El impulsor y aglutinador de voluntades de la llamada Generación del 27 fue un intelectual de derechas llamado Ernesto Giménez Caballero. Aquel grupo reivindicativo de Góngora, compuesto por grandes poetas, se dividió por la Guerra Civil. La muerte, el exilio o la permanencia en España. Alberti, Prados, Altolaguirre en el destierro. Dámaso Alonso, Gerardo Diego y Vicente Aleixandre en España. La llamada «Generación Fascista» de intelectuales no es desdeñable. Laín, Tovar, Ridruejo, Foxá, Eugenio Montes, López Aranguren, y los más jóvenes Lázaro Carreter, Torrente Ballester, García Serrano, González Ruano y Rafael Duyos entre otros. Si fascista es todo aquel que no comparte el marxismo, el leninismo y el estalinismo, no cabe en este papel la relación de intelectuales comprometidos con la libertad. En la actualidad, Vargas Llosa, García de la Concha, Gonzalo Anes, Arturo Pérez Reverte, Gregorio Salvador. No le gustaría ni a Ortega y Gasset, ni a Marañón, ni a Julián Marías la consideración de «intelectual» al uso por los analfabetos. Gonzalo Fernández de la Mora, Gregorio Marañón, José María Pemán, Pedro Saínz Rodríguez. Y los jovencísimos Manuel Alcántara o Antonio Mingote, que fue un intelectual vertical y horizontal, pintor, dibujante, escritor, filósofo… Cela, Ramón Ceñal (SJ), García Nieto. A puñados, a centenares. Músicos, pintores, científicos, filósofos. Sean repasadas las relaciones de académicos de la Real Española, de Bellas Artes, de la Historia y de otras importantes corporaciones culturales.
El pobre hombre que ha afirmado que no pueden existir intelectuales de derechas, es el mismo que manifestó que una dictadura de izquierdas no es una dictadura, sino un régimen al servicio del pueblo. Que las dictaduras sólo pueden ser de derechas. No merece la pena mencionar al imberbe, un actor mediocre y desa-gradecido que abomina de los medios de comunicación liberales y conservadores y olvida la gratitud que le debe al «ABC», que amparó a su padre cuando éste fue brutalmente expulsado de «El País», amparo que se fraguó gracias a los desvelos de Antonio Mingote. Si este pobre muchacho desorientado desea saber algo de la Poesía española, le recomiendo que se siente junto a Luis María Anson, que se lo ha leído todo, y para más molestia ajena, lo recita de memoria. Intelectual es aquel que se dedica al cultivo de las Letras y de las Ciencias, y la intelectualidad, el conjunto de intelectuales de una nación, una región o una ciudad. El problema en España es que una manada de ignorantes se ha apropiado de lo que ellos llaman la «cultura». No existe Boadella en el teatro ni Garci en el cine. Algo le reconocen a Berlanga, pero con disgusto. Lo decía el gran Pepe Isbert: «Pero si lo nuestro es muy fácil. Nos dan un guión, lo aprendemos y lo interpretamos como nos manda el director». Pero no. Los «intelectuales» de ahora forman parte de la izquierda más golfa y subvencionada de los últimos decenios. Son actores, cantantes, algún periodista y un grupo de poetas. Productores de cine que ponen la mano y actores que se la ponen a su vez a los productores después de que el dinero público, el de los impuestos, haya volado hacia sus entornos. Intelectuales son los grandes juristas, médicos, científicos y humanistas.
El inmenso y desdibujado ombligo de la precariedad intelectual está en el dogmatismo, en la confusión permanente del ideal fracasado. No hay dictaduras de izquierdas ni intelectuales de derechas. Este chico no es inteligente.
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