuestra identidad. La celebración de la Cuaresma -camino de la Pascua- ha de provocar en nosotros una experiencia de profunda alegría. Hemos de ser la comunidad de la alegría, el pueblo de las Bienaventuranzas porque creemos en Jesús y conocemos su presencia en medio de nuestra debilidades.
Monseñor Ángel Rubio
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