A Morante de la Puebla se le está poniendo cara de Curro Romero. Para lo bueno y para lo malo, porque como el genio de Camas, de su arte no queda ni rastro en tardes de lluvia y viento como la de ayer en Sevilla, Domingo de Resurrección.
Porque fue salir el primero de la tarde -ganadería de Parladé- y Morante demostró que no había venido a luchar contra los elementos. Sobre un albero encharcado, el diestro sevillano no estaba para adornos y mató en tres muletazos y medio a su primer toro. Ejemplo de enorme personalidad porque prefirió una pitada monumental antes que enfangarse en una faena complicada.
Quien sí le echó toneladas de casta al asunto fue El Juli. El madrileño hizo olvidar su ausencia del año pasado recibiendo a sus dos toros a portagayola. Ante el primero cuajó una faena llena de valor y temple en la que estuvo muy por encima del exigente astado de Garcigrande. El coso del Baratillo fue testigo de cómo El Juli se jugó el tipo que otros reservan para días de sol. Gran estocada: oreja y vuelta al ruedo.

Desde luego, Morante y El Juli escenificaron sobre el albero dos personalidades distintas. La plaza tomó su veredicto pitando al primero y ovacionando en pie al segundo. Más tarde, con el quinto, El Juli toreó con más profundidad aún que en el primero ligando tandas -muy buenas al natural- que volvieron a poner en pie al respetable. Una estocada marca de la casa le puso las dos orejas en bandeja. Incontestable Puerta del Príncipe solo ensombrecida por las dos cornadas -una en el muslo derecho y otra en la pantorrilla- que recibió su banderillero El Niño de Leganés. El triunfo de El Juli provocará que haya bofetadas por conseguir una entrada en alguna de sus próximas citas en Sevilla, especialmente la de Miura el 21 de abril.

Por su parte, a los incondicionales de Morante les queda el consuelo de saber que el de la Puebla volverá tres tardes más a la Maestranza para desquitarse del mal trago de ayer. A tanto llegó la cosa que incluso el propio torero tuvo que escuchar la cantinela -como Curro Romero en su época- de "Aprende, Morante" cada vez que El Juli provocaba los olés en la afición. Para resarcir el orgullo herido del morantismo, un aficionado se levantó de su asiento y gritó "Morante, me engañas pero te quiero". Esfuerzo en balde porque la respuesta fue como un puyazo: "Pues llévatelo a casa", se escuchó con guasa.
A pesar de su fracaso, Morante tiene la oportunidad de convertir los pitos en aplausos tomando como ejemplo la gesta de Curro Romero cuando salió por la Puerta Grande de Las Ventas un día después de dormir en el calabozo por negarse a matar un toro que decía toreado.
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