viernes, 26 de enero de 2018

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Primera lectura

Lectura de la segunda carta del apóstol san Pablo a Timoteo 1, 1-8:

Pablo, apóstol de Cristo Jesús por designio de Dios, llamado a anunciar la promesa de vida que hay en Cristo Jesús, a Timoteo, hijo querido; te deseo la gracia, misericordia y paz de Dios Padre y de Cristo Jesús, Señor nuestro. Doy gracias a Dios, a quien sirvo con pura conciencia, como mis antepasados, porque tengo siempre tu nombre en mis labios cuando rezo, de noche y de día. Al acordarme de tus lágrimas, ansío verte, para llenarme de alegría, refrescando la memoria de tu fe sincera, esa fe que tuvieron tu abuela Loide y tu madre Eunice, y que estoy seguro que tienes también tú. Por esta razón te recuerdo que reavives el don de Dios, que recibiste cuando te impuse las manos; porque Dios no nos ha dado un espíritu cobarde, sino un espíritu de energía, amor y buen juicio. No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor y de mi, su prisionero. Toma parte en los duros trabajos del Evangelio, según la fuerza de Dios.

Salmo

Salmo: Sal 95, 1 2a. 2b 3. 7 Sa. 10

Contad las maravillas del Señor a todas las naciones.
Cantad al Señor un cántico nuevo,
cantad al Señor, toda la tierra;
cantad al Señor, bendecid su nombre. R.

Proclamad día tras día su victoria.
Contad a los pueblos su gloria,
sus maravillas a todas las naciones. R.

Familias de los pueblos, aclamad al Señor,
aclamad la gloria y el poder del Señor,
aclamad la gloria del nombre del Señor. R.

Decid a los pueblos: «El Señor es rey,
él afianzó el orbe, y no se moverá;
él gobierna a los pueblos rectamente.» R.

Evangelio del día

Lectura del santo evangelio según san Marcos 4,26-34

“En aquel tiempo, dijo Jesús a la gente: El reino de Dios se parece a un hombre que echa simiente en la tierra. Él duerme de noche y se levanta de mañana; la semilla germina y va creciendo, sin que él sepa cómo. La tierra va produciendo la cosecha ella sola: primero los tallos, luego la espiga, después el grano. Cuando el grano está a punto, se mete la hoz, porque ha llegado la siega.
Dijo también: ¿Con qué podemos comparar el reino de Dios? ¿Qué parábola usaremos? Con un grano de mostaza: al sembrarlo en la tierra es la semilla más pequeña, pero después brota, se hace más alta que las demás hortalizas y echa ramas tan grandes que los pájaros pueden cobijarse y anidar en ellas. Con muchas parábolas parecidas les exponía la palabra, acomodándose a su entender. Todo se lo exponía con parábolas, pero a sus discípulos se lo explicaba todo en privado”.

Reflexión del Evangelio de hoy

No te avergüences de dar testimonio de nuestro Señor

Timoteo es para Pablo, amén de fiel colaborador, un continuador de su mensaje digno de fiar por su fidelidad y valentía. No encontrará mejor fuente de energía el evangelizador que la gracia de Jesucristo, viene a decirle; si la deja trabajar cumplirá su ministerio con exigente generosidad. El texto da a entender que el trabajo apostólico, en su dureza, ha provocado en Timoteo hasta lágrimas, porque todo lo que pide coherencia con la fe sincera acarrea más pronto que tarde esfuerzos y soledades. Alude Pablo con palabras agradecidas a la fe que la familia de su amigo y colaborador ha sabido transmitir y sembrar en Timoteo, y lo anima a no bajar la guardia en el servicio apostólico. Que el evangelizador no piense ni busque un camino fácil para su predicación, porque ésta será sufrida y esforzada en la medida en que sea fiel al Evangelio del Señor; no suele estar nuestro mundo dispuesto a recibir mensajes que lo saquen de su mediocridad y frívola existencia. Por eso es necesario no avergonzarse ante el mundo ni arrugarse ante las dificultades que encontraremos; quizá no dispongamos de fuerzas y recursos suficientes para este menester, pero no hay que olvidar un hermoso recado de Pablo y sus colaboradores: la fuerza de Dios socorre nuestra evidente debilidad; de Él depende el éxito de nuestro servicio, pero, claro, hay que dejarlo hacer.  

Les exponía la Palabra 

Estas dos parábolas completan el recado que Jesús desea transmitir con la del sembrador, pues el argumento es el mismo, el reino de Dios, si bien la atención se desplaza del hecho de la siembra al momento medio y final de todo el proceso. En la primera se compara el Reino con el lento y discreto crecimiento de la semilla, queriendo significar que el Reino tiene un desarrollo similar que lo lleva a la madurez. La segunda subraya la desproporción entre la pequeñez de la semilla en el inicio y el tamaño final que logra su total desarrollo. ¿Qué nos dice la comparación? Que el Reino tiene siempre unos orígenes pequeños y humildes, pero con la fuerza de la gracia de Dios, logra un desarrollo que sorprende. En este panorama, hay que tener en cuenta que el Reino tiene su dinámica propia que hay que respetar, al igual que la semilla tras germinar, crecer y granar, no sin vencer dificultades y oposiciones. A ojos de los hombres la semilla es diminuta, poca cosa, incluso débil; como el Reino de Dios en la historia, aparentemente ineficaz e incapaz de transmitir el entusiasmo del evangelio. Pero es el Señor el dueño de la mies, no el evangelizador; es él el que construye la casa, no el cansado albañil. Dios es el que actúa tanto en la ocasión favorable como en la aciaga; por eso hay que rearmarse en su luz, alimentarse de su confianza, contar siempre con él, por muy sabios y técnicos que sean nuestros planes evangelizadores. La irrelevancia de nuestro momento eclesial y la precariedad de algunas de nuestras presencias merecen ser trufadas con la confianza de quien es nuestra fuerza, principio y fin. Quizá, así, no seamos ni tan precarios ni tan irrelevantes.
A la sombra y carisma de Pablo, Tito y Timoteo hicieron un denso aprendizaje del servicio al Evangelio; desempeñaron con excelencia lo mucho y bueno que aprendieron del apóstol de los Gentiles.
La predicación apostólica impactaba y molestaba ¿a quién impacta y molesta hoy nuestra predicación y evangelización?
Fr. Jesús Duque O.P.
Convento de Santo Domingo de Scala-Coeli (Córdoba)

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