domingo, 30 de octubre de 2011

NOVIEMBRE Y DICIEMBRE: MESES QUE INVITAN AL RECUERDO.

Termina la semana y empieza otra. ¡La vida es así! Siempre terminando y empezando cosas, vivencias, experiencias, relaciones, amistades...
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Cuando me pongo tan nostálgico es porque el carácter se me vuelve, poco a poco, más melancólico y eso significa que llegan las eternas noches, el frío se instala en el calendario, viene el mal tiempo y atrás van quedando las dulces experiencias de la primavera y el verano. Nací en Diciembre, pero amo el verano. Soy hombre de sol y de calor. El tiempo nublado, las lluvias, el sempiterno frío, la hoguera, los abrigos y los paraguas me ponen triste y hacen de mi una persona más gris que el cielo encapotado. ¡Cosas de la vida!

Ahora llega unos meses que son bonitos, no voy a ser yo el que  diga lo contrario, pero que no me gustan nada. Noviembre lo recuerdo como un mes triste, de luto y diciembre; un mes lleno de añoranzas y recuerdos del pasado. Lo único que lo salva es la celebración de la Navidad, en el sentido litúrgico, en la cual celebramos el Nacimiento del Niño Jesús, que  tanto necesitamos y que tan olvidado y lejos estamos, muchas veces, de Él

Yo recuerdo mi Navidad, la Navidad de mi infancia, en mi casa de la Plaza del Carmen, junto al Convento donde reside la Patrona de San Fernando, en un ambiente familiar de cálidos sentimientos. Mi madre, verdadera matriarca y referencia de mi familia, mi padre murió joven y cuando yo era muy niño, hacía todo lo humano y lo inhumano para que a sus hijos en esa fecha no nos faltara de  nada. Recuerdo la eterna canción de los niños de San Idelfonso el 22 de diciembre y unas celebraciones en familia en torno a Jesús entronizado en un nacimiento, de los de toda la vida, montado en una habitación y en el cual colaborábamos todos; unos poniendo el serrín, otro el papel de aluminio para el río y otros tenían la suerte de montar el Belén. Ante la inmensidad del Nacimiento se veía un ridículo árbol de Navidad. En casa, mi madre, se mantenían las tradiciones.

Recuerdo, hoy la cosa va de ellos, que en el mes de Noviembre en mi casa se veía o se escuchaba por la Radio a D. Juan Tenorio, no estábamos intoxicados con las modas americanas que nos hacen perder nuestra identidad y nos vuelven más catetos, más ignorantes de nuestras cosas. Recuerdo la visita de nuestros mayores al Cementerio para adornar las tumbas de nuestros seres queridos que ya están junto a Dios. Por eso digo que los meses venideros son fechas muy significativas de recuerdos: Recuerdos a los que nos dejaron para ir a la Casa del Padre y recuerdos de nostalgia en las navidades, que por familiares, más se echan de menos a los que no están, los que nos dejaron o están lejos.

Espero, con verdaderas ansias, la llegada de marzo o abril, meses en los que se van abriendo el cielo de nubes, el frío tiende a quedarse postergado y empieza, de nuevo, la alegría exultante de la primavera, antesala de un verano más. Y así año tras año, una vida entera.

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