viernes, 11 de septiembre de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán los dos en el hoyo?» (Evangelio del día). Aparte de que esta expresión se utiliza para indicar que no puedes apoyarte en alguien que, al menos, esté igual que tú, y que pueda ser poco eficiente para tus necesidades, porque los dos caeréis. Pero la expresión tiene otra "punta" mucho más constructiva. Si no nos formamos, si desatendemos nuestra misión, vocación y llamada ¿a quien podremos guiar? ¿Cómo desarrollar la voluntad de Dios para mi vida? Jesús plantea estas preguntas para que "despertemos" de nuestro letargo, modorra, comodidad y holganza; y dejemos el querer guiar "a oscuras", con las "rentas" que hemos acumulado de retiros y otros encuentros. No se trata de vivir de las "rentas", sino de poner "en funcionamiento" aquello que hemos aprendido. Con cada don que recibimos, recibimos una tarea, recibimos una luz para otros. Con cada retiro y encuentro que hemos vivido recibimos una misión, una llamada. No convirtamos todo esto en "chucherias espirituales", sino en "alimento sólido" para nutrir y sustentar a los otros. Y, además, Jesús plantea otra pregunta para nuestro autoanálisis y despertura: «¿Por qué te fijas en la mota que tiene tu hermano en el ojo y no reparas en la viga que llevas en el tuyo?» ¿A dónde vas juzgando con ligereza al otro? ¿Quién te crees que eres haciéndote árbitro de los actos de los demás? ¿Con qué autoridad lo haces? Juzguémonos primero a nosotros mismo y tendremos (al menos moralmente) arbitrio, potestad y facultad para juzgar al otro. Y, más aún para guiarlo. Vives tu sacramentalidad y compromiso bautismal y Dios hará el resto: «Dios derrochó su gracia en mí, dándome la fe y el amor cristiano.» Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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