martes, 27 de mayo de 2014

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER.

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «Ahora me voy al que me envió, y ninguno de vosotros me pregunta: "¿Adónde vas?" Sino que, por haberos dicho esto, la tristeza os ha llenado el corazón.» (Lectura del día). Lo que me llama la atención de esta lectura es el último párrafo: "la tristeza os ha llenado el corazón". Los discípulos quedan tristes porque Jesús se va. ¿Y nosotros? ¿Nos quedamos tristes cuando Jesús no figura en nuestra vida (al menos aparentemente)? Las personas que no tienen experiencia de Dios se supone no saben lo que pierden. Pero nosotros, que tenemos experiencia de Dios, que hemos "convividos" con el Señor, que lo testimoniamos, que lo ponemos en el centro de nuestra vida, ¿nos entristecemos cuando parece que no está con nosotros? Y, lo más grave, cuando con mi pecado lo aparto a un lado ¿soy consciente de que no lo dejo entrar? (que no significa que no entre para rescatarme), ¿me embarga la tristeza? Buena señal o testigo, esto de la tristeza, para chequeo o examen de mi vida de fe. Pido al Señor me haga ver como anda mi vida de fe, que no me quede impasible ante sus "ausencias", ni que yo lo "ausente" con mis errores, incongruencias, falta de fe, dejadez y pecados. Santa María de la Alegría, ruega por nosotros.

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