jueves, 10 de septiembre de 2015

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN; POR JOSÉ ANTONIO SIGLER

EL ALBA SE ASOMA A MI ORACIÓN: «A los que me escucháis os digo: Amad a vuestros enemigos, haced el bien a los que os odian, bendecid a los que os maldicen, orad por los que os injurian». (Evangelio del día). Hoy, tanto la primera Lectura cómo el Evangelio, vienen con mucha miga, en torno a un tema común y un tema que es muy común. Y viene tan desgranado que no se puede añadir mucho. Nos habla del amor y, por tanto, del perdón (asignatura muy pendiente para todos, aquí no se salva ni el gato). Cristo es, además de práctico, muy didáctico, pues la falta de perdón desemboca en el resentimiento. El sentimiento negativo que, como un cáncer, te va comiendo por dentro. El resentido, además de hacer todo el daño posible a otro (u otros) no deja de hacerse daño a sí mismo. Parece (y creen) como que "se la deben y no se la pagan". Porque una característica del resentido es creer que lleva toda la razón y eso es lo que lo pierde. Podría ser que tuviera una parte de razón, pero deben entender, ¡y aceptar!, que no todo el mundo "debe mirar bajo la misma óptica" y, menos aún que los demás deben actuar bajo su criterio. Y esto, amigos míos, se nos cuela, con una "finura y sutileza" impresionante. Al final el resentido es víctima de él mismo porque los demás han olvidado y él sigue en sus "treces", "dale que te pego" y no deja de reconcomerse. Mirad lo que dice San Pablo, asertivo como él mismo: «Sobrellevaos mutuamente y perdonaos, cuando alguno tenga quejas contra otro. El Señor os ha perdonado: haced vosotros lo mismo. Y por encima de todo esto, el amor, que es el ceñidor de la unidad consumada». Ahí es nada y ahí es todo. Pues que el Señor nos vaya indicando la senda de la verdad y la justicia para empezar a amar hasta dar la vida. Santa María de Caná, ruega por nosotros.

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