jueves, 25 de abril de 2013

EL ORNATO DEL ALTAR: LAS RELIQUIAS.

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1. Legislación
1. El Código (1917) legislaba sobre las reliquias en el Título XVI del libro III, “De las cosas”, cánones 1281-1289 (Cf. 1276 y 1255 & 2). El Código (1983) Titulo IV del Libro IV, cánon 1190.
2. Estas reliquias son incensadas en la Misa cantada y en Vísperas. Durante la Exposición del Santísimo Sacramento deben ser retiradas del altar, o cubiertas.

2. Historia

El exponer las reliquias sobre el altar data del s.IX ( si no antes). Hubo un tiempo que en que eran expuestas en forma permanente; luego se las colocó solo para las grandes solemnidades.

La “Adomonitio Synodalis” (s.IX o comienzos del s.X) prescribió el que sobre los altares se tuviese solamente las urnas ( ‘capsae’) con las reliquias de los santos, el Evangelario y la píxide con el cuerpo del Señor, para los enfermos; las demás cosas se guardarán en lugar a propósito.
Según Righetti, esta norma “fue el punto de partida de una profunda transformación en la estructura externa del altar” (p. 468) 

A partir del s.X se acrecienta el culto público de los santos. Sus cuerpos son extraídos de criptas y de bajo los altares para exponerlos a la veneración de los fieles. Cada pueblo o ciudad quería poseer insignes reliquias, que fueran su orgullo. En Oriente los cruzados buscan cuerpos y reliquias de santos para llevarlos a sus patrias.

Para exponer las reliquias se utilizaban unas urnas que se colocaban en el borde posterior central del altar, o sobre un retablo adosado a éste. El otro lado de la urna apoyaba sobre un zócalo o pared, de modo que se pudiera pasar detrás del altar por debajo de las reliquias del santo patrono. Esto se denominaba “elevare in altum”.
Sobre la urna del santo se erigía un templete o baldaquín de honor. Alrededor del altar se colocaban algunas columnitas que remataban en ángeles; unas barritas puestas sobre las columnas servían para sostener preciosas cortinas.

3. Simbolismo
El mártir es ciertamente el prototipo del cristiano, por su entrega total a Cristo. N.S., modelo de todos los mártires, para podernos dejar la Eucaristía tuvo que inmolarse completamente, morir como la semilla bajo la tierra; ser pisoteado como la uva en el lagar ... 

Vamos a transcribir algunos pasajes de la hermosísima Carta de San Ignacio de Antioquía a los Romanos, cuando iba camino a su martirio y los cristianos buscaban evitarle la muerte. Ella nos hará comprender qué adecuado es el que los restos de los mártires descansen bajo el ara; la unión de su sacrificio al del Maestro, e incluso su carácter cultual:

“Después de haber suplicado a Dios, alcancé a ver vuestro rostros dignos de Dios, y más de lo que pedía ... ; porque encadenado en Cristo espero saludaros, si fuere voluntad (suya) hacerme digno hasta el final. Porque el principio está bien puesto; si al menos alcanzase la gracia de conseguir sin impedimento mi suerte ! Porque temo vuestra caridad, que no me perjudique. Porque a vosotros os es fácil hacer lo que queréis, pero a mí me es difícil alcanzar a Dios, si vosotros no me dais oportunidad.

Porque no quiero que vosotros agradéis a los hombres, sino que agradéis a Dios, como le habéis agradado. Yo nunca he tenido esta oportunidad de alcanzar a Dios, ni vosotros, si guardáis silencio, podéis suscribir obra mejor. Porque si guardáis silencio sobre mí, yo seré palabra de Dios; mas si amáis mi carne, de nuevo seré voz. No me procuréis nada mejor que ser ofrecido a Dios, que ya está preparado el altar, a fin de que haciéndoos un coro en la caridad cantéis al Padre en Cristo Jesús; porque Dios, después de haberme enviado del Oriente al Occidente, se ha dignado hallar al obispo de Siria. Es bueno que, orientado hacia Dios, estar oculto al mundo, para amanecer en Él...”

