Como cada lunes comparto con todos vosotros mi dominical colaboración en los medios de comunicación en los que colaboro.
Esta semana toca un tema ocurrente y pienso que lleno de contenido.
Espero que lo disfrutéis y también que os haga pensar.
Un fraternal abrazo,
Jesús Rodríguez Arias
LA CRUZ Y EL MADRID

En el pasado
curso cofrade dedicaba un artículo a “Chicharito” y en él exponía que soy
madridista de generación en generación. Hacía mención al recuerdo de cuando mi
padre, en la imagen difusa que tengo de él pues murió joven cuando yo era muy
niño, llegaba a casa del Trofeo Carranza de ver jugar al Real Madrid de su alma
que aunque esta última no tiene color para mi familia siempre ha sido blanca.
Pasó el
tiempo y todos hemos mantenido esa querencia para con el equipo merengue aunque
he reconocer que no soy un fanático sino un simple aficionado que en demasiadas
ocasiones ni siquiera veo ningún partido pero que estoy al tanto de los
resultados.
Comprenderéis
que siendo del Madrid de toda la vida quiero que el Barcelona pierda hasta en
las canicas aunque visto los derroteros políticos que está tomando el club
blaugrana cada día me importa menos lo que le pase, respeto y admiro a sus
aficionados de toda España aunque debo reconocer mi desprecio a los dirigentes
que están llevando a un señero club español hacia unos horizontes nada
halagüeños porque todo no son títulos y copas.
El año
pasado la directiva presidida por Florentino Pérez determinó suprimir la cruz
del histórico escudo del Real Madrid para no
“ofender” a sus socios árabes. Años y años de historia y tradición, en
este caso cristiana como la Europa que nos cobija, tirada al baúl de los
recuerdos por el vil metal.
Cuando se
llevó a cabo este despropósito y las razones tan espurias que ofrecieron
inmediatamente me declaré “agnóstico” del Real Madrid pues mi corazón podrá ser
blanco pero mi alma, amigo mío, es de Dios y con eso no se juega.
El club
madridista pensó que los “petrodólares” era un motivo más que suficiente para
eliminar la cruz porque al fin y al cabo ellos ya tenían a su “Cristiano”. El
resultado todos los sabemos: La temporada pasada el Real Madrid sin cruz en el
escudo pasó en blanco por todas las competiciones. ¿Castigo? No. ¡Justicia!
En la pasada
Asamblea General de socios en respuesta a una pregunta Florentino Pérez anunció
que el escudo, desde ya, recuperaría la cruz que había sido eliminada para no “ofender” a los árabes. ¿Antes ofendía y
ahora no?
Esto que ha
pasado en el Real Madrid que se conoce en todos los lares de este pequeño gran
mundo por ser esta institución reconocida y prestigiada internacionalmente pasa
a diario sin que apenas nos demos cuenta. Esta temporada seré más blanco aunque
la confianza perdida habrá que recuperarla.
¿Cuántas
cruces han desaparecido de los colegios, hospitales e incluso tanatorios? Los
mismos belenes que se montaban en antaño por Navidad ahora van decreciendo
porque no se quiere “ofender” a las minorías religiosas. Parecido el discurso,
¿Verdad?
Si en la
fachada de un Ayuntamiento existe un azulejo con un Corazón de Jesús u otro
motivo religioso es factible que a la
menor obra de mantenimiento o restauración desaparezca de la vista de todos y
así una tras otra.
Creen que
quitando la cruz, los símbolos religiosos, cuestionando celebraciones que
despiertan tanta devoción como puede ser la Semana Santa, el Rocío o cualquier
acto de piedad popular e incluso intentando eliminar las clases de religión de
nuestras escuelas pueden quitarnos la fe. ¡Qué ilusos son! Parece que no han
aprendido que cuanto más perseguidos estamos los cristianos más brota en
nosotros la llama viva y vivificante de anunciar la Palabra de Dios, de dar la
cara por quien se la partieron por nosotros.
Podrán
quitarnos crucifijos como también la
vida pero no la libertad, ni la fe, ni el Amor que hace levantarnos de nuestra
particular calle de la Amargura para seguir caminando tras Jesús abrazando
nuestra cruz.
Recibid un
fraternal abrazo,
Jesús
Rodríguez Arias
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