domingo, 5 de mayo de 2013

LA FERIA DE LAS MOTOS.

Diario de Jerez


La 'motorada' ofrece imágenes de antaño en la ciudad confirmando que cerrar el centro fue un error Los hosteleros incrementan sus ventas hasta en un 100% respecto a un día normal Mucha, pero que mucha policía
MANUEL MOURE JEREZ | ACTUALIZADO 05.05.2013 - 01:00
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Un aficionado quema rueda en la avenida de Europa. El público inmortaliza el momento con cámaras y teléfonos móviles.
Los moteros, expulsados antaño del centro merced a unas decisiones aún hoy incomprensibles, han vuelto y lo han hecho para recuperar el terreno perdido. La crisis, que a todos de alguna manera nos golpea, ha provocado que muchos remilgos se hayan perdido en esta ciudad, que el ruido ya no nos moleste tanto y que ver a camareros sudando la gota gorda nos reporte una especie de satisfacción interior sabiendo que estos días somos al fin una buena noticia, la cual se mide en terrazas llenas y billetes, muchos billetes (que es, seamos serios, lo que importa a fin de cuentas). 

Que las estrecheces pasan factura no es noticia, aunque quizás sí lo sea que los hosteleros del centro se muestren contentos con el desarrollo de las dos primeras jornadas del Gran Premio. No han sido pocas las lágrimas vertidas en los últimos años. Faustino Rodríguez, portavoz de la patronal Horeca en Jerez y propietario del archiconocido 'Bar Juanito', era claro ayer al señalar que "ha venido muchísima gente; es verdad que no han pedido ni jamón ni langostinos, así como que con la mitad de ellos hace unos años se hacía más negocio, pero ciertamente no nos podemos quejar. La verdad es que ha sido un día "guapo" de verdad". Y es que el término "guapo" en boca de Faustino alcanza una dimensión especial. 

Otro hostelero conocido es Antonio Molinillo, más conocido como 'Moli'. Según comentaba ayer, "el volumen de negocio respecto a un día normal se ha podido incrementar en un 100%", es decir, que al menos en las terrazas del centro se vendió el doble de lo habitual. "El referente del año pasado, que fue un año lluvioso, no nos es válido, aunque hace dos los resultados también fueron muy buenos". 

La calle Larga y sus aledaños, como diría un castizo, no estaban ayer "como para robar carteras". Y es que el despliegue policial es enorme, especialmente por parte de la Policía Local de Jerez, que no tiene remilgos en pedir los permisos pertinentes a quien corresponda en cuanto cambia el turno. Todo debe estar controlado, y bien controlado, y llevan la orden marcada a fuego. Eso fue, por ejemplo, lo que sucedió en la plaza del Banco ayer a las 17,30 horas cuando los organizadores del concierto del GP tuvieron que enseñar de nuevo los papeles que les permitían hacer pruebas de sonido y que su camión permaneciera aparcado junto al edificio de Telefónica. Fue a las nueve de la noche cuando el expiloto Cardoso ejerció de 'speaker' en el concierto protagonizado por Nacho Salmerón, el grupo sevillano 'SE-30' y 'Excéntrico Milú'. 

Durante el Gran Premio todo es nuevo y viejo a la vez. Me explico. Aunque sea una edición distinta de Gran Premio hay algunos aficionados que de un año a otro guardan el recuerdo perfecto de por dónde se movieron, de ahí que echarles fuera una medida tan terrible, pues forzó un cambio de costumbres. Y el motero tiene memoria. 

La calle Larga volvió a convertirse en improvisado aparcamiento (de pago y a beneficio de la Asociación de Parados) ya que los estacionamientos de Cristina y del Mamelón no dieron abasto.

El Mamelón, enseña del 'moterío' nacional, amaneció despejado pero se fue llenando de motos conforme avanzó la tarde. En El Mamelón saben de su potencial de negocio y se vieron muchos jornales en forma de contrato de fin de semana en las terrazas. Con decir que hasta el estanco estaba abierto a deshoras se dice todo. 

Dejando aparte el centro, que en cierto aspecto se erige en un mundo diferenciado, el extrarradio tampoco se pudo quejar. La avenida de Arcos hizo negocio. Locales de comidas y de copas como 'J.T. Rubio' o 'Akimismo' rebosaban de actividad minutos antes de que el circuito se vaciara de público atestando la carretera de Arcos. Acabadas las comidas los que se llenaron fueron los locales de copas. La avenida se mostró intratable a este respecto, al igual que la avenida de Lola Flores. Otro destino fue la Feria del Caballo, que incluso encendió parte del alumbrado la noche del viernes mientras jóvenes celebraban (bengalas incluidas) un 'macrobotellón' en los jardines de La Rosaleda. 

Pero no todo motero que llega a Jerez está dispuesto a pagarse una copa. A fuerza de ser fieles a la verdad miles de ellos se instalan en la avenida de Europa donde el 'moterío' hace de las suyas baja una estrecha vigilancia policial. Todos lo hacen con los avíos del cubata en la mochila. Algunos hasta se llevan la discoteca en el coche. ¡Parece mentira que haya baterías que aguanten tal despilfarro de decibelios! 

En medio de esa locura se erigen personajes tan dispares como el motero que quema rueda -por cierto, que en tiempos de crisis no se quema rueda como en los años de vacas gordas-, el conductor de coche al que se le olvida que le sobran dos neumáticos para hacer el ganso o 'Manolo del megáfono', un simpático personaje que es capaz de simular con su voz y un megáfono toda la locura ruidosa que un aficionado a las motos puede desplegar acelerando y picando embrague y arranque. Frente a 'Manolo del megáfono' un aficionado se juega la vida literalmente en mitad de la avenida para convertirla en una especie de sucursal de Cerro Muriano, el más conocido centro de instrucción de reclutas de Andalucía. Allí enmedio sobrevolaba con su bandera de España sobre uno de los carriles de circulación obligando a los moteros a pasar bajo su manto. Hubo hasta quien besó la enseña. 

A esas horas, hablamos de la sobremesa, se rompe esa regla indefectible que te señala que si te encuentras a un motorista haciendo el cafre sobre una rueda puedes estar seguro de que quien conduce es jerezano. Con algún cubata de más encima, son muchos los que se vienen arriba. El público, que bordea el sentido de la avenida de Europa que conduce a la Feria, va estrechando la calzada, forzando a una unidad de caballería de la Policía Nacional a pasear junto a las aceras 'orillando' a los aficionados. Suenan algunos pitos, pero hay buen rollo. La gente quiere pasárselo bien, pero la tarde no ha hecho más que comenzar y la noche promete ser larga. Muy larga.

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