Día alegre,
cálido con sones a marchas buenas que impregnaban un cortejo donde el fervor se
unía a la alegría, a los recuerdos, a los pesares, a todo un pueblo.
Día alegre,
sencillo, clareado por un sol que nos bendecía mientras la Santísima Virgen del
Rosario reinaba toda Villaluenga con el poderío de sus suaves hechuras de Madre
entregada en cuerpo y alma a todos sus hijos.
Día donde
los jóvenes y mayores de mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario se iban
turnando para que la Virgen fuese depositada en sus hombros para ser sus
particulares pies con los que caminaría al encuentro de todos.
Día en el
cual se echaron de menos a muchos que no pudieron estar aquí disfrutando de su
Patrona, de su pueblo, de sus gentes, de parte importante de sus propias vidas
aunque en nuestros corazones estuvieron y su recuerdo fueron verdaderas
alfombras de flores que se unían a la Santísima Virgen en cada instante de su
recorrido.
Día vivido
entre la Gran Familia de Villaluenga en torno a nuestra Reina y Madre, Patrona
y Alcaldesa Perpetua, la Santísima Virgen del Rosario.
Día de
miradas perdidas en ese horizonte que solo ve uno y Ella, día de ojos
expectantes, de alegría hecha niños, de jóvenes entregados, de fotografías
imposibles, de Amor, mucho Amor hacia Rosario.
Día de
Familia, de Amistad, de vecindad en torno a una devoción única como es la que
tienen todos los payoyos de nacimiento o de corazón hacia nuestra coqueta y
sencilla Virgen.
Día de
caminar muy cerquita a Ella, casi rozando el manto que es una forma de
cobijarnos en él.
Si algo
bueno tiene el recorrer de punta a punta la procesión es que captas todos los
sentimientos, todas las miradas que en demasiadas ocasiones van a otro paso que
la sonrisa. Recoges una instantánea única que solo tú eres capaz de comprender,
escuchas conversaciones mientras todo pasa por delante de ti y me fije en
muchas personas, muchos queridos vecinos de mi bendito pueblo, donde en una
mirada perdida más allá del Caíllo tenía cobijo sus propios pensamientos al lado
justamente de la Madre del Rosario.
Y allí,
detrás de Ella, al ladito del manto corredentor, donde caben todos sus hijos,
vi a una persona con sus ojos perdidos puestos en Rosario, en sus propios
pensamientos, ofrecimientos y emociones.
Esta muy
querida amiga que es sonrisa alegre y transparente por donde quiera que vaya en
ese instante que queda para mis propios recuerdos me tocó el mismo alma cuando
en vez de la simpática sonrisa vi una muy honda emoción y perdida en sus
propios pensamientos iba también cobijadita bajo el manto protector de su
Madre, la Santísima Virgen del Rosario.
En ese
gesto, en esa mirada, en esa transparencia del alma, pude tocar, palpar lo que
es la grandeza de la fe.
Fe de esta
buena amiga y de todo mi bendito pueblo de Villaluenga del Rosario que me
enseña tanto y tanto a diario en mi vida.
Fe, Amor y
Devoción cuando Isabel ve pasar a la Santísima Virgen cobijadita en un viejo
portal recordando a tantos seres queridos que ya habitan más allá donde se
pierde la vista sobre el Caíllo mientras sus hijos, nietos y bisnietos forman
parte del cortejo y sus hermanos la esperan sentaditos en su casa, en la parte
alta del pueblo.
Y veo
Cándida esperando con sus puertas abiertas de par en par a la Virgen del
Rosario teléfono en mano para que su hermana lo pueda escuchar.
Y veo a
Esperanza, María Jesús, Pepe caminando tras caminar y a cada paso oraciones y
recuerdos en la memoria.
Y veo a
Miguel Ángel, Mateo, Anna y tantos que no estando, estuvieron.
Y veo a
Pepe, el Maestro, apoyado, viendo desde el mismo sitio que su madre veía llegar
a su Virgen del Rosario que siempre fue su consuelo.
Y veo Fe,
mucha fe, de la honda, pura, auténtica, de la que se toca con tan solo fijarte
y ver.
Son las
cosas de María,
las que
llevamos adentro,
las de la
gente sencilla,
la de la Fe
de mi Pueblo.
Son las
cosas Rosario,
que me
enseñas con esmero,
de los que
siendo pasado,
nunca jamás
se fueron.
Son las
cosas de mi Pueblo,
eterno
enamorado de María,
entregado
por entero,
para hacer
grande cada día.
Son las
cosas de Villaluega,
maestra en
tanto y tanto,
que con
poderosa belleza,
nos muestra
sus encantos.
Son las
cosas de María,
son las
cosas de Rosario,
donde el
Calvario es una ermita,
y el Caíllo, nuestro manto.
Cuando
apenas quedan horas para que reine durante un día la Festividad de la Virgen
del Rosario quiero felicitar primero a María que en su Iglesia “encalá” recibe
tanto amor y alabanzas, plegarias y oraciones.
Felicito a
todas las que lleven por nombre el Nombre de la Virgen del Rosario que es y
será por siempre Reina y Madre de Villaluenga.
Felicito a
todos mis vecinos, convecinos, amigos, payoyos sean de nacimientos o venidos de
los sitios más remotos que aman a este bendito pueblo del que soy un eterno
emamorado.
Dedico cada
palabra hoy escrito, como todas las que escribo, a Villaluenga del Rosario, a
todos sus hijos, a todos los la aman, a todos los que la eternidad los ha
acogido y muy especialmente a mi querida y buena amiga Leti Gutiérrez Benítez
porque el pasado domingo cobijadita en el manto de la Virgen, fue cosa de un
instante, apenas unos segundos, en tu mirada pude palpar la grandeza de la fe
de todo un pueblo.
Con todo mi
cariño y un fraternal abrazo,
Jesús
Rodríguez Arias
Texto y fotos: Jesús Rodríguez Arias
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