Hoy comparto con vosotros el artículo escrito y publicado en exclusiva en el Boletín que cada Cuaresma edita mi Hermandad de Los Estudiantes de San Fernando.
Siguiendo con una línea que estoy tratando por desgracia con demasiada asiduidad os dejo con esta reflexión escrita en "voz alta".
Jesús Rodríguez Arias
¿Y AHÍ NO HABÍA UN CRUCIFIJO?
Seguramente así sería aunque no nos
hayamos dado cuenta cuando desapareció de la vista de todos. No somos
conscientes del momento justo en el que aquél crucifijo fue eliminado
sin apenas darnos cuenta. Esa cruz ha estado en nuestra memoria desde
siempre y cada vez mirábamos ese lugar la veíamos aunque no estuviera, hasta
que alguien en un momento determinado la quitó.
Cuántas veces nos ha podido pasar esto que os planteo en el epígrafe que da título y contenido a esta colaboración literaria en SIEMBRA, boletín de mi querida Hermandad de Afligidos.
Nuestra España, al igual incluso que Europa, ha sido tierra de propagadores de la fe y esta ha llegado a los más recónditos confines del mundo gracias a la labor misionera y peregrina de la Iglesia, de tantos sacerdotes e incluso laicos donde todos fueron verdaderos misioneros entregados en llevar a Dios Amor a donde ni se sabía que existiera.
La actualidad que nos rodea es otra muy diferente y ahora somos nosotros los españoles los que necesitamos que nos evangelicen pues aunque aun persiste un poso con sentimientos religiosos no se puede decir que la fe esté en su mejor momento en este viejo terruño llamado España.
Y gracias a ese fondo devocional que
en la mayoría de los casos es por una clara vinculación con la religiosidad
popular, y más concretamente con el apostolado cofrade que nos une, el
aberrante laicismo, que es la auténtica religión de los contrarios a la fe, que
nos quieren imponer intoxicando cada esfera de nuestra sociedad no ha arrasado
todavía en nuestra bendita Patria.
¿Ataques a la libertad religiosa?
Hay muchos aunque predominan a los cristianos y más concretamente a los
católicos y de ahí que cualquier símbolo de otras profesiones religiosas sea
incluso hasta bien visto cosa que no sucede con lo que tenga que ver con
nuestra religión, nuestra fe y por eso mismo tiene que ser eliminada, como sea,
del espacio público.
La celebración de la Semana Santa
era ciertamente incuestionable en esta parte del mundo pues genera una amplia
aceptación ya sea por motivos religiosos, empresariales, turísticos y un largo
etcétera. Paulatinamente se están
instalando en todas las capas de poder elementos contrario a la religión católica
a la cual hace mucho quieren hacer desaparecer. La ofensiva para eliminar la
Semana Santa está bien programada y no es quitando la cuantía que cada gobierno
municipal, poder político, entrega al Consejo de Hermandades y Cofradías sino
creando un debate generalizado sobre la idoneidad o no de que esta se siga
celebrando en los momentos actuales que estamos viviendo. La cuantía sigue pero ya nada es igual porque
lo que nadie se cuestionaba hasta ahora se ha convertido en opinable llegando
muchas voces a pedir desde diversos medios su desaparición. Esto también forma
parte del ataque a la libertad religiosa, no lo olvidemos nunca.
De la noche a la mañana desaparecen
cruces, se instalan cada vez menos belenes
para no “herir” otras sensibilidades, los alumbrados navideños son
laicos y no existe ni por asomo algún motivo religioso propio de estas fechas,
por poner un crucifijo en tu despacho puedes llegar a ser cuestionado,
manifestar tu fe con coherencia de vida defendiendo a Dios, a la Madre Iglesia
por encima de espurios y torcidos intereses que solo miran bastardos objetivos
puede hacer que poco a poco te vayas convirtiendo en un proscrito para la
sociedad o simplemente declararte creyente, católico, ya puedes ser objetivo de
las burlas y chanzas de tu círculo íntimo y de amistad. Es en verdad ir a
contracorriente en un mundo que no es que quiera sino que se le está obligando
a abandonar la senda de Dios.
Lo malo es que los que ostentan el
poder están haciendo llegar sus mensajes contra todo lo que huela a cristiano,
a católico, usando los resortes de la educación, de la comunicación, de
campañas muy bien orquestadas de “sensibilización” para imponer su estilo de
vida, “su ideología de género”, sus soflamas laicistas con el visto bueno una
mayoría acomodaticia a pensamientos únicos y también “globales”.
¿Allí no había un crucifijo? Seguro
que sí pero hace tiempo que desapareció
con el permiso de todos nosotros que una vez más lo hemos permitido con
nuestras propias e interesadas cegueras y cobardía.
Recibe un fraternal abrazo,
Jesús
Rodríguez Arias