Oh Jesús, que llevado de la ternura de tu divino corazón,
mostraste tu comprensión con la pobre humanidad caída para
perdonarla y restablecerla.
Oh Señor, que ha echado a tu espalda nuestros desvaríos,
pasiones y debilidades, para mirarnos de frente como hermanos
tuyos e interceder por nosotros ante el Padre.
Tú, nos has enseñado repetidamente que donde hay amor
hay perdón y nos lo hiciste patente con tu vida ejemplar ante el
Buen Ladrón, María Magdalena y la Mujer Adúltera, Pedro,
Judas y todos los que al verte sufrir te abandonaban.
Míranos con ojos de Misericordia e ilumina nuestros
corazones para que nos veamos pecadores, deudores, altivos y
cargados de miserias, para que podamos conocer tu perdón por
lo mucho que nos amas. Enséñanos a amar para que podamos
perdonar a nuestros prójimos sin ahogarles, por las miserias que
nos deben y poco a poco y contemplando tu imagen sufriente, ir
entrando en tus sentimientos y en tu doctrina para aprender a
amar como tú nos amas y perdonar como tú nos perdonas.
Amén
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