lunes, 28 de septiembre de 2015

EVANGELIO DEL DÍA Y MEDITACIÓN

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Lectura de la profecía de Zacarías 8,1-8:

En aquellos días, vino la palabra del Señor de los ejércitos: «Así dice el Señor de los ejércitos: Siento gran celo por Sión, gran cólera en favor de ella. Así dice el Señor: Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén. Jerusalén se llamará Ciudad Fiel, y el monte del Señor de los ejércitos, Monte Santo. Así dice el Señor de los ejércitos: De nuevo se sentarán en las calles de Jerusalén ancianos y ancianas, hombres que, de viejos, se apoyan en bastones.
Las calles de Jerusalén se llenarán de muchachos y muchachas que jugarán en la calle. Así dice el Señor de los ejércitos: Si el resto del pueblo lo encuentra imposible aquel día, ¿será también imposible a mis ojos? –oráculo del Señor de los ejércitos–. Así dice el Señor de los ejércitos: Yo libertaré a mi pueblo del país de oriente y del país de occidente, y los traeré para que habiten en medio de Jerusalén. Ellos serán mi pueblo, y yo seré su Dios con verdad y con justicia.»

Sal 101,16-18.19-21.29.22-23 R/. El Señor reconstruyó Sión, y apareció en su gloria

Los gentiles temerán tu nombre,
los reyes del mundo, tu gloria.
Cuando el Señor reconstruya Sión,
y aparezca en su gloria,
y se vuelva a las súplicas de los indefensos,
y no desprecie sus peticiones. R/.

Quede esto escrito para la generación futura,
y el pueblo que será creado alabará al Señor.
Que el Señor ha mirado desde su excelso santuario,
desde el cielo se ha fijado en la tierra,
para escuchar los gemidos de los cautivos
y librar a los condenados a muerte. R/.

Los hijos de tus siervos vivirán seguros,
su linaje durará en tu presencia,
para anunciar en Sión el nombre del Señor,
y su alabanza en Jerusalén,
cuando se reúnan unánimes los pueblos
y los reyes para dar culto al Señor. R/.

Lectura del santo evangelio según san Lucas 9,46-50:

En aquel tiempo, los discípulos se pusieron a discutir quién era el más importante.
Jesús, adivinando lo que pensaban, cogió de la mano a un niño, lo puso a su lado y les dijo: «El que acoge a este niño en mi nombre me acoge a mí; y el que me acoge a mí acoge al que me ha enviado. El más pequeño de vosotros es el más importante.»
Juan tomó la palabra y dijo: «Maestro, hemos visto a uno que echaba demonios en tu nombre y, como no es de los nuestros, se lo hemos querido impedir.»
Jesús le respondió: «No se lo impidáis; el que no está contra vosotros está a favor vuestro.»

II. Compartimos la Palabra

  • “Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios”

En la primera lectura, Zacarías pronuncia cinco oráculos, introducidos cada uno de ellos con la conocida fórmula: “Así dice el Señor”. Son todos manifestaciones de un gran optimismo ante la realización de las promesas mesiánicas, de los deseos y anhelos del pueblo, tantas veces frustrados por la desobediencia del mismo pueblo. En ellos se sigue mostrando el gran amor del Señor por su pueblo y la firmeza de que sus promesas van a ser cumplidas: “Volveré a Sión y habitaré en medio de Jerusalén… que se llamará Ciudad Fiel”. La paz y la alegría reinarán en sus habitantes, lo ancianos y ancianas se sentarán tranquilamente en las calles y allí mismo jugarán los muchachos y muchachas. Vuelve a insistir: “Yo libertaré a mi pueblo… Ellos serán mi pueblo y yo seré su Dios con verdad y con justicia”. Y que no digan algunos descreídos que todo esto no se va a realizar: “¿Será también imposible a mis ojos?”.
Si esto se puede afirmar en el Antiguo Testamento, con cuánta más fuerza se puede afirmar en la Nueva Alianza sellada con Cristo Jesús, donde será posible vivir como hijos y hermanos para siempre, donde la utopía del amor se verá cumplida en plenitud.
  • “El más pequeño de vosotros es el más importante”

Los seres humanos tenemos la mala manía de preguntarnos ¿quién es más entre nosotros, quién es el mayor, el más importante? Incluso entre los apóstoles, los doce primeros escogidos por Jesús para continuar su obra, se hacían esa misma pregunta. Los criterios de la sociedad actual y de siempre van por un mismo camino. Es más, es superior a los demás el que tiene más dinero, más poder, el que es primero en la actividad política, profesional, deportiva, artística… que desarrolle, y los demás son menos, son inferiores.
Jesús, el que vivió y predicó la filiación y la fraternidad como la gran dignidad común que nos iguala a todos, tienes evidentemente otros criterios. En el fragmento evangélico de hoy, su respuesta tuvo que desconcertar a sus oyentes: el mayor, el más importante es el niño, es decir, el más necesitado, el indefenso. El niño es el mayor no por su inocencia, sencillez…. sino porque es pobre, porque es un necesitado de los demás, y no puede vivir solo con sus fuerzas. Jesús en múltiples ocasiones mostró su preferencia por los pobres, los necesitados… y sus seguidores debemos hacer lo mismo.
En esta misma línea, pero desde otro ángulo, Jesús responde a la pregunta formulada afirmando que el mayor es el que entrega su vida, el que pone su vida al servicio de los demás… el que hace lo mismo que él, “que ha venido a servir y no a ser servido”.
Fray Manuel Santos Sánchez 
Real Convento de Predicadores (Valencia) 

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