lunes, 29 de febrero de 2016

* ¿Y AHÍ NO HABÍA UN CRUCIFIJO?




Hoy comparto con vosotros el artículo escrito y publicado en exclusiva en el Boletín que cada Cuaresma edita mi Hermandad de Los Estudiantes de San Fernando.

Siguiendo con una línea que estoy tratando por desgracia con demasiada asiduidad os dejo con esta reflexión escrita en "voz alta".

Jesús Rodríguez Arias











¿Y AHÍ NO HABÍA UN CRUCIFIJO?


Seguramente así sería aunque no nos hayamos dado cuenta cuando desapareció de la vista de todos. No somos conscientes del momento justo en el que aquél crucifijo  fue eliminado  sin apenas darnos cuenta. Esa cruz ha estado en nuestra memoria desde siempre y cada vez mirábamos ese lugar la veíamos aunque no estuviera, hasta que alguien en un momento determinado la quitó.

Cuántas veces nos ha podido pasar esto que os planteo en el epígrafe que da título y contenido a esta colaboración literaria en SIEMBRA, boletín de mi querida Hermandad de Afligidos.

Nuestra España, al igual incluso que Europa, ha sido tierra de propagadores de la fe y esta ha llegado a los más recónditos confines del mundo gracias a la labor misionera y peregrina de la Iglesia, de tantos sacerdotes e incluso laicos donde todos fueron verdaderos misioneros entregados en llevar a Dios Amor a donde ni se sabía que existiera.

La actualidad que nos rodea es otra muy diferente y ahora somos nosotros los españoles los que necesitamos que nos evangelicen pues aunque aun persiste un poso con sentimientos religiosos no se puede decir que la fe esté en su mejor momento en este viejo terruño llamado España.

Y gracias a ese fondo devocional que en la mayoría de los casos es por una clara vinculación con la religiosidad popular, y más concretamente con el apostolado cofrade que nos une, el aberrante laicismo, que es la auténtica religión de los contrarios a la fe, que nos quieren imponer intoxicando cada esfera de nuestra sociedad no ha arrasado todavía en nuestra bendita Patria.

¿Ataques a la libertad religiosa? Hay muchos aunque predominan a los cristianos y más concretamente a los católicos y de ahí que cualquier símbolo de otras profesiones religiosas sea incluso hasta bien visto cosa que no sucede con lo que tenga que ver con nuestra religión, nuestra fe y por eso mismo tiene que ser eliminada, como sea, del espacio público.


La celebración de la Semana Santa era ciertamente incuestionable en esta parte del mundo pues genera una amplia aceptación ya sea por motivos religiosos, empresariales, turísticos y un largo etcétera.  Paulatinamente se están instalando en todas las capas de poder elementos contrario a la religión católica a la cual hace mucho quieren hacer desaparecer. La ofensiva para eliminar la Semana Santa está bien programada y no es quitando la cuantía que cada gobierno municipal, poder político, entrega al Consejo de Hermandades y Cofradías sino creando un debate generalizado sobre la idoneidad o no de que esta se siga celebrando en los momentos actuales que estamos viviendo.  La cuantía sigue pero ya nada es igual porque lo que nadie se cuestionaba hasta ahora se ha convertido en opinable llegando muchas voces a pedir desde diversos medios su desaparición. Esto también forma parte del ataque a la libertad religiosa, no lo olvidemos nunca.

De la noche a la mañana desaparecen cruces, se instalan cada vez menos belenes  para no “herir” otras sensibilidades, los alumbrados navideños son laicos y no existe ni por asomo algún motivo religioso propio de estas fechas, por poner un crucifijo en tu despacho puedes llegar a ser cuestionado, manifestar tu fe con coherencia de vida defendiendo a Dios, a la Madre Iglesia por encima de espurios y torcidos intereses que solo miran bastardos objetivos puede hacer que poco a poco te vayas convirtiendo en un proscrito para la sociedad o simplemente declararte creyente, católico, ya puedes ser objetivo de las burlas y chanzas de tu círculo íntimo y de amistad. Es en verdad ir a contracorriente en un mundo que no es que quiera sino que se le está obligando a abandonar la senda de Dios.

Lo malo es que los que ostentan el poder están haciendo llegar sus mensajes contra todo lo que huela a cristiano, a católico, usando los resortes de la educación, de la comunicación, de campañas muy bien orquestadas de “sensibilización” para imponer su estilo de vida,  “su ideología de género”,  sus soflamas laicistas con el visto bueno una mayoría acomodaticia a pensamientos únicos y también “globales”.

¿Allí no había un crucifijo? Seguro que sí pero hace tiempo  que desapareció con el permiso de todos nosotros que una vez más lo hemos permitido con nuestras propias e interesadas cegueras y cobardía.

            Recibe un fraternal abrazo,


Jesús Rodríguez Arias

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