miércoles, 29 de abril de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN. «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». (Evangelio del día). La vida nos da unos vaivenes y reveses de vértigo, este es el riesgo de vivir, pero todo forma parte del "paquete" que te entregan al nacer. Es verdad que todo podría ser más fácil, incluso que no haya momentos de dolor o de disgusto o, al menos, los mínimos. Cuando te pones a pensar seriamente te das cuenta que, en parte, no es la "vida" quien establece estos quebrantos y avatares, sino somos nosotros mismos. Y, ¿qué tontería tener que pasarlo?, pero, ¿alguien puede dejar de hacerlo?, ¡solo los Santos! Y, aunque nosotros estamos llamados a la santidad, no lo conseguimos porque hay por ahí "unos escollos" que nos lo impide. Pero lo triste de esto es que los "escollos" forman parte de nuestro ser o, al menos, provocados por nosotros. En definitiva, es nuestro pecado, nuestra falta de temple, nuestros celos, egoísmos, arrogancia, presunción, ... Pero, ante toda esta desazón, viene Jesús a decirnos: «Cargad con mi yugo y aprended de mí, que soy manso y humilde de corazón». No podemos dejar de dar gracias a Dios porque, por su amor y misericordia, siempre nos ofrece la posibilidad de mejorar nuestro carácter, superar la tentación y vencer la debilidad. Fiémonos de Él y fijémonos en Él: «Dios es luz y en él no hay nada de oscuridad». Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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