lunes, 29 de junio de 2015

* CAPÍTULO DE SAN JUAN BAUTISTA DE CC.HH.: REENCUENTRO ENTRE HERMANOS





Hacía tanto tiempo ya que la verdad es que no me acordaba de lo que es un fin de semana en otro lugar que no sea Villaluenga del Rosario. Estoy tan enamorado de mi bendito pueblo que el resto de la semana se convierte en una lucha con el tiempo que queda para volver a volver.

Este fin de semana pasado una cita ineludible hizo que el viernes no sintiera como se me erizaba la piel de emoción en cuanto diviso ese pequeño pueblo de casitas blancas cobijado por el imponente y majestuoso Caíllo.

Debo reconocer que la tarde del viernes parecía un zombi pues arrastraba el cansancio acumulado por las pocas horas que había dormido la noche anterior tras asistir a la cena-velada organizada por los “Amigos del Seminario de San Bartolomé” en Cádiz y que tanto y bueno está dando que hablar. No puedo decir que no echara de menos esa particular liturgia de todos los viernes cuando almorzamos en la Venta Mesa Jardín en Las Abiertas a la salida de Arcos de la Frontera para después encaminarnos hacia nuestro querido pueblo tiempo que yo aprovecho, que todo hay que decirlo, para dormir la siesta pues una vez en Villaluenga me gusta aprovechar cada segundo porque es un privilegio observar como el sol se va escondiendo tras el Caíllo mientras la claridad permanece hasta cerca de las diez de estas noches de verano.


El viernes pasó y llegó el sábado 27 de junio día en el cual se instaló un agobiante calor que hacía que el estar en casa se convirtiera en suplicio y salir a la calle una auténtica heroicidad.

Cuando Hetepheres y yo salimos a desayunar casi nos da algo y el poco tiempo que estuvimos fuera de casa la tensión se me iba bajando más que la bolsa en los peores tiempos de la crisis económica de infausto recuerdo para todos.

Temía, habiendo comprobado cómo se la gastaba “Lorenzo”, la hora de revestirme con el chaqué pues esto acrecentaría la sensación de calor a cimas inalcanzables. Llegó la hora: Cinco menos cuarto de la tarde. Hora temprana pues habíamos quedado a las seis y media en la sede de la calle Benjumeda para las damas retocarse la mantilla y nosotros dejar los trajes de chaqueta para la posterior cena.

En la Sede pude coincidir con hermanos hospitalarios muy queridos por mí como son Gonzalo Díaz Alersi, Iñaki Sánchez Ureba, su mujer, Rafael Melgar y esposa, Agustín Rosety y Mamen Cózar entre otros que iban y salían después de depositar su correspondiente traje.

Sobre las siete menos cuarto nos íbamos dirigiendo para el Oratorio de San Felipe Neri donde se celebraría Solemne Eucaristía del Capítulo de San Juan Bautista de la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios.

Gran alegría me dio el encontrarme en ese trayecto a mis queridos y buenos amigos, hermanos en la fe y en el amor que le profesamos a Villaluenga, Beltrán y May a los que habíamos invitados expresamente para que asistieran y compartieran con nosotros un Capítulo tan importante para la Benemérita Institución a la cual pertenezco hace ya algunos años.

Entramos dentro del Oratorio y enseguida pudimos saludar al Presidente de la Institución, Manolo Navarro, José Luis de la Cuesta que lleva la alta responsabilidad de la tesorería, nuestro hermano José María que ejerce como Jefe de Protocolo, Fernando Coimbra que en un ejercicio de desprendimiento total hacía las veces de fotógrafo recogiendo cada instante, cada momento del Capítulo así como buenos y queridos hermanos Caballeros y Damas Hospitalarios que hacía tiempo no veía y que este caluroso sábado de finales del mes de junio Dios quiso que nos volviéramos a unir en un solo cuerpo y un mismo corazón todos los que integramos la Real y Benemérita Institución de los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista.

Misa llena de solemnidad donde el Rector del Oratorio de San Felipe Neri, también Ecónomo de la Diócesis, el Rvdo. Sr. D. Antonio Diufaín estuvo extraordinario en su homilía destacando lo que tenía que destacar y abriendo los brazos con palabras llenas de esperanza que recalcaban el sentido cristiano de todos los allí presentes.

