Los miércoles se terminan en SED VALIENTES con alguno de los artículos que en su día publicara nuestro siempre querido y admirado Diego Martínez Salas en "Raíces de Grazalema" y que siempre viene bien para recordar o profundizar en la historia, raíces, cultura y costumbres de Grazalema.
Hoy traigo a colación uno firmado por Cándido Gutíerrez Nieto y que lleva por título: "Financieros de Grazalema: José María Jiménez Rodríguez y Juan de la Rosa Mateos" que es muy interesante.
Sirva este artículo como recuerdo a la memoria de nuestro querido Diego, gratitud hacia su inmejorable equipo de colaboradores así como muestra de cariño y admiración hacia su viuda, hijos, madre, familia, amigos así como a todos los grazalemeños y todo el Pueblo de Grazalema en toda su extensión.
Recibid todos un abrazo con sabor a eternidad,
Jesús Rodríguez Arias
raicesdegrazalema.wordpress.com
Publicado por Grazalema
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DESDE MI ALTOZANO: Financieros de Grazalema. José María Jiménez Rodríguez y Juan de la Rosa Mateos
Cándido Gutiérrez Nieto
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En este largo capítulo de los grazalemeños en el olvido, o casi olvidados como ahora veremos, he tomado mucho interés en proyectar la imagen de Grazalema en su pasado como una sociedad plural, a pesar de que hayan existido grupos sociales o profesionales que han dejando su huella más numerosos que otros. Y en esta pluralidad hay un colectivo presente en la localidad desde hace muchos años, muy especialmente significado por algunos grazalemeños que le han dado prestigio. Como ya saben por el título del programa hoy vamos a tratar sobre los financieros grazalemeños o lo que hoy podrían identificarse como economistas u hombres del mundo del dinero.
Como curiosidad les diré que en un blog que hay en internet titulado “aportes para una historia de la banca en Andalucía” en el periodo comprendido entre 1780- 1936 aparece citada Grazalema. Antes de continuar me pregunto por qué esta fecha de 1780; ya que la de 1936 está bien clara en nuestra historia, en ella se produce el comienzo de la Guerra Civil.
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Sobre esa fecha del comienzo de este periodo, la respuesta es la llegada del dinero en papel, es decir la invención de los billetes tal y como lo conocemos ahora. Es decir los billetes tan introducidos en nuestra vida cotidiana no se pusieron en circulación hasta tiempo reciente. Concretamente fue en 1661 y en Europa cuando en el banco de Estocolmo (capital de Suecia) su director Johan Palmstruch, empezó a entregar unos resguardos en papel a quienes depositaban en sus oficinas oro o plata. Con esta medida se habían inventado los billetes y con ellos uno de los símbolos de las modernas finanzas. Bueno, pues a España este símbolo de las nuevas finanzas no llega hasta 1780 durante el reinado de Carlos III cuando se emite deuda pública para financiar los gastos militares de la Guerra de Independencia de EE.UU. que, por razones estratégicas, recibió dinero de nuestro país y al no tenerlo en las arcas públicas hubo que recaudarlo de esta manera, es decir emitiendo billetes el gobierno de España por primera vez en nuestra historia.
Como les digo, en esta historia de la banca en Andalucía, en este primer periodo hay una referencia a Grazalema aunque muy escueta y personal. En 1899, prácticamente ya en el siglo XX, se cita la figura de Ramón Villalobos Álvarez que aparece como corresponsal del banco gaditano Aramburu hnos. en nuestra localidad y más tarde también en El Bosque y El Gastor. Este cargo lo ejercerá hasta 1935. Como curiosidad en este documento se citan los diferentes corresponsales de los principales bancos que operaban en nuestro pueblo en este periodo del primer tercio del siglo XX. Así está Juan Manuel Roldán, maestro de profesión, que fuera alcalde (no se ve muy bien si de Grazalema, El Gastor o El Bosque) y ejerció de corresponsal de varias entidades en varios pueblos, llegando a ser en 1929 corresponsal del Banco de España en Jerez. O José Marín Carrera, conocido en Grazalema por Pepe Marín, que aparece en 1918 como corresponsal del Banco Español de Crédito en nuestro pueblo.
José María Jiménez Rodríguez
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Anterior a este, y con verdadera presencia en el mundo de las finanzas españolas hubo un grazalemeño que está en la historia y le da nombre a una de nuestras más conocidas calles. Se trata de José María Jiménez Rodríguez, cuya historia (aunque brevemente) investigué hace unos años y coloqué en internet en el llamado foro de Grazalema con el seudónimo que utilicé en este foro. Les leo aquel texto que, como les digo, está elaborado por mí mismo.
