J. Lozano/ ReL
Este domingo se celebra el Domund, una fecha importante para poner en valor la importante labor que desarrollan los miles de misioneros que hay repartidos en el mundo.Muchos de ellos se juegan la vida a diario para ayudar a los demás y llevar a Cristo a los ríncones más recónditos y peligrosos de la tierra.
Uno de estos misioneros es la religiosa valenciana sor Natalia Martínez. A sus 70 años esta Hija de la Caridad de san Vicente de Paúl parece mantener la vitalidad de una joven veinteañera en un país como Haití, el más pobre de América, a cuyas gentes sirve desde hace más de 25 años.
Una vida de película
En este cuarto de siglo sor Natalia ha vivido de todo. Ha sido apuntada con armas de fuego, ha sobrevivido al fuego cruzado entre bandas criminales o ha conseguido sortear las numerosas epidemias pese a estar rodeada de personas contagiados. Incluso cuando se han producido los terribles terremotos y otras catástrofes naturales ella no se ha movido de ahí. Ha ofrecido su vida entera por los pobres, pues en ellos ve a Cristo.
Como ella misma relata, todos los días se levanta a las cinco de la mañana para recorrer las montañas con clínicas móviles y así poder atender a ancianos, enfermos y abandonados. “Para ello andamos tres horas para llegar al lugar y trasladamos los medicamentos y utensilios médicos en burros”, relata.
Un país que necesita mucha ayuda
Y es que cuando llegó en 2011 a la zona de Meyer, en la parte sur de Haití, tras el devastador terremoto de 2010 “llegamos a atender a 7.000 enfermos en 15 días” y recuerda que “no nos contagiamos de cólera de milagro”.
Además de su labor sanitaria, sor Natalia ha reconstruido escuelas que han albergado a más de 400 niños damnificados por aquel terremoto. Toda labor es poca para un país que siempre está al límite en cuanto a las necesidades de su gente.
Los haitianos dan gracias a Dios pese a tanta desgracia
Sor Natalia define lo que ocurre en Haití: “aquí es para hacerse los cuerpos de acero y las almas de oro”. En su opinión, los haitianos nunca culpan a Dios de sus desgracias, tristemente muy comunes, sino que después de cada uno de estos acontecimientos se oyen cantos de alabanza y de acción de gracias a Dios.
Pero esta monja española ha estado muy cerca de la muerte en estos 25 años. Hay que recordar que el pasado mes de septiembre murió asesinada en este país la también religiosa española Isabel Solá, que también servía a los haitianos más pobres y desfavorecidos.
Haití es el país más pobre de América
Un increíble testimonio de conversión
Sor Natalia comentaba en una conferencia en una parroquia valenciana un ejemplo de las peligrosas vivencias que ha vivido en estos años:
“Un día se me puso delante un muchacho con una pistola y me dijo: ‘hermana, la voy a matar’. Yo contesté: ‘bien, mátame’. Y él me preguntó: ‘¿no tiene miedo?’. Yo contesté: ‘¿por qué he de tenerlo? Si me matas llegaré más pronto a mi destino, el cielo, y si no, continuaré ayudando a los me necesitan’. Poco después, este mismo muchacho enfermó y yo le atendí. Una vez sanado me dijo: ‘hermana le voy a hacer dos regalos: uno, voy a rezar por usted’. Yo le dije: ‘gracias, ese es el mejor regalo que me han hecho jamás'. Y continuó él: 'y segundo, voy a bautizar a mi hijo y a ayudar a mi madre porque Dios me ha cambiado'”.
La oración que salvó a la comunidad
En otra ocasión, relataba igualmente sor Natalia, la casa de la comunidad se encontró en medio de un tiroteo entre bandas rivales. Numerosos proyectiles impactaron en la casa destrozando todas las habitaciones de las hermanas. Sin embargo, gracias a Dios, todas ellas se encontraban en ese momento rezando en la capilla situada en la planta baja, que no recibió ningún disparo.
“Si el tiroteo hubiera sido media hora más tarde, toda la comunidad estaría ahora muerta”, cuenta tranquilamente.
"Aquí recibo más de lo que doy"
Ella misma asegura que ha vivido muchas más historias como esta pero no se plantea ni volver ni dejar de ayudar a los demás en esta isla que sólo aparece en los medios cuando queda devastada por algún terremoto o huracán.
“Aquí recibo mucho más de lo que doy”, asegura, y de este modo ha aprendido a no quejarse sino a dar gracias a Dios por todo lo que tiene.
Ella es una más de los 13.000 misioneros españoles que hay repartidos en el mundo y que realizan una labor impagable de ayuda al prójimo. De ahí, la importancia de una jornada como la del Domund. Que los católicos no olviden que la Iglesia es verdaderamente universal.
Para apoyar económicamente las misiones del Domund:
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