No receles de las personas que no conoces. Considéralas, más bien, susceptibles de convertirse en nuevas amistades que enriquecerán tu vida y henchirán tu corazón. Con este pensamiento de cabecera, cada vez que alguien te sea presentado lo recibirás con la mayor dosis de cordialidad, con una mejor disposición a ver sus aspectos positivos. Siempre es mejor acoger a los demás con los brazos abiertos.
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