A diferencia del premier británico, David Cameron, algunos líderes europeos se empeñan en negar las raíces culturales y antropológicas del Viejo Continente. Algunos de forma abierta como el presidente socialista francés, François Hollande, quien obvia a los cristianos, para quienes no hubo discurso navideño, y en cambió se dirigió a la comunidad musulmana.
Así, en ocasión del Eid-al-Fitr, que marca el fin del Ramadán, manifestó: “Todos mis deseos de felicidad, salud y éxito a los musulmanes de Francia”.
Hollande, quien propugna el matrimonio homosexual, a pesar de las masivas manifestaciones de ciudadanos franceses en contra, y que apuesta por el multiculturalismo, ahora se dirige al país como si únicamente estuviera poblado por mahometanos. La razón de fondo: el 90% de los musulmanes le dio su respaldo para llegar al Elíseo.
El mandatario habla de “la igualdad republicana, que protege a todos sus ciudadanos y residentes, sin discriminación. Secularismo, que garantice la libertad de conciencia garantiza la libertad religiosa, permanecerá firmemente la regla de nuestra República”.
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