“Escribo a todas las iglesias y ordeno a todos que complacido voy a morir por Dios, si vosotros no lo impedís. Os exhorto no hay para mí una complacencia inoportuna. Dejadme ser pasto de las bestias, por las que tengo que alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras voy a ser molido, para que sea hallado pan puro de Cristo. Acariciada más bien a las fieras para que sean para mí sepulcro y nada dejen de mi cuerpo, a fin de que, muerto, a nadie sea molesto. Entonces seré verdaderamente discípulo de Jesucristo, cuando el mundo no vea mi cuerpo. Implorada a Cristo por mí, para que por estos instrumentos sea hallado sacrificio para Dios...”

“... Ojalá goce yo de las fieras que me están preparadas y suplico hallarlas veloces para mí; las azuzaré para que rápidamente me devoren, no sea que, amedrentadas, me respeten como algunos. Si ellas, paradas, no quisieran, yo las hostigaré. Tened compasión de mí; yo sé muy bien lo que me conviene. Ahora comienzo a ser discípulo. Que nada de los seres visibles o invisibles me impida por celo el que alcance a Jesucristo. Fuego y cruz, manadas de bestias, disecciones, desgarramientos, quebrantamientos de huesos, desconyuntamiento de miembros, moraduras de todo el cuerpo, suplicios atroces del diablo vengan sobre mí, con tal que yo alcance a Jesucristo.

“ De nada me aprovecharán los confines del mundo ni los reinos de este siglo. Para mí es mejor morir por Cristo Jesús que regir los términos de la tierra. Busco Aquel que murió por nosotros; Aquel quiero, que nosotros resucitó. El parto es inminente. Compadeceos de mí, hermanos no me impidáis vivir; no queráis que yo muera; no entreguéis al mundo al que quiere ser de Dios, ni os seduzca la materia; dejadme recibir la luz pura; llegado allí, seré hombre. Permitidme ser imitador de la pasión de mi Dios. Si alguno lo tiene dentro de sí mismo, comprenderá lo que quiero, y me compadecerá, consciente de lo que me urge.”

“ ... Mi amor está crucificado; ya no hay en mí fuego para amar la materia, pero sí agua viviente que murmura en mí, diciéndome interiormente: Ven al Padre ! No siento placer por la comida corruptible ni por los placeres de la vida. Quiero el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo ... y como bebida su sangre, que es caridad incorruptible”.
EL ORNATO DEL ALTAR: LAS RELIQUIAS

     1. Legislación
1. El Código (1917) legislaba sobre las reliquias en el Título XVI del libro III, “De las cosas”, cánones 1281-1289 (Cf. 1276 y 1255 & 2). El Código (1983) Titulo IV del Libro IV, cánon 1190.
 2. Estas reliquias son incensadas en la Misa cantada y en Vísperas. Durante la Exposición del Santísimo Sacramento deben ser retiradas del altar, o cubiertas.

     2. Historia

El exponer las reliquias sobre el altar data del s.IX ( si no antes). Hubo un tiempo que en que eran expuestas en forma permanente; luego se las colocó solo para las grandes solemnidades.

La “Adomonitio Synodalis” (s.IX o comienzos del s.X) prescribió el que sobre los altares se tuviese solamente las urnas ( ‘capsae’) con las reliquias de los santos, el Evangelario y la píxide con el cuerpo del Señor, para los enfermos; las demás cosas se guardarán en lugar a propósito.
Según Righetti, esta norma “fue el punto de partida de una profunda transformación en la estructura externa del altar” (p. 468)                        

A partir del s.X se acrecienta el culto público de los santos. Sus cuerpos son extraídos de criptas y de bajo los altares para exponerlos a la veneración de los fieles. Cada pueblo o ciudad quería poseer insignes reliquias, que fueran su orgullo. En Oriente los cruzados buscan cuerpos y reliquias de santos para llevarlos a sus patrias.

Para exponer las reliquias se utilizaban unas urnas que se colocaban en el borde posterior central del altar, o sobre un retablo adosado a éste. El otro lado de la urna apoyaba sobre un zócalo o pared, de modo que se pudiera pasar detrás del altar por debajo de las reliquias del santo patrono. Esto se denominaba  “elevare in altum”.
Sobre la urna del santo se erigía un templete o baldaquín de honor. Alrededor del altar se colocaban algunas columnitas que remataban en ángeles; unas barritas puestas sobre las columnas servían para sostener preciosas cortinas.

     3. Simbolismo
El mártir es ciertamente el prototipo del cristiano, por su entrega total a Cristo. N.S., modelo de todos los mártires, para podernos dejar la Eucaristía tuvo que inmolarse completamente, morir como la semilla bajo la tierra; ser pisoteado como la uva en el lagar ... 

