jueves, 24 de julio de 2014

PARA MEDITAR.


"Bienaventurados los pobres..., bienaventurados los mansos, bienaventurados los que sufren..., bienaventurados los pacíficos..., bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia..." 
Así fue desarrollando su magistral lección el Maestro de Nazaret. Si algún día los hombres nos decidiéramos a aceptar en serio esas enseñanzas del sermón del Monte, la tierra se convertiría en un remanso de felicidad y de paz. 
Nunca los poetas ni los filósofos o sociólogos trazaron una plan de acción tan humano como ése; nunca oyeron afirmaciones tan extrañas, pero tan consoladoras, y nunca se trazó un programa de acción y vida como este programa del Evangelio. 
Allí aprendieron los hombres que hay ciertos valores en la vida que están sobre el valor del dinero; que hay ciertas cosas que no son materiales y que pueden llenar el corazón humano. 
Allí se convencieron los hombres de que deben preocuparse los unos por los otros. 

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