Esta
ha sido una semana totalmente distinta a la semana anterior, aunque siguen los coletazos de la “santa y
divina paciencia” de la semana pasada. Ahora con el tema de las elecciones que
están en puertas para este domingo y el movimiento de las Cofradías cara a la
Semana Santa, se abren nuevos frentes de diálogo y debate en nuestra pequeña
comunidad de blogleros y amigos del facebook. Y al final he llegado a mis
propias conclusiones que a fin de cuenta, es para lo que aquí estamos. Ya en
una colaboración anterior comenté que para mi había dos tipos de personas, las
que analizan y las que sintetizan y ahora, transcurrida estas dos semanas, me
he encontrado otro tipo muy interesante de amigos que se salen de estas dos clasificaciones,
las cuales algunas de ellas hace 20 años que no veía.
La
cosa comenzó cuando fuimos este lunes a la presentación de un libro de un amigo
en Cádiz que participó como mucho de los presentes en este acto, en el movimiento
del lucha por el 0,7%. Nos encontramos los que eran los “padres” de ese
movimiento, que ya son abuelos físicos y los jóvenes universitarios en gran
mayoría, que ahora somos los padres que habremos de educar a nuestros hijos en
esas pautas de solidaridad y respeto. Allí estaba Ané de Medicos Mundi, Pedro y
Lola del Comité Oscar Romero, Domingo, Juan, Tina y yo que estuvimos en Manos
Unidas y otras personas miembros de comunidades cristianas de base.
Lo
interesante de esa tarde fue el recargar pilas recordando nuestras actividades
y confirmando que muchos siguen o seguimos de una forma u otra metidos en estas
movidas solidarias. Y lo que me encantó fue un comentario de autor del libro
que nos comparó a todos con pequeñas “setitas” que crecen en una selva dura en
la que se ha convertido hoy en mundo al que miremos donde miremos para la gran
mayoría solo vemos alarmas, crisis, guerras, desahucios, corrupción, pero
Nacho, el autor y cantautor, con sus palabras nos dio una esperanza para el
mundo en el que ahora vivimos. Su esperanza estaba precisamente en eso, que
nosotros somos esas pequeñas setas que vamos surgiendo en distintos lugares con
diferentes opciones de lucha y reivindicación. Como bien dice en su libro “Las
grandes masas no notarían salto alguno, ni gran cambio, pero de un modo
espontáneo, adoptarían los hábitos humanistas y espirituales que tal minoría
estaría implementado”.
Estamos en un período de nuestra historia
humana en la que surgen elementos nuevos de interés por la espiritualidad, el
anticonsumismo, la vuelta al campo, la economía autogestionada… son pequeñas
“setitas” que van abonando un gran campo y van haciendo su labor discreta. Lo
mismo el fin del mundo del que tanto se habló en el 2012, son estos pequeños
cambios que van vislumbrándose en nuestra sociedad y que van abriendo una
esperanza, es como la luz al fondo del canal del parto, que para que el niño
salga, ha de ser un proceso doloroso, pero ahí, al final, tras varios
empujones, llega la nueva vida, llega algo diferente. No hay nada bueno que no
supongo trabajo o dolor, y nada que no requiera su tiempo para crecer y
madurar.
Aunque
individualmente no podemos hacer nada como la levadura, si ésta entra en
contacto con la masa de harina, huevos, aceite, etc, comienza su función de
fermentación y levado. Nosotros somos esa levadura, que bien colocada en
nuestro lugar, podemos hacer lo mismo y en silencio, no todos estamos llamados
a volver a acampar para ejercer nuestro derecho a la protesta e indignación,
muchos podemos dentro de nuestros pequeños reductos realizar una gran labor de
concienciación y desarrollo humanista. Ya lo comenté en otra colaboración, y la
charla y debate posterior que surgió de la presentación del libro, me lleva a
reafirmarme en mis creencias de que estamos en un periodo de cambios debido a
que muchos modelos económicos, sociales y espirituales están en crisis y
tenemos que volver a unas raíces simples,
a ese humanismo del que tanto se habla, pero que no acaba de arrancar en
nuestras conciencias.
Es
muy cómodo quedarse en casa autocompadeciéndose de lo mal que está todo, de la
mala suerte que tengo y de que tiempos pasados siempre fueron mejores. Y nada
más lejano de la realidad, el problema es que tenemos una vida y una memoria
muy corta, pero si pudiéramos viajar en el tiempo, veríamos con gran claridad,
que estos tiempos son muchos mejores que el pasado, ha habido grandes avances
sociales, económicos y políticos, pero también hay grandes fallos y errores
porque estos avances provienen de una humanidad imperfecta.
Dentro
de los “talentos” que me han sido concedidos por mi Creador, y del que estoy
eternamente agradecida, es mi optimismo, y mi poco interés por lo material. Claro,
que quien me conozca dirá “eso es fácil de decir con la vida que tienes”, y no
le quito razón, pero ¿Cuántas personas conocemos que viven mejor que yo, en
muchos aspectos y siguen llorando porque tienen mala suerte y la vida les trata
mal? Yo sé que soy afortunada, y también se que de muchas de las cosas que
disfruto son un regalo, pero también soy consciente qué tal como vienen pueden
irse y no debo de apegarme a nada. Solo tengo dos “amores”, mi familia que es
cortita, marido, hijos y madre, y mi vida (salud para todos ellos), lo demás,
llegará con más o menos dificultad y todo esto rodeado de estupendos amigos que
tienen a gala formar buenos debates y tertulias, que es la sal de mi vida.
Por eso os animo a todos que afrontéis los
cambios con optimismo, analicéis vuestro entorno, no penséis que es oro todo lo
que reluce, que seáis críticos y dentro
de vuestra humilde casilla de salida que la vida nos ha dado, luchemos por
llegar a la meta, dándole la mano a todas aquellas personas que nos encontramos
en el camino y han pedido la orientación para llegar al final, seamos la
brújula, la levadura, la humilde “setita” que abonará nuestro entorno y que
como todo, tendremos que “morir” para alcanzar el gran cambio, pero haciendo de
visionaria, ese cambio lo veremos nosotros y nuestros hijos.
SHABBAT SHALOM
Mara Herrera

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