Vamos a transcribir algunos pasajes de la  hermosísima Carta de San Ignacio de Antioquía a los Romanos, cuando iba camino a su martirio y los cristianos buscaban evitarle la muerte.  Ella nos hará comprender qué adecuado es el que los restos de los mártires descansen bajo el ara; la unión de su sacrificio al del Maestro, e incluso su carácter cultual:

“Después de haber suplicado a Dios, alcancé a ver vuestro rostros dignos de Dios, y más de lo que pedía ... ; porque encadenado en Cristo espero saludaros, si fuere voluntad (suya) hacerme digno hasta el final. Porque el principio está bien puesto; si al menos alcanzase la gracia de conseguir sin impedimento mi suerte ! Porque temo vuestra caridad, que no me perjudique. Porque a vosotros os es fácil hacer lo que queréis, pero a mí me es difícil alcanzar a Dios, si vosotros no me dais oportunidad.

Porque no quiero que vosotros agradéis a los hombres, sino que agradéis a Dios, como le habéis agradado. Yo nunca he tenido esta oportunidad de alcanzar a Dios, ni vosotros, si guardáis silencio, podéis suscribir obra mejor. Porque si guardáis silencio sobre mí, yo seré palabra de Dios; mas si amáis mi carne, de nuevo seré voz. No me procuréis nada mejor que ser ofrecido a Dios, que ya está preparado el altar, a fin de que haciéndoos un coro en la caridad cantéis al Padre en Cristo Jesús; porque Dios, después de haberme enviado del Oriente al Occidente, se ha dignado hallar al obispo de Siria. Es bueno que, orientado hacia Dios, estar oculto al mundo, para amanecer en Él...”

 “Escribo a todas las iglesias y ordeno a todos que complacido voy a morir por Dios, si vosotros no lo impedís. Os exhorto no hay para mí una complacencia inoportuna. Dejadme ser pasto de las bestias, por las que tengo que alcanzar a Dios. Trigo soy de Dios y por los dientes de las fieras voy a ser molido, para que sea hallado pan puro de Cristo. Acariciada más bien a las fieras para que sean para mí sepulcro y nada dejen de mi cuerpo, a fin de que, muerto, a nadie sea molesto. Entonces seré verdaderamente discípulo de Jesucristo, cuando el mundo no vea mi cuerpo. Implorada a Cristo por mí, para que por estos instrumentos sea hallado sacrificio para Dios...”

 “... Ojalá goce yo de las fieras que me están preparadas y suplico hallarlas veloces para mí; las azuzaré para que rápidamente me devoren, no sea que, amedrentadas, me respeten como algunos. Si ellas, paradas, no quisieran, yo las hostigaré. Tened compasión de mí; yo sé muy bien lo que me conviene. Ahora comienzo a ser discípulo. Que nada de los seres visibles o invisibles me impida por celo el que alcance a Jesucristo. Fuego y cruz, manadas de bestias, disecciones, desgarramientos, quebrantamientos de huesos, desconyuntamiento de miembros, moraduras de todo el cuerpo, suplicios atroces del diablo vengan sobre mí, con tal que yo alcance a Jesucristo.

“ De nada me aprovecharán los confines del mundo ni los reinos de este siglo. Para mí es mejor morir por Cristo Jesús que regir los términos de la tierra. Busco Aquel que murió por nosotros; Aquel quiero, que nosotros resucitó. El parto es inminente. Compadeceos de mí, hermanos no me impidáis vivir; no queráis que yo muera; no entreguéis al mundo al que quiere ser de Dios, ni os seduzca la materia; dejadme recibir la luz pura; llegado allí, seré hombre. Permitidme ser imitador de la pasión de mi Dios. Si alguno lo tiene dentro de sí mismo, comprenderá lo que quiero, y me compadecerá, consciente de lo que me urge.”

 “ ... Mi amor está crucificado; ya no hay en mí fuego para amar la materia, pero sí agua viviente que murmura en mí, diciéndome interiormente: Ven al Padre ! No siento placer por la comida corruptible ni por los placeres de la vida. Quiero el pan de Dios, que es la carne de Jesucristo ... y como bebida su sangre, que es caridad incorruptible”.

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