José María Jiménez y Rodríguez fue un economista nacido en Grazalema en 1859. Perteneciente a una familia de origen local, padre de doña Amidea Jiménez y abuelo de los herederos del Conde de la Salceda (Dña. Amidea y Dña. Mª Gracia, entre otros), residentes actualmente en Sevilla y Madrid y que tienen casa en Grazalema en la calle del mismo nombre y en la calle Plaza Pequeña. Estudió Derecho en la Universidad de Sevilla titulándose además como perito mercantil. En 1875 ganó por oposición su ingreso en el Banco de España (banco principal del país que administra los recursos del Estado) en el que desempeñó diversos cargos sobre todo a partir de 1894 en que se le nombró director de diferentes sucursales provinciales, siendo una de las más importante la de Zaragoza. Personalidad muy inquieta en su actividad profesional, publicó artículos en muchas revistas nacionales especializadas como la “Gaceta de la Banca” y el “Economista”. Llegó a adquirir gran prestigio al ganar, en 1905, en concurso extraordinario abierto por la “Academia de Ciencias Morales y Políticas”, el prestigioso premio de economía “Conde de Toreno” con su obra “Estudio crítico de la crisis económica” donde analizaba la llamada “cuestión de los cambios en el extranjero” con el que rebate las tesis mantenidas hasta entonces por los economistas franceses (considerados de tendencia clásica y de autoridad internacional) Leroy y Beaulieu. En aquel estudio, de gran impacto nacional, puntualizó las causas, efectos y remedios de la elevación del agio de oro en España y de otras naciones. Aquel trabajo, por el que recibió la importante cantidad en la época de 4000 pesetas, fue publicado en 1905 con el título “Estudio crítico de la crisis monetaria” (de 325 páginas) y vendido al precio de 30 pesetas. Su contribución a su pueblo fue importante ya que gestionó, desde su privilegiado puesto en el Banco de España, la construcción de la carretera que une el Puerto de Montejaque con la localidad, permitiendo que mejorasen sensiblemente las comunicaciones de Grazalema con Ronda; sobre todo del correo- diligencia que cada día hacia esta ruta. En reconocimiento de esta labor, el ayuntamiento le asignó la calle que hoy lleva su nombre.
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Juan de la Rosa Mateos
Pero, además de José María Jiménez, hablar de hombres de banco en Grazalema es obligatorio y esencial citar a la figura extraordinaria de Juan de la Rosa Mateos, entre otras razones porque en su entorno y la Caja de Ahorros de Ronda se fraguó una generación de grazalemeños empleados de banca o, en término aún más amplio, de la Caja, en las décadas de los 60, 70 y 80 que ha ocupado a sagas familiares casi completas. Fruto de la presencia e influencia de Don Juan de la Rosa, Don Juan, como así se le conocía en el pueblo y en la Caja.
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Don Juan de la Rosa durante su nombramiento como Hijo predilecto de Grazalema
Además, la caja de Ronda, como así se organizaba el desempeño de aquellas instituciones hasta hace unos años, tenía una importante obra social que, gracias a la procedencia grazalemeña de Don Juan, se dejó sentir extensamente en nuestro pueblo con muchos proyectos; algunos de los que recuerde fueron tan significativos para la vida cotidiana de aquellos años como fueron la granja de cerdos y gallinas a la que se accedía por una carretera construida exprofeso que se anunciaba en el cruce con el puente de la Virgen de Lourdes y tomaba el nombre de “carretera de la granja”, con un rótulo en forma de arco que ocupaba toda la vía. En aquella granja se empaquetaban y vendían huevos.
La Caja y Don Juan también fueron responsables de la existencia en Grazalema de la llamada escuela del Monte, justo encima de la actual oficina, y del maravilloso iluminado nocturno del corazón de Jesús, cuyos destellos desaparecieron casi a la par que Don Juan, como símbolo hoy olvidado de las noches grazalemeñas.
Pero sin duda su mayor impronta fue favorecer la instalación en el pueblo de la conocida fábrica textil popularmente llamada de las bragas, donde se emplearon decenas de jóvenes grazalemeñas y en buena medida fue el germen de la emancipación femenina a través del trabajo en pos de la igualdad de género que poco a poco se ha ido instalando en nuestra sociedad grazalemeña en las últimas décadas.
Como nada es perfecto algunos también recuerdan que aquellas fábricas textiles que además de Grazalema, también estaban en Ronda, Alcalá del Valle o Arriate, estuvieron aquí mientras nuestra mano de obra fue competitiva o muy barata, al estilo de lo que pasa hoy muchísimo más acentuado con países como China. No obstante con aquella actividad la vida social y económica de Grazalema recibió un impulso extraordinario que en estos días de dificultades se echa especialmente de menos.