En este Eucaristía tuve el inmenso honor de que me encomendaran la lectura de las preces que estaban especialmente dedicadas al momento actual en que vive la propia sociedad y nosotros mismos como Institución. Gracias por hacerme portavoz de las peticiones que dirigimos a Dios a corazón abierto.

El coro majestuoso y aunque en el interior del sacro recinto suele hacer fresco os puedo asegurar que no fue este mi caso pues el sudor bajaba a sus anchas mientras la emoción por encontrarme de nuevo entre mis hermanos hospitalarios subía por entero.

Al finalizar la Santa Misa la correspondiente foto de Familia con las autoridades que invitadas asistieron y que a modo particular les doy las gracias por estar siempre ahí demostrando lo que demuestran a diario.

Gracias al Subdelegado de Defensa, el Capitán de Navío, D. Vicente Pablo Ortells que venía acompañado de su esposa, Dª Lucía Gutiérrez, gracias al Coronel del CEFOT, D. Fernando Caballero y el Comandante de la Guardia Civil con sede en Cádiz.

Después para terminar se hicieron una sucesión de fotografías entre los asistentes uno por uno o acompañados para que inmortalizaran cada instante de un momento único.

Debo decir que en este Capítulo llevé en el corazón de la memoria a todos las Damas y Caballeros Hospitalarios que no pudieron asistir y aunque su ausencia física se notó estuvieron muy presentes en el recuerdo como hermanos en la fe y en la Benemérita Institución que nos une.


Una vez acabado todo nos dirigimos hacia la Sede en plena calle Benjumeda de Cádiz para cambiarnos y las damas quitarse la mantilla que lucieron con patria y solvente elegancia.

¡Qué descanso cuando despojado del chaqué pude vestirme con el traje! Aunque hacía un calor impregnado de bochorno a mí me parecía que estábamos en un día fresco de verano tardío.

Allí esperamos mientras se hacía la hora de la cena que se iba a celebrar en el precioso patio del Casino Gaditano en plena plaza de San Antonio.

Mientras D. Antonio Diufaín junto a  Manuel Navarro, Agustín Rosety y otros caballeros departían en el salón-biblioteca nosotros lo hacíamos en el patio sentados en confortables sillones y sofá con Beltrán, May, Iñaki, Hetepheres y Gonzalo para posteriormente mostrarle parte del edificio que compone la Sede del Consejo Supremo de los Caballeros Hospitalarios de San Juan Bautista que en el piso de abajo se encuentra el albergue y que a esa precisa hora muchos necesitados y transeuntes esperaban a que se abrieran las puertas para ducharse, cenar y dormir bajo techo. Son los marginados de una sociedad abocada al consumo, los predilectos a los ojos del Señor pues su indefensión les  hace grande en el cielo y a nosotros por nuestra condición de discípulos de Cristo nos obliga a ser samaritanos buenos y dedicados a los preferidos de nuestro Padre Celestial.

Esta memorable jornada del sábado 27 de junio culminó con una cena fraterna entre los hermanos hospitalarios que habíamos asistido al Capítulo acompañados por los invitados al mismo.

Puedo decir que tuve el honor de compartir mesa y mantel junto con amena conversación, vivencias, anécdotas y risas con personas que quiero de verdad y que son en todos los sentidos unos auténticos referentes para mí. Os estoy hablando de Agustín Rosety Fernández de Castro, María Carmen Cózar Navarro, Gonzalo Díaz-Alersi, Iñaki Sánchez Ureba, Beltrán Castell López y Maya de Alba.

Tras las palabras del Presidente de la Institución, D. Manuel Navarro, se brindó por el Presidente de Honor, S. M. el Rey, Felipe VI y con el mismo se terminó este Capítulo de San Juan Bautista que ha sido histórico en todos los sentidos.

Fue el sábado un día muy feliz donde me pude reencontrar con hermanos hospitalarios a los quiero mucho que nos reunimos en torno a Dios para encomendarnos, trabajar y poner nuestras metas bajo su amparo para ejercer nuestro particular carisma, nuestro apostolado para Su Mayor Gloria y el de la Santa Madre Iglesia por medio de los más necesitados, los excluidos, los que se encuentran en las periferias existenciales que tanto nos recuerda nuestro querido Papa Francisco.

Y el Capítulo de San Juan fue la excusa perfecta para reencontrarnos como Hermanos que somos en una misma fe, en un mismo Señor, en una misma Iglesia y en una misma condición: ¡Caballeros Hospitalarios!


Con fraternal abrazo y que Dios os bendiga,

Jesús Rodríguez Arias

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