lunes, 27 de mayo de 2013

"EL CARISMA APOSTÓLICO Y LA ESPIRITUALIDAD DEL REGNUM CHRISTI".


Los días 15 al 17 de mayo, el Ateneo Pontificio Regina Apostolorum acogió el congreso internacional «La primavera de la Iglesia y la acción del Espíritu Santo» en el que intervinieron representantes de movimientos y nuevas realidades eclesiales.

El Cardenal Velasio De Paolis, delegado pontificio para la Legión de Cristo y el Regnum Christi, cerró los trabajos el último día con una conferencia sobre «El carisma apostólico y la espiritualidad del Regnum Christi».
El cardenal De Paolis afirmó que el Regnum Christi "se ha revelado una realidad muy variada", con distintos grados de pertenencia, que empezó a conocer tras recibir un mandato pontificio en 2009.
"Cuando contemplamos esta realidad en su conjunto, podemos percibir que se trata de una realidad hermosa, grande, que hace palidecer todas los “dimes y diretes” e incluso los pecados que pudieran haberse dado. Por desgracia, también en el Reino de Dios en este mundo se pueden encontrar también pecados; pero el Reino de Dios no se detiene para considerar el mal que hay, sino la grande riqueza del amor de Dios que nos perdona, nos acoge y nos permite reemprender el camino una y otra vez".
"Hoy nos encontramos delante de una enorme riqueza. Encontramos al Regnum Christi, un movimiento católico de apostolado que tiene más de 30 mil miembros de primero y segundo grado, que incluye un instituto religioso clerical –la Legión de Cristo-, que tiene 120 obras de evangelización, universidades, escuelas, obras de apostolado. Hay también en él personas consagradas, sacerdotes y religiosos. Encontramos presente a todo el pueblo de Dios que pertenece a él y es ésta la realidad que admiramos y en la que podemos percibir la presencia de Dios. Aquí encontramos los motivos de esplendor, de plenitud y de alegría que hemos escuchado en los testimonios hace unos minutos".
Sin embargo, señaló también hay que confrontarse con la vida: "Y es la vida misma la que nos impone que no inventemos cosas nuevas, que no suprimamos cosas hermosas, pero sí que las organicemos un poco mejor. Es necesario verificar si en algún punto del camino no hemos sido iluminados de manera adecuada y tenemos necesidad de reordenarla".
"Esta realidad tan unitaria y, por decirlo de alguna manera, tan compacta, hemos tenido que reorganizarla para obedecer al mandato pontificio de revisar el carisma y acompañarlos en la revisión de las Constituciones", explicó el cardenal.
"Ya desde el inicio nos dimos cuenta de una cosa muy hermosa: no existen realidades diversificadas, sino que existe una realidad unitaria que está a la base de todo: el carisma común del Regnum Christi", señaló.
Al tratar de definir el carisma de esta realidad eclesial, el cardenal De Paolis dijo que "se trata de una realidad muy rica" y "la Iglesia que nos invita a valorar esta realidad compleja como un patrimonio espiritual: un conjunto de dones que Dios ha hecho a la Iglesia a través del Regnum Christi. Y este conjunto tiene diversos componentes".
"Tiene en primer lugar el componente de la inspiración --explicó--, que es un don del Espíritu Santo. ¿A qué nos lleva el Espíritu? ¿Con cuál espiritualidad? ¿En qué misterio de la vida de Cristo se inspira, de manera que éste se convierta en el elemento unificador de toda la realidad? Entonces hablamos de un carisma, de un don, de una identidad, de un patrimonio que es confiado a la Iglesia, se convierte en algo propio de la Iglesia y quienes lo poseen deben protegerlo a través de normas fundamentales que tienen que ver con la identidad misma del carisma, su naturaleza, su promoción, su finalidad, su misma espiritualidad, etc".
"Cuando pensamos en el carisma del Regnum Christi pensamos en grande. Pensamos en la persona de nuestro Señor Jesucristo. Pensamos en la unidad del designio divino sobre la historia de la salvación. Cuando hablamos de la realeza de Cristo, hablamos de la realeza de Dios, el Rey del universo, y comprendemos mejor el significado de este misterio. Estamos habituados a pensar en la realeza como dominio. Debemos mirar más alto para llegar a la realeza de Dios que es sumo amor y que se entrega sin medida. No es Rey porque quiere dominar, sino que es Rey porque es el amor supremo, la libertad suprema, y quiere hacer partícipe de su amor a toda creatura para llenarla con su gracia y con su amor".
"Desgraciadamente --lamentó el cardenal- ha intervenido el pecado que ha trastocado el proyecto de Dios. Pero ha venido Jesús. ¿Y qué nos ha anunciado? “El Reino está cerca; conviértanse y crean en el Evangelio”. Nos ha enseñado la oración: “¡Venga tu Reino! Hágase tu voluntad en la tierra como en el cielo; santificado sea tu Nombre.” La realeza de Dios es la única grandeza, la única belleza, la única realidad que llena el mundo. La realeza de Jesús consistió precisamente en ponerse enteramente al servicio del misterio de Dios: “Yo no tengo nada que sea mío. Mi doctrina no es mía. No tengo otro alimento que hacer la voluntad de mi Padre”. Esta realeza se manifestó en el don supremo de su propia vida. Así ha nacido un mundo nuevo, un mundo que queremos poseer y al que nos sentimos llamados para entregarle nuestra adhesión y nuestra participación".
Y concluyó con una invitación: "Profundicemos en el misterio de Dios, en el misterio que quiere habitar en medio a nosotros, que quiere llenarnos de sus dones. Quiere transformar el mundo que gime de tristeza cada vez que se aleja de Dios —es la tristeza que nosotros experimentamos también—, para que pueda encontrar la alegría y la paz. Trabajemos por el Reino de Dios porque al hacerlo trabajamos para el amor de Dios y así trabajamos a favor de la felicidad del hombre. Trabajando para el amor de Dios, trabajamos para la vida eterna, para la plenitud y el cumplimiento de todas las cosas. ¡Felicidades por todo esto!".


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