Pero vayamos a la biografía de Don Juan. Juan de la Rosa Mateos, hijo de Francisco de la Rosa Castro y Antonia Mateos Gómez, nace en Grazalema (Cádiz) el 16 de octubre de 1912. Según ha quedado recogido en su biografía, la muerte temprana de su padre, industrial textil (fabricante de mantas), dejó a la familia de cinco hijos (tres varones y dos hijas) en una situación difícil.
A la edad de 9 años, en 1921, ingresa para hacer estudios de bachillerato y estudios eclesiásticos en el Seminario de Málaga, donde permanece nueve cursos que, por aquella situación familiar, tuvo que abandonar. Dicen los cronistas que, durante unas vacaciones en Grazalema, la imagen de su madre en una difícil situación al no poder hacer frente a un dinero que debía a un prestamista, al parecer un herrador del pueblo que llegó a increparla, fue determinante en aquella decisión.
En consecuencia, para sacar a su familia adelante el seminarista Juan de la Rosa, matriculado ya en el curso de “teólogos”, dejó los estudios para arrimar el hombro.
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Comienza a impartir clases de Latín y Humanidades en la academia Franco de Ronda, al mismo tiempo que finalizaba sus estudios de bachillerato y estudiaba Magisterio por libre en Málaga, obteniendo siempre unas excelentes notas académicas.
Simultáneamente a esta actividad, se colocaba de suplente (ante la ausencia por boda de un empleado) en el Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda, una institución financiera muy pequeña entonces que se había fundado en 1909, apenas 15 años antes, con un capital de diez mil pesetas aportado por el patrimonio de María Teresa Holgado Vázquez de Mondragón y Moctezuma, marquesa de Moctezuma. Para que se hagan a la idea, el horario de atención al público hasta hacía escaso tiempo de la entrada de don Juan en la Caja había sido de dos a cuatro de la tarde solamente los domingos.
El empleado recién casado también renunció a su puesto al habérsele ofrecido la plaza de contable de la Compañía Sevillana de electricidad, siendo ocupado por el joven de Grazalema.
En 1935 se casa con Rosario Moreno, maestra nacional natural de Setenil que ejercía en Ronda de cuyo matrimonio nacerían cuatro hijos (dos varones y dos hijas).
En 1.936 don Juan ocupa la dirección y administración del Monte por ausencia del titular, don Juan Girón Jiménez. Aquella entidad en proceso de construcción emergente, necesitada de modernización y encontró en Juan de la Rosa a la persona adecuada para este cometido y, todo hay que decirlo, Juan de la Rosa encontró su sitio.
En los difíciles momentos que se vivían en el verano de 1936, el 18 de septiembre, el Consejo de Administración de la Caja acordó por unanimidad nombrar a don Juan de la Rosa Director General.
Estos cronistas a los que ya hemos aludido, dicen que esta rápida ascensión de Don Juan estuvo especialmente avalada por su carácter y su talente cuya formación inicial eclesiástica le había dado un empaque de personalidad rigurosa y seria a la vez que muy comprometida y cercana, haciendo de la Obra social de la Caja su gran obra. Sus numerosas obras sociales (bibliotecas, colegios, escuelas de arte, colonias infantiles de verano, hospital, etcétera), le convirtieron en una persona admirada e irrepetible, dándole a la Caja de Ronda un sello único y personal, cuya proyección en Andalucía, y hacia la Castilla la Mancha expandiéndose hacia territorios olvidados de otras entidades de mayor tamaño, fue otro de sus grandes logros.
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Primera sede del Monte de Piedad y Caja de Ahorros de Ronda en la Calle Prim nº 8. Año 1.909
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En 1960 es nombrado presidente de la Federación de Cajas de Ahorro de Andalucía. En 1961 se le concede la Cruz de Caballero de la Orden de Cisneros. En 1966 la Gran Cruz de Beneficiencia. En 1968 la del Trabajo.
Estuvo casado y fue padre de cuatro hijos. Murió, a los 72 años, el 24 de octubre de 1984, habiendo sido nombrado hijo adoptivo de Ronda, concitando un amplio consenso de admiración y respeto de toda la ciudad y todos los rondeños y de todos los que le conocieron.
Mi recuerdo de Don Juan, como niño y muchacho de los años 60 y 70 en Grazalema y más tarde estudiante en Ronda en el colegio de las Delicias, pasado el tiempo se ha resumido en dos gestos que aún tengo grabados con mucha frescura.
