miércoles, 27 de mayo de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «El que quiera ser grande, sea vuestro servidor». (Evangelio del día). Jesús nos advierte de un pecado que se nos cuela, con facilidad, por las rendijas de la vida: el deseo de grandeza, pero no en el sentido de humanidad, sino en el sentido de "terranilidad", en el sentido de superioridad, de dominio, de prepotencia. Mirándolo bien uno se pregunta: ¿y yo porqué tengo que ser "superior" al otro? ¿Porqué tiene que haber diferencias en la dignidad? Jesús le da un giro de 180 grados a esta "tendencia" y la convierte en servicio. En el fondo, esta pirueta de Dios hace que así nos podamos ayudar unos a otros. Imaginaos como estaríamos si todos fuésemos "superiores" y, como podemos estar si todo somos "servidores". Y no se trata del servicio "puro y duro", sino la atención del otro con dulzura y cariño, reconociéndolo hermano en la existencia y hermano en Cristo. Malo también es los que te quieren hacer "importante", no por lo que valgas, sino porque quieren sacar "tajada", por peloteo, o por que, sin maldad, gustan dar "títulos rimbombantes".  Y otros que, por puro marketing, por "faroleo", por altivez, "mangoneo" o preponderancia buscan una "cuota de poder". Jesús es un vivo ejemplo de lo que proclama, y da un paso más: «El Hijo del Hombre no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida en rescate por todos.» Pues bien, la misión del servidor no es sólo ayudar, sino dar la vida por ayudar al otro. Santa María, Madre de Nazaret, ruega por nosotros. 

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