Permitid que hoy escriba dos artículo en breve espacio de tiempo. En uno trataré un tema que se ha tenido noticia esta semana y que me ha llegado al corazón y en este quiero dar la bienvenida, a mi manera, al mes de diciembre.
¡Por fin llegó diciembre! Porque en este mes el mundo cambia a mejor, se convierte en más humano, la luz lo cautiva todo, la alegría, aunque sea moderada por las circunstancias que estamos pasando, se hace más palpable, los buenos sentimientos llegan a aflorar y las tristezas y melancolías que nos han apesumbrado durante el triste mes de luto que acabamos de terminar quedan aparcadas.
Es un mes, el de diciembre, bonito y lleno de recuerdos, de añoranzas, de sentimientos, muchas veces encontrados, pero es un mes de GRACIA porque en él se celebra y conmemora el Nacimiento del Niño Jesús, que no olvidemos que vino al mundo rodeado de pobreza, en un establo, con frío y en la sola presencia de María y José que no tenían ni para comer. Esta situación tan lejana en el tiempo y, también, tan cercana nos puede ofrecer un álito de esperanza ante las dramáticas situaciones que estamos viviendo de cerca.
Quiero dar mi bienvenida a diciembre porque es el mes de María, donde celebraremos dentro de una semana Su Inmaculada Concepción y donde dentro de siete día justos dos personas a las que quiero ingresarán en los Caballeros Hospitalarios: Hetepheres, mi mujer, y Manolo Raposo, mi amigo y hermano en la fe.
Y sobre todo es el mes de Jesús, del Hijo de Dios, que nació para darnos VIDA ETERNA, para darnos a conocer la FELICIDAD PLENA QUE SIGNIFICA EL REINO DE DIOS PADRE. Es el mes de las familias, de los niños y debe ser el mes del AMOR, si todos nos comprometemos a ello.
Buen mes de diciembre y que la Gracia que este conlleva os colme en vuestras vidas.
Jesús Rodríguez Arias
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