En Grazalema, como ya he comentado en otro programa, muchos de ustedes sabrán que mi padre tuvo una tienda frente de la plaza de abastos y la calle de las Piedras; por lo que esta calle fue un lugar muy común para mis hermanos y para mí mismo. Con respecto a Don Juan lo recuerdo viéndolo bajar decenas de veces de un coche de lujo, su coche oficial de color negro brillante, acompañado de su chofer, su fiel escudero, un hombre que después he sabido que se llamaba Francisco y estuvo junto a él toda su vida. Don Juan vestido íntegramente con un traje negro, muchas tardes de aquellos largos y monótonos inviernos, al final del día, acudía a visitar a su madre que vivía junto a sus hermanas Cayetana y Mª Pepa en la pensión que en esta calle ellas regentaban. La imagen del todopoderoso Don Juan desplazado a nuestro humilde y apartado pueblo a ver a su madre, a pesar de ser un niño entonces, aún no se me ha olvidado.
Como tampoco he olvidado a Don Juan visitando cada domingo, todos sin excepción, el colegio de las Delicias especialmente a la hora de la comida, tomando mucho interés en la impresión que aquellos muchachitos teníamos de nuestra estancia en aquel colegio. Por cierto que, a instancias suya, hablé entonces en alguna ocasión con él, aunque nunca me identifiqué como natural de Grazalema ya que sentía mucho pudor hacer ese comentario delante de mis compañeros del colegio.
En ambas acciones reconocí al hombre cercano que vivía la Caja como su propia vida, siempre pendiente de lo esencial de las cosas que no eran las cosas precisamente, sino las personas. Aunque nadie es perfecto, y ante mi limitada experiencia personal con esta extraordinario personalidad grazalemeña, creo entender que el gran aprecio que le tuvieron sus muchos empleados estuvo precisamente basado en este talante de atención y cercanía con los demás. La prueba última fue atender la demanda del entonces alcalde de Grazalema, Antonio Mateos, al solicitarle la donación de su casa natal para biblioteca de Grazalema, cosa que no tardó en conceder y creo que esta actitud y otras, no han sido suficientemente correspondida por la memoria frágil y olvidadiza que tanto nos aqueja en nuestra sociedad de los últimos tiempos.
Tanto José María Jiménez como Juan de la Rosa dan su nombre a calles de Grazalema, en el caso de Don Juan se trata de una avenida. Sin embargo, su contribución a nuestro bienestar no debe pasar por alto en ninguno de los dos casos. Permítanme al respecto una reflexión.

Durante la inauguración de las obras de rehabilitación de la Iglesia de la Aurora financiada por la Obra Social de la Caja.
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La acción de José María Jiménez fue mucho más importante de lo que nos podríamos imaginar ya que nuestro desarrollo económico basado en el comercio de las manufacturas de lana a mediados del siglo XIX quedó definitivamente lastrado cuando confluyeron varias circunstancias que trataremos en un programa dedicado a este asunto, pero en el que uno de ellos estuvo basado en solucionar la llegada del ferrocarril a nuestra localidad o próxima a ella. Cosa que las autoridades creyeron se había resuelto, aunque medio siglo después de cuando se necesitaba. Así en 1897 se ponía en la línea Algeciras- Ronda y el tren llegaba a Montejaque. Solución que no arreglaba otro gran problema como era nuestra conexión por carretera con Ronda. A pesar de su llegada muchos años después de cuando debía no empaña la importancia histórica del aquel hito logrado, entre otros, por la influencia capitalina de José María Jiménez.

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Con respecto a Juan de la Rosa, hemos comentado largamente su presencia en la vida de Grazalema en sus años de vida, la cual pudo ser aún mayor, pero también pudo ser lo contrario. En su caso, quedaron muestras suficientes de una personalidad cuyo estilo se echa tanto en falta en nuestros días, especialmente en su profesión, los banqueros. Los acontecimientos recientes ocurridos en nuestro país en muchas entidades, hasta donde yo sé, contrasta enormemente con este otro estilo y carisma y engrandecen aún más la figura de este paisano que llegó tan lejos y tuvo una personalidad tan definida.
Ambos, Don José María y Don Juan y Don Juan y Don José María, han sido modelos de grazalemeños que no deben olvidarse, precisamente practicando la memoria de su recuerdo y nuestro agradecimiento. Eso es lo justo y es lo que hoy necesitamos para orientar de forma adecuada nuestro futuro. Mi gratitud sincera a ambos.
Y hasta aquí hemos llegado, como siempre les doy las gracias por su interés y atención, queridos paisanos, grazalemeños y grazalemeñas.
Hasta el próximo encuentro, Dios mediante

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