viernes, 29 de mayo de 2015

ACOSO ESCOLAR; POR MARA HERRERA





                Esta semana la noticia que más me ha impactado ha sido el suicidio de la adolescente en Usera por acoso escolar. Cada día están saliendo más casos en nuestras noticias sobre esta problemática en nuestros centros educativos, lo lamentable es que salen a la luz cuando ya se ha producido una muerte violenta de alumnos que se suicidan por no poder soportar la presión, lo que demuestra que esto es sólo la punta del iceberg de algo que está sucediendo en nuestra sociedad y en las familias mucho más profundo y arraigado de lo que pensamos, porque para que se llegue a esa necesidad de quitarse la vida hay por delante toda una serie de malos momentos que desencadenan tal desesperación y falta de respuesta que la única salida que se encuentra por parte del acosado es irse de este mundo donde no encuentra su sitio.

                La situación es complicada, porque aunque existan unos protocolos, la mayor parte de los padres no saben cómo actuar, al igual que los centros e incluso las delegaciones de educación y si actúan unos y otros muchas veces ya es demasiado tarde y el daño es muy profundo en la persona acosada. Estamos hablando de niños acosados desde muy temprana edad, en la que  no tienen mecanismos de defensa para esas problemática y padres que piensan que eso no les va a pasar a hijos suyos y cuando se encuentran con esa realidad están con las manos atadas por falta de formación y desconocimiento, pero hay que buscar entre todos una solución a un problema que está a punto de irse de nuestras manos.

                No podemos caer en el simplismo de pensar que siempre va a ser casos que se den en centros de zonas conflictivas, en niños de familias desestructuradas y que los acosadores vengan también de los mismos ambientes familiares. Se da en cualquier centro escolar, con padres de cualquier nivel educativo y económico y tanto acosados como acosadores pueden venir de cualquier tipo de familia, aparentemente adaptadas a la convivencia social. Y tampoco podemos pensar que siempre los niños que acosan son niños con problemas psicológicos a priori que les incapacite para distinguir entre el bien y el mal.

                Aquí debemos ir más allá de esa explicación basada solo en el entorno familiar o del barrio, hay que ir más bien a la educación en general y al modelo de sociedad en el que estamos todos incluidos.

                Una de las cosas que sabemos, es que con los recortes educativos que llevamos sufriendo hace años, los centros están saturados no solo de niños con una ratio que  a veces no se cumple, si de problemas para lo que no están preparados los profesores y éstos no reciben ayuda por parte de las delegaciones de educación a nivel psicológico para enfrentarse a esos problema.

                Pero todo empieza antes, cuando en el sistema universitario español una de las carreras que se considera “maruja” es precisamente la de Magisterio, cuando debería de considerarse la primera y principal carrera del sistema de formación para las futuras generaciones, porque si  no hay buenos profesores motivados, no habrá buenos profesionales motivados el día de mañana. Un buen médico puede surgir no solo cuando acaba la carrera de Medicina, puede surgir el día que entró en su colegio y tuvo buenos orientadores y formadores que le encauzaron en el camino que le llevo a ser un profesional en la carrera que ha elegido. Al igual que un buen profesional surge de una familia que está verdaderamente implicada en la formación académica de su hijo pese a todas las dificultades que eso conlleva y no piensa que el colegio es un mero cesto donde su hijo está incluido unas horas para que los padres trabajen o hagan lo que quieran y que además por ley es obligatorio hasta los 16 años. Si ya es bastante complicado motivar a los adultos tal como están las cosas, pedir que esos mismos adultos motiven y den a valorar la enseñanza que sus hijos reciben casi es pedir un milagro. Pero tampoco se han puesto las bases para que esta motivación y valoración se dé.

                Yo ya no sé cuantos planes de estudio y cambios en el sistema llevamos y a cada cual peor, no hay nada más frustrante que el cambio habitual dentro de un mismo sistema. Para empezar la educación escolar debería de ser algo consensuado entre todos los partidos y para un largo plazo de tiempo a nivel nacional, y no que según el partido político que gane unas elecciones así será el modelo porque no hay quien se aclare y según en la zona que se viva del país se tienen las asignaturas con uno u otro contenido.

                Luego es vital la formación para los padres y profesores, más que para los niños porque el centro  escolar no es para educar, para educar son las familias y el foco del problema está dentro de las familias y es transportado a los centros escolares.

                Existe un protocolo en los centros para estos casos, pero personalmente creo que es lento y además los alumnos muchos saben antes lo que está ocurriendo pero por miedo a ser acusados de chivatos o por la presión de los acosadores no suelen hablar del tema si no es entre ellos y hay que romper ese círculo vicioso con una política de formación para que los alumnos comprendan primero que es una situación que por no hablar pueden sufrirla ellos en otro momento y segundo que no son chivatos, y es fundamental reforzar la empatía y la solidaridad del grupo frente a los acosadores que normalmente son una minoría en clase pero protegida por el silencio y el miedo. El centro sabe perfectamente cuales son los alumnos conflictivos y su problemática familiar si la tienen y hay que hacer un seguimiento mucho más estrecho, no es cuestión de demonizar pero tampoco de mirar para otro lado y si ellos no pueden por falta de personal o formación hay que hacer casi lo imposible para que las delegaciones de educación se impliquen realmente en el problema. Y sobre todo, hay que dejar de oír la famosa frase “son cosas de niños” porque por muy niños que sean las consecuencias son de adultos.


SHABBAT SHALOM

Mara Herrera

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