lunes, 24 de diciembre de 2018

UNA NAVIDAD PARA MEDITAR


Cada persona con la que nos encontramos a lo largo del día merece que le dediquemos un momento de nuestro tiempo, un espacio en nuestro pensamiento, que compartamos con ellos un pequeño rayo de nuestra esperanza, nuestra alegría, nuestra vitalidad. Para eso, muchas veces basta simplemente con una mirada a los ojos, una sonrisa, un saludo, un gesto. Permanecerá siempre en su corazón. 

Pienso que en esta Navidad nos podemos proponer ese objetivo: ¡Dedicarle un minuto de nuestro tiempo a nuestros semejantes! Es una forma muy bonita de celebrar esta preciosa Festividad y también podría ser nuestra ofrenda a Jesús que vuelve a Nacer en medio de nuestros corazones. 

Sí, sé que me diréis que en estas fechas a ver quién se entretiene con todo lo que hay que hacer, que comprar, que... Pero la verdad es que si nos metememos en esa bucle de agendas recargadas de cosas que hacer no tendremos ni un minuto para pararnos, escuchar, conversar, mirar a los ojos a esa persona que pudiendo estar muy acompañada se encuentra en verdad muy sola, esa persona que pasa por dificultad, esa persona que necesita una pizca de nuestra atención. La Navidad no es dejarse la vida y la cartera en el empeño  de tener más sino que debería ser el principio para ser más humanos con todos, empezar a vivir desde un real humanismo que da su inmensa dignidad al ser humano por encima de compras, comidas que al final solo son algo que forman parte de nuestros recónditos recuerdos. 

Con esta pequeña reflexión os felicito la Navidad y os invito a vivirla desde un prisma humanista porque al fin y a la postre tenemos que amar a nuestro prójimo si queremos en verdad amar al mismo Dios que en unos días viene al mundo hecho Niño. 

Feliz Navidad y si nos nos vemos os deseo un inmejorable 2019. 

Con un fuerte abrazo, 

Jesús Rodríguez